Exige coalición internacional prohibir uso de redes
Autoridades no garantizan llevar ante la ONU propuesta ecológica
En las aguas profundas internacionales habitan las especies más longevas, raras y difíciles de reproducir. Los ejemplos más significativos pueden ser los corales lophelia y dorados, cuyo desarrollo comenzó hace más de 8 mil y mil 800 años, respectivamente, o peces como el dorado, que viven hasta 150 años, que hoy están en riesgo de desaparecer por la actividad marítima más dañina del mundo: la pesca de arrastre.
La semana pasada tres representantes de la Coalición para la Conservación de los Fondos Marinos -alianza formada por más de 40 organizaciones internacionales y al menos mil 136 científicos- estuvieron en México para solicitar al gobierno que asuma ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) el liderazgo de la moratoria, que exigen desde hace más de un año, y se frene el uso de redes lastradas, que se despliegan hasta 40 metros y son capaces de arrastrar 40 toneladas de especies marinas, lo que tiene un efecto destructivo 150 veces mayor que la tala de bosques a matarrasa en todo el mundo.
De ese hábitat se ha estudiado sólo una mínima parte. Se calcula que existen entre 30 mil y 100 mil montes marinos, en los que hay colonias de peces abisales y organismos del mar profundo, y de éstos se han analizado menos de 300. Los científicos calculan que existen hasta 100 millones de especies, cada año se descubren nuevas y, en general, se desconoce la estructura de sus cadenas alimentarias.
Se estima que 80 por ciento de las capturas realizadas en altamar representan menos de uno por ciento del total declarado. Para esta actividad se usan máximo 200 barcos, mientras el censo de la flota pesquera global es de aproximadamente 3.1 millones. Pero su poder es tan alto, que son capaces de terminar con arrecifes, corales y ecosistemas enteros.
Matthew Gianni, coordinador político de la coalición; Lance E. Morgan, biólogo marino, y Juan Carlos Cárdenas, del Centro para la Conservación y el Desarrollo Sustentable, se fueron sin recibir garantía del apoyo que necesitan de México, pero esperan una respuesta positiva, que se sumaría a las de Chile y Brasil, para que la ONU agende el tema para octubre próximo, cuando se abordarán asuntos relacionados. Costa Rica asumió el liderazgo en un primer intento en 1992, aunque la lucha al respecto se inició en la década de los 70.
Interrogados al respecto, los especialistas advirtieron sobre el riesgo de que continúe la pesca de arrastre, especialmente por países europeos, a sabiendas de que la captura de especies que habitan en el fondo del mar no son indispensables para la seguridad alimentaria. Aseguraron que es mucho más fácil matar gran número de peces abisales mediante arrastre que estudiarlos en su hábitat natural, y de ahí la urgencia por que se declare la moratoria, en tanto se adoptan medidas para regular la actividad.
Cárdenas indicó que la pesca en altamar se realiza fuera de las 200 millas que cada país mantiene como jurisdicción; es decir, representa 0.25 por ciento del territorio marítimo total y no cuenta con un ordenamiento de protección.
La preocupación científica, expresó a su vez Matthew Gianni, se mantiene porque la pesca de arrastre, aunque se encuentra en sus etapas iniciales, causa un impacto devastador y en realidad no representa una gran fuerza económica en el mercado mundial. El valor de esta pesca se calcula entre 300 y 400 millones de dólares anuales, que equivalen en promedio máximo a 0.5 por ciento del total de captura de peces de mar a escala mundial, tasado en 75 mil millones de dólares, según estimaciones de 2001.
Por su parte, Lance E. Morgan sostuvo que el colapso del fondo marino, por el uso de las redes de arrastre, aumenta la vulnerabilidad de las especies, que pueden agotarse muy rápidamente mientras su recuperación será lenta. En algunas su capacidad de reproducción puede ser de 35 por ciento. Ejemplo de ello es la devastación que provocaron en el pasado flotas de la ex Unión Soviética y Japón en montes submarinos, y 25 años después de ello aún no se pueden recuperar.
Durante su estancia en México, los especialistas, acompañados por gente de Greenpeace, se reunieron con el director del Instituto Nacional de Pesca, Luis Arriaga, y con su colega de la Universidad Nacional Autónoma de México Elba Escobar, quien continuará con la labor de sensibilización ante el gobierno mexicano.