La Compañía Nacional de Danza presentará cuatro funciones en Bellas Artes
Envuelta en polémica, montarán de nuevo la coreografía Giselle
Para algunos bailarines es urgente la renovación de esa pieza de Coralli y Perrot; otros sólo piden incorporar elementos tecnológicos
Uno de los retos es mantener fresca la obra
Ampliar la imagen Bailarines de la Compa�Nacional de Danza durante un ensayo de Giselle FOTO Mar�Mel�rez Parada Foto: Mar�Mel�rez Parada
Entre el reto y las inconformidades, la pasión y los cuestionamientos. Así, en medio de la polémica, la Compañía Nacional de Danza (CND) presentará cuatro funciones de un montaje más de Giselle, en el Palacio de Bellas Artes; la primera será este jueves.
Considerada uno de los grandes clásicos del género, esta coreografía de Jean Coralli y Jules Perrot cumplirá el año entrante tres décadas de haber sido incorporada al repertorio de la agrupación mexicana, heredada de la versión del Ballet Nacional de Cuba, que a su vez proviene casi intacta de la pieza original estrenada en 1841.
A lo largo de ese tiempo en la CND, Giselle no ha experimentado modificaciones ni en lo artístico ni en aspectos relativos a su producción.
Esa inamovilidad ha propiciado posiciones encontradas, aunque aún lejos de desatar confrontaciones, divisionismo o abierta inconformidad.
A lo más se genera indiferencia y hastío entre ''varios integrantes de la compañía" cada vez que debe montarse esa obra, ''aunque es nuestro trabajo y lo cumplimos de la manera más profesional posible", manifestaron algunos bailarines a La Jornada.
Un anacronismo
De esa perspectiva crítica da testimonio Alfredo Aldama, quien en enero próximo cumplirá 10 años en el cuerpo de baile de la CND: ''Gran parte de los compañeros pensamos que esto es anacrónico. Cuando se habla de hacer Giselle, todo mundo quisiera que pasara de manera rápida e indolora".
Las inconformidades, explica, se relacionan con la necesidad de renovación de la coreografía, lo cual ha redundado en cierta falta de interés de los intérpretes, ''luego de que ya nos aporta muy poco en lo artístico".
A ello debe sumarse ''lo arcaico de la producción", aspecto muy notorio, por ejemplo, en el vestuario, destaca Aldama, quien abunda:
''Nuestra versión de Giselle tiene muchas cosas fuera de lugar y de época. Si se le compara con la del Bolshoi, el Kirov o el Teatro de la Scala de Milán, las diferencias son enormes, desde el manejo de personajes hasta la resolución coreográfica.
''Hay muchas limitaciones en gesticulación, mímicas, por ejemplo; falta más trabajo. Es una versión creada en cierta época del siglo XX que no se ha renovado en la compañía, algo que considero ya imprescindible."
No toda la compañía coincide con la anterior perspectiva; cuando menos así lo corrobora la postura más moderada de la primera bailarina Laura Morelos, quien encarnará el papel de Giselle, en lo que es su decimoquinto montaje de esta coreografía en 20 años que lleva en la agrupación.
''Giselle -señala- no es algo que me aburra; por el contrario, sigue siendo un reto. Cada vez que la bailo le doy un toque diferente, simplemente porque es una época distinta de mi vida y mi entorno personal; es una oportunidad de mostrar una etapa distinta en mi existencia."
Sin embargo, acepta que sería conveniente actualizar y enriquecer la propuesta, no en términos de la coreografía, como dice Aldama, sino sólo en la producción, valiéndose de recursos contemporáneos, así como de los medios tecnológicos en boga.
''Amo la música de Giselle; también me gusta la historia. Con esta obra tengo oportunidad de hacer dos ballets en uno, pues el primero y el segundo actos son muy diferentes. Eso es muy rico como artista. Como espectador es muy distinto", indica.
''Sería bello y atractivo hacer una versión del siglo XXI, pero sólo en cuanto a la incorporación de adelantos tecnológicos en iluminación y diseño de vestuario, para refrescar la producción."
Según Morelos, los valores que se plantean en Giselle resultan vigentes sin importar que la obra tenga más de siglo y medio:
''Es una coreografía que habla del amor de ayer y de hoy, de lo que siente uno cuando está enamorado; todo lo maravilloso que florece en alguien y que, al romperse, provoca esa sensación de locura y de muerte. Son, pues, valores de hoy, pero también de siglos, algo esencial en la vida."
Ejemplo vivo del romanticismo
En defensa de esta versión de la obra de Coralli y Perrot, Natasha Lagunas, ex bailarina y actual maestra entrenadora de la CND, afirma que es un privilegio contar con esa pieza en el repertorio de la compañía y sostiene que el reto es mantenerla como fue heredada.
''Giselle es el ejemplo vivo de la era romántica en el ballet. Podemos encontrar el típico desarrollo del libreto basado en la leyenda nórdica de las wilis, las mujeres que mueren antes de casarse.
''A las nuevas generaciones les es difícil, por el estilo; se necesita practicar mucho. Buscamos que los bailarines lo sientan, para mantener fresca la obra. Ese es otro de los retos, que el montaje no se vea acartonado, sino que a pesar de que esté en las formas estilísticas del siglo XIX sea una visión que represente al siglo XXI."
Con casi 25 años de trabajo en la CND, 12 como bailarina y el resto como maestra, Lagunas niega que esta versión de Giselle sea anacrónica, y sostiene que la valía y la frescura del montaje dependen totalmente de la capacidad artística y técnica de los bailarines.
"No es una obra de museo ni ridícula. El mensaje de cualquier obra de arte sigue siendo la belleza, y Giselle sigue fascinando por su historia de amor, ese mundo donde la leyenda y la fantasía se juntan. El gran secreto del ballet consiste en no buscar entenderlo, sino en tratar de gozarlo."