Usted está aquí: lunes 19 de septiembre de 2005 Opinión Nuevas formas de organización ciudadana

Nora Patricia Jara

Nuevas formas de organización ciudadana

El sismo que vivimos cumple 20 años de haber sacudido la tierra y con ella nuestras conciencias y recuerdos. A la memoria vendrán los rostros y nombres de quienes fueron víctimas de la naturaleza, junto con las primeras órdenes gubernamentales para hacer frente al desastre: sacar el Ejército para resguardar la propiedad privada ante posibles saqueos y evitar en lo posible dar información detallada sobre los acontecimientos, en tanto se hacía el diagnóstico de la situación y los daños.

Las instrucciones que gira el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado fueron a las 7:45 horas a la Secretaría de Gobernación, a los mandos de las Fuerzas Armadas y a las autoridades del Departamento del Distrito Federal para comenzar las acciones de emergencia de las que se disponía como Plan DN-III-E de rescate a la población civil en caso de desastre, el terremoto ocurrido apenas 20 minutos antes a las 7:19 AM había incomunicado a la ciudad, colapsado los servicios de transporte y las instituciones de salud pública y seguridad.

Fueron cientos de miles de ciudadanos los que se hicieron de inmediato a la tarea de ayudar a los supervivientes, se agolpaban alrededor de las estructuras caídas para retirar toneladas de escombros y sacar a los que estaban enterrados con vida o no; trabajadores, miles de estudiantes y empresarios buscaron por su cuenta los medios para paliar la situación de temor y desesperanza ante la magnitud del impacto.

De Palacio Nacional salieron cerca de 3 mil 500 efectivos de las brigadas de infantería, a ellos e sumaron más tarde 9 mil 357 elementos del Ejercito y Fuerza Aérea mexicanos y 10 mil conscriptos, bajo las órdenes de la Primera Zona Militar. Fue a las 9 horas cuando De la Madrid comenzó su primer recorrido por la ciudad en helicóptero, el argumento es que se hacía por aire para inspeccionar en forma directa las zonas afectadas.

A las 10:30, ya acompañado del regente Ramón Aguirre, la revisión se alargó 30 minutos para sobrevolar el edificio Nuevo León, la Unidad Nonoalco Tlatelolco, la esquina de Juárez y Balderas, Pino Suárez, el Centro Médico del IMSS, el Hospital General y la Procuraduría del DF. Es hasta el tercer recorrido que surgen las medidas como dar prioridad al rescate de supervivientes, no escatimar esfuerzos ni recursos para ayudar a la población afectada, adoptar medidas necesarias para que aquellos que quedaron sin vivienda fueran protegidos, sobre todo, hacer del conocimiento público que el gobierno de la nación tenía el control de la situación, que disponía de recursos y elementos necesarios para atender las consecuencias del sismo.

A las 14 horas se realiza la primera reunión extraordinaria con el jefe del Ejecutivo, el gabinete federal y ampliado, y se instalan las comisiones Nacional y Metropolitana de Emergencia. Si bien en la respuesta gubernamental de entonces el titubeo y el querer ocultar parte de los acontecimientos son censurables, la labor de los grupos solidarios de la sociedad que estaba en pie fue la que por medio de la autorganización ejecutó los rescates iniciales, fue tal la respuesta, que uno de los retos de la autoridad fue el de controlar el flujo de población que se concentraba masivamente en los edificios colapsados, tratando de evitar un mayor número de víctimas.

El gobierno federal calculó en ese entonces que más de un millón de personas conformaron voluntaria y de manera espontánea un gran cuerpo de rescate que trabajó día y noche. Las acciones permitieron según datos duros atender 280 frentes, rescatar vivas a 4 mil 96 personas, trasladar a 14 mil 268 heridos, dar atención médica a 38 mil 605 personas, con ayuda que llegó de todos los estados de la República y de 45 países, que enviaron 5 mil 709.5 toneladas de donativos en especie; medicamentos, instrumental y equipo médico, 957.7 toneladas de alimentos, maquinaria, equipo de rescate y hasta brigadas de apoyo con 154 perros adiestrados para la localización de personas vivas.

En aquel fatídico 19 de septiembre de 1985 en la ciudad de México la emergencia evidenció nuevas formas de organización ciudadana, sin pillaje, en medio de la tragedia el sentimiento era de solidaridad, el que obligó a la autoridad a modificar por mucho su propuesta de reconstrucción que calculó en 48 mil millones de pesos provenientes del país y 15 millones de dólares del extranjero y se administraron en el Fondo Nacional de Reconstrucción. Colectividad que retó al Estado a dar una respuesta institucional oportuna y efectiva e incluir programas de emergencia para casos de desastre, y de forma extraordinaria impulsar la creación de un código de conducta, inventario y organización de grupos y asociaciones cívicas que ayudan y cooperan socialmente.

 
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