Usted está aquí: lunes 19 de septiembre de 2005 Espectáculos Si no fuera actor no comprendería la vida, expresa Willem Dafoe

"Las máscaras me han ayudado a salir de mí mismo para ser otro totalmente"

Si no fuera actor no comprendería la vida, expresa Willem Dafoe

Galardonado en San Sebastián por su trayectoria, dice que actuar es su adicción

Dejó NY porque esa ciudad se "está convirtiendo en una isla, políticamente hablando"

MONICA MATEOS-VEGA ENVIADA

Ampliar la imagen "En Hollywood me pagan muy bien, eso me ayuda a cubrir el cine que hago para otras mentalidades" FOTO M�a Mateos-Vega Foto: M�a Mateos-Vega

San Sebastián, 18 de septiembre. Ha sido Dios y el diablo. Icono del cine independiente y gran estrella de la industria hollywoodense. Son memorables sus brillantes actuaciones bajo la dirección de cineastas como Wim Wenders, David Lynch o Abel Ferrara, y los productores de su país prácticamente se lo arrebatan, pues "él es como plastilina, hace cualquier papel que uno le propone", afirma su joven esposa, la directora italiana Giada Colagrande.

Es Willem Dafoe (Wisconsin, 1955) quien sabe (y goza) "ponerse la máscara" frente a las cámaras cinematográficas para "borrarse" y transformar rostro, cuerpo y alma ya sea en el sargento Elías (Platoon, 1986), en un rígido agente de la CIA (Mississippi en llamas, 1988), en el Mesías (La última tentación de Cristo, 1988), en un duende verde (El Hombre Araña, 2002), en un Nosferatu (La sombra del vampiro, 2000) o en el cruel y vengativo Caravaggio (El paciente inglés, 1996).

Ha estado cerca de recibir un Oscar en dos ocasiones, y este domingo le fue entregado el premio Donostia en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en reconocimiento a su trayectoria.

En entrevista con La Jornada, Dafoe confiesa tener una única adicción: actuar.

-¿Cómo describe el momento en el que deja de ser Willem Dafoe para interpretar un personaje?

Se acomoda en el sillón. Sonríe complacido. Saborea las ideas. Su mirada se llena de malicia y huye para buscar las frases adecuadas. Sorpresivamente, sus ojos vuelven, se clavan en quien le ha preguntado acerca de lo que más le gusta hacer en la vida, y responde: "Las personas que piensan que tienen una personalidad fija e inmutable mienten. Eso es una ilusión. Mi trabajo me permite realizar, sin restricciones, esos cambios de identidad, lo cual me da una visión diferente del mundo, pues las diversas personalidades que asumo me permiten albergar diferentes pensamientos que nunca me hubiera planteado si fuera simplemente yo.

"Si no fuera actor no podría comprender la vida por medio de los diferentes personajes de ficción que he hecho. Es como si me pusiera una máscara, no en el sentido literal, sino metafórico. Las máscaras me han ayudado a salir de mí mismo, a olvidarme, a perder a Willem Dafoe para ser otro totalmente diferente. Mi lucha, en todo momento es hacer cosas que desafíen o reten las nociones simples de cómo se ve la vida.

"Mi padre es médico y mi madre enfermera. Cuando era joven me atraía el mundo de la medicina, inclusive ahora me atrae mucho, pero pensé que sería mejor actor que médico. Y aquí estoy."

-Su paso por el cine ha sido un tanto ecléctico. ¿Tiene algún criterio en particular a la hora de elegir en qué película participar?

-Me considero un ciudadano del mundo. Y aunque a veces tiendo a no quererme involucrar con ciertas películas de temas inciertos, destructivos o con los cuales no estoy de acuerdo, al comenzar a filmar todo es diferente, pues nunca se sabe qué significado va a tener el filme o qué tipo de preguntas va a plantear al público cuando la película esté concluida. Claro, intento tener cuidado al elegir mis papeles, intento ser una persona responsable siempre que se puede.

"En general me fío más de las personas que de los guiones. Es decir, prefiero a los directores apasionados, es más, los busco. Soy el tipo de actor que se adapta al material, en lugar de que la historia se adapte a mí. No trabajo en una película motivado por el salario. Es cierto que en Hollywood me pagan muy bien, pero eso me ayuda a cubrir lo demás, esos otros 'juguetes' que me construyo, ese cine para otras mentalidades."

-¿Se arrepiente de haber interpretado a algún personaje?

-Claro, se cometen errores. Pero no te voy a decir cuáles.

-¿Por qué se ha ido de Estados Unidos? Sabemos que ahora su lugar de residencia será Italia.

-Llevaba 30 años viviendo en Nueva York a pesar de que he viajado tanto y he conocido el mundo. Ahora me he ido no sólo porque me encanta Roma y me he casado con una actriz, productora y directora italiana, sino porque Nueva York se está convirtiendo en una "isla" políticamente hablando.

Filmar es una gran aventura

-¿Le gusta ser el villano de la película?

-¿Dime cuándo he sido un villano? No, yo no lo siento. Me sorprende cada vez que me preguntan que siempre hago villanos. Pienso que filmar es una gran aventura. Por ejemplo, hacer a Jesús en La última tentación de Cristo fue una experiencia única, porque me limpié de todas las imágenes que tenía de Cristo. Tenía que llegar al set de filmación sin ninguna expectativa en torno al personaje, porque se trataba de transmitir emociones acerca de una experiencia determinada. En otras ocasiones, sólo basta una buena dentadura postiza para tener la clave de un buen personaje.

"En El paciente inglés interpreté a un hombre vengativo, y la venganza no es una emoción que conozca bien, pues nunca me han pasado cosas tan horribles como para sentir eso, entonces utilicé otra sensación para transmitir la venganza."

-El festival exhibió la película Before it had a name, en la cual usted actúa, además de haber escrito el guión. ¿Su siguiente paso será dirigir cine?

-No. Lo mío es actuar y sólo eso. Los directores están sentados, detrás de la cámara, viendo todo desde fuera. A mi me gusta más hacer que ver. No obstante, la vida de un actor es como estar en el limbo, a la espera de proyectos interesantes, pero lo asumo porque me gusta experimentar la sensación de convertirme en otro. Actuar es mi vida, lo que más me gusta en el mundo, mi adicción.

 
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