Conferencia del escritor en el simposio Los retos del presente mexicano, en Oaxaca
El nacionalismo de hoy es un ritual de la memoria, dijo Carlos Monsiváis
Criticó el centralismo cultural en el país y la estrategia mediática que rige a los mexicanos
Oaxaca, Oax., 23 de septiembre. El escritor Carlos Monsiváis, al participar en el simposio Los retos del presente mexicano, cuestionó el centralismo cultural en México y la cultura mediática que rige el comportamiento de los mexicanos, que se plasma en los pocos recursos para hablar el español, al combinarlo con el inglés, así como la desaparición del hábito de la lectura que se combina con las diversas acepciones del nacionalismo mexicano.
Con el historiador Enrique Florescano como moderador, se abrió la primera sesión del simposio en la que participaron Adrián Acosta, quien disertó sobre el sistema educativo y sus consecuencias; Julio Frenk Mora lo hizo acerca del sistema de salud y sus logros, según la administración del presidente Vicente Fox Quesada, y el tercer ponente fue Monsiváis con Los retos de Cultura Nacional.
En el escenario del teatro Macedonio Alcalá, Monsiváis habló del control de las telecomunicaciones por grupos, ''que si son generosos ven al Ejecutivo como el quinto poder, tres se quedan vacantes; las trasnacionales, las estrategias de consumo que pulverizan la dimensión artesanal, la filosofía del vendedor más grande del mundo, la computadora como la nueva puerta estrecha y la globalización informativa".
Aludió al desdén por la historia que se vive en México, ''entidad que si persiste es para no desemplear a los políticos; la negación de las ideologías, los circuitos de la transmisión ideológica que van de la publicidad a la mercadología, las revistas femeninas, donde lo utópico se elabora con recetas, el reordenamiento de los hábitos a partir de las horas invertidas en el tráfico..."
Espanglish, idioma del porvenir cotidiano
Ante unas 800 personas, el autor de Días de guardar sostuvo que ''nada se ha ganado oponiéndose al avance mediático, los hitos del antinacionalismo, por definición antitecnológico y que se han roto por la disolución de las tradiciones y las deformaciones de este idioma español, que con tal de preservarlo, sus protectores oficiales hablan tan con notoria escasez de recursos".
Expuso que en México, como en casi todas partes, se conforma la sociedad postradicional a la que de modo sumario caracterizan condiciones sustanciales en los campos de la religión, la lengua y la lectura.
Monsiváis detalló que ''el idioma es y seguirá siendo el español, a la par de las 52 lenguas indígenas que hablan 12 o 13 millones de personas; sin embargo, por vez primera, es ostensible el cambio en el habla, antes atenido a sus características del campo y modificaciones urbanas, y hoy sojuzgada por la caída de la sintaxis conocida y por lo vocablos provenientes del inglés".
Destacó que, se quiera o no, ''y seguramente se quiere, el habla es el español a diario modificado por el inglés y defendido por el ADN de la costumbre; el espanglish es el idioma del porvenir cotidiano y el español, la lengua irrenunciable que también incorpora el espanglish".
Precisó que, por definición, ''el sentimiento antinacionalista se ha ajustado a la visión que las minorías tienen de las mayorías y que éstas de alguna manera comparten o irán compartiendo, pero coexisten los condicionantes históricos y las viejas pautas y convicciones, pero el nacionalismo hoy, es ya, en gran medida, un ritual de la memoria, que convierte en ideología sentimental gran parte de lo vivido y lo imaginado históricamente y que para explayarse se desplaza a tres grandes zonas: el deporte, el espectáculo y el desmadre".
Limitación que se desvanece
Monsiváis comentó que lo irreductible es finalmente la transformación incesante del sentimiento nacionalista, ''el primer salto dialéctico se dio con un nacionalismo múlticlasista, floclórico, adecentado y de cauces paternalistas, a otro casi exclusivamente popular, rijoso, obsceno, desconfiado, desencantado, cínico, admirador de la tecnología, centrado no en la unidad política, sino en el traslado de la nación a la esfera de la vida cotidiana tal y como lo expresa el habla".
Resaltó que en ambos nacionalismos persiste un fervor masivo amueblado con efemérides, y si esto sucede es porque no hay de otra. ''Los de la minoría dominante sólo vuelven al gentilicio mexicano en las ocasiones afectivas, ante un gol, una canción, una fiesta, un desastre amoroso, una indignación moral y política".
Mientras los del pueblo ''sólo son eso, mexicanos, aunque ya tal condición exige un acercamiento en detalle, por ejemplo, el joven mexicano de clases populares puede ser, entre otras muchas variantes, colono popular, costurera, burócrata, capturista, profesionista, ama de casa, empleado de banco, narcominorista, vendedor en la calle, gay, chavo banda, cholo, punk, desempleado o subempleado".
Para Monsiváis, ''el nacionalismo es la gran limitación que se desvanece, y más en un país que es vecino de Estados Unidos, el de la época de Bush, por lo que se requiere de resistencias políticas, sicológicas y culturales, y esto ha sido el sentimiento nacional, no nacionalismo".