El puerto, el más activo de Estados Unidos en el golfo, comienza a volver a la vida
Nueva Orleáns perderá su alma cuando sea reconstruida, dice el poeta Andrei Codrescu
Los trabajadores de la ciudad, dispersados por todo el país; la mayoría nunca regresará
Ampliar la imagen Un muerto yace en una casa de Nueva Orle� a la cual penetraron los cuerpos de rescate FOTO Ap Foto: Ap
Nueva Orleáns, 13 de septiembre. El puerto de Nueva Orleáns, el primero y más activo económicamente de Estados Unidos en la costa del Golfo de México, comienza a volver a la vida mientras el primer buque con ayuda que llega desde el paso de Katrina, hace más de dos semanas, fue anclado y vaciado.
La llegada de café, madera, bobinas de acero y otras materias de Centro y Sur América fue visto por economistas y oficiales del gobierno como signo positivo de que el amplio impacto económico de la tormenta y sus consecuencias son lo suficientemente pequeñas para evitar una mayor recesión o que se agiten los mercados mundiales.
Sin embargo, es un simbólico primer paso en lo que posiblemente será un largo y doloroso proceso. El puerto en sí mismo sufrió daños estructurales, y el colapso de los sistemas de diques cambió la forma y la profundidad para aproximarse al puerto por el lago Mississippi.
Más serio es que los trabajadores que podrían ayudar a restaurar un puerto que maneja al menos 10 por ciento de las necesidades energéticas de Estados Unidos y mucha de las exportaciones de granos, fueron enviados al medio oeste y dispersados por todo el país, a raíz de las inundaciones. Incluso, si regresaran a trabajar, la mayoría de ellos no tendrían dónde vivir porque sus casas se encuentran anegadas o destruidas.
Por ahora, al menos 40 trabajadores del puerto -camioneros, estibadores, trabajadores de almacén y guardias de seguridad- han sido alojados en una nave grúa que llegó de Texas la semana pasada. Otros tres barcos con cuartos para al menos mil personas están próximos a llegar.
Reavivar el puerto -tan estratégico que fue el primer lugar que los alemanes intentaron atacar en un asalto a suelo estadunidense durante la Segunda Guerra Mundial- ha sido claramente una prioridad en cada nivel del gobierno, y oficiales expresaron su satisfacción de que comenzaran tan rápido las operaciones después de los primeros pronósticos de una posible inactividad.
"El río aún esta aquí. Los ferrocarriles aún están aquí. Todas las partes que hacen que este puerto sea grande están aquí", señaló su director, Gary LaGrange, al periódico The Times-Picayune. "Todo lo que tenemos que hacer es tener fuerza y traer de vuelta a nuestra gente".
La reanudación de operaciones de carga coinciden con la reapertura limitada del aeropuerto internacional de Nueva Orleáns a las mercancías y algunos pasajeros.
El optimismo es ciertamente prematuro, sin embargo, en una ciudad que estuvo 80 por ciento sumergida luego que los diques se rompieran es posible que nunca recobre en la totalidad su gloria.
La atención en los activos económicos sólo ha agregado miedos a muchos comentaristas locales y artistas de que la ciudad será convertida en el futuro en una especie de Disneylandia, que atravesará el área del barrio francés, el centro y las viviendas finamente diseñadas del distrito de Garden, todos afectados por las inundaciones.
Parece claro que muchos residentes, especialmente pobres, no regresarán, porque sus casas ya no existen, las perspectivas de empleo son inciertas y ahora están temerosos y muchos no encontrarán la manera de regresar, aun si quisieran.
Esto, en perspectiva, podría tener un profundo efecto en la cultura de la ciudad. Andrei Codrescu, poeta rumano y novelista, quien ahora vive en Baton Rouge, le dijo al New York Times: "Estoy seguro que la ciudad será rediseñada, pero me temo que en el proceso perderá su alma (...) la gente que canta blues se habrá ido".
© The Independent
Traducción: Erik Vilchis