Usted está aquí: domingo 11 de septiembre de 2005 Deportes ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

¿Recuperar la dignidad?

POR ENESIMA VEZ en su accidentada historia, la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, siempre a merced de empresarios taurinos voluntariosos, de los diestros que figuran y de sus colegas españoles, se dispone a revisar con éstos el conmovedor -por inequitativo e incumplido- Convenio Taurino Hispano-Mexicano, sin ningún ajuste desde hace 15 años. Los coletas mexicanos han reiterado que también en esta ocasión procurarán evitar lesionar intereses y romper el absurdo convenio -aquí todas las facilidades para los numerosos diestros peninsulares, allá ninguna reciprocidad para los contados nacionales que se animan a ir-, por lo que difícilmente puede pensarse en nuevas cláusulas que disminuyan esta brutal diferencia de trato, propiciada, debe decirse, por la abismal diferencia de organización del espectáculo taurino en uno y otro país.

ALLA TODAVIA LAS autoridades se atreven a inmiscuirse en serio en la preservación, desarrollo y promoción de la fiesta de los toros, no como invento de ciertos ricos o terapia ocupacional de algu- nos júniors, sino como una de las tradiciones más genuinas del pueblo español, con una importancia cultural, política y económica que por acá nuestros indescriptibles funcionarios no acaban de percibir, al grado de que ni siquiera se atreven a mencionar el tema. Y lo más importante: el nivel organizativo taurino de España le ha permitido ser autosuficiente, sin necesidad de importar toreros para darle competitividad y atractivo a su espectáculo, como no sea algún atrevido genial de apellido Gaona, Espinosa o Arruza. De ahí el creciente proteccionismo y autocomplacencia de los taurinos españoles cuando un mexicano aspira a alternar con los toreros de la tierra. En cuanto descubra la posibilidad de competir con y superar a las figuras españolas, serán tantas las piedras que le pongan que optará por regresar a seguir siendo cabeza de ratón. Tres muestras: Martínez, Cavazos y Rivera, quienes luego de varios triunfos en España prefirieron ya no volver.

DOS CLAUSULAS DEL convenio vigente conmueven. La octava sueña: "Las asociaciones firmantes de este Convenio se solidarizan y comprometen a intentar recomendar a las empresas un más justo intercambio en las contrataciones profesionales". Y la undécima advierte: "Los rejoneadores españoles en México y los mexicanos en España -hace décadas que no se presenta uno- podrán actuar sin limitación de actuaciones, pero siempre acompañados de rejoneadores del país donde se celebre la actuación, en una proporción no inferior al 50 por ciento. A estos efectos los matadores de toros y novillos no harán número".

CON LA ANUENCIA de la impotente Asociación Nacional de Matadores, la autorregulada empresa de la Plaza México ha contravenido esta última cláusula, anunciando a un rejoneador y a un torero de a pie nacionales para alternar con dos coletas españoles, así como imponiendo al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza como único actuante a caballo.

¿PODRAN ESTA VEZ LOS matadores mexicanos incluir siquiera una cláusula que obligue a las figuras españolas contratadas a torear la corrida de la Oreja de Oro, o seguirán como simples gestores del permiso de trabajo para aquéllas?

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