Republicanos, preocupados por los costos políticos
Despachan en la zona afectada altos funcionarios del gabinete de Bush
Ampliar la imagen Robin Blunt, durante una misa por las v�imas del hurac�en un campamento instalado en la base de la fuerza a�a de San Antonio, Texas FOTO Ap Foto: Ap
Washington, 4 de septiembre. La administración de George W. Bush debió hoy movilizarse rápidamente para contener el desastre político provocado por el huracán Katrina, mediante el envío de altos miembros de su gabinete a la devastada costa del golfo de México.
Este domingo, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, estuvo en el aeropuerto de Nueva Orleáns, convertido en un centro médico de urgencias para la gente de la ciudad. La secretaria de Estado, Condolezza Rice, y la mayoría de los altos funcionarios del gobierno de Bush de raza negra despachan en Mobile, una de las principales localidades de Alabama, el estado natal de Rice.
Más de 7 mil soldados están en camino a la región, así como 10 mil miembros de las guardias nacionales estatales, lo que elevará a 40 mil la cantidad de efectivos.
Aparentemente, el orden en la zona ha quedado restablecido y en algunas áreas hay electricidad nuevamente. Pero en la región dañada hay desilusión por el hecho de que las autoridades no hayan llegado con ayuda a las víctimas, que habitaban predominantemente barrios pobres de negros.
Mary Landrieu, senadora demócrata por el estado de Louisiana, nativa de Nueva Orleáns, describió la primera visita de Bush a la región -cinco días después de que golpeó el huracán- como una oportunidad para salir en la fotografía.
Otros funcionarios locales han reaccionado con más enojo. "Hemos sido abandonados por nuestro propio país", dijo Aaron Broussard, presidente del condado de Jefferson -correspondiente a la zona suroeste de la ciudad-, en declaraciones a la televisora NBC.
"La burocracia ha cometido un crimen en la zona metropolitana de Nueva Orleáns y la burocracia tiene que ser llevada ahora a un juicio ante el Congreso", señaló Broussard.
La agonía de Nueva Olreáns es sólo parte de la historia. Vastas porciones de la costa de Louisiana, Mississippi y Alabama están inundadas y virtualmente arrasadas. Los esfuerzos de recuperación son ahora intensos, pero son sólo paliativos de carácter temporal.
La carencia de agua potable es una preocupación mayor. Este domingo hubo reportes de personas enfermas de disentería en Biloxi, la ciudad de Mississippi que recibió de frente la furia de la tormenta.
"Necesitamos preparar al país para lo que viene", dijo el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, que tiene a su cargo el manejo de la crisis y el cual ha sido criticado por su falta previsión.
"Cuando el agua sea removida de Nueva Orleáns vamos a encontrar gente que murió, quizá atrapada en sus casas o sus restos estarán en las calles", afirmó.
Tras el paso de Katrina, la agenda legislativa de Bush -con la que pretende hacer recortes en impuestos y servicios de salud para los más necesitados- puede ser ahora insostenible.
El presidente no está de cara a la relección, pero la fuerza de su partido será debilitada, a menos que demuestre que la crisis está bajo su control.
Legisladores republicanos cuyos asientos van a estar en disputa en 2006 están preocupados por la reacción política. Otros correligionarios de Bush que tienen en la mira la Casa Blanca para el 2008 pueden comenzar a tomar distancia del gobernante.
Es de llamar la atención la ausencia de críticas de parte de los demócratas del más alto nivel. Han estado callados, casi por completo. Quizá porque calculan que los republicanos han padecido mucho daño y que los ataques de su parte van a ser menospreciados por la Casa Blanca como la "política partidista de costumbre".
©The Independent
Traducción: Guillermo García