Usted está aquí: domingo 4 de septiembre de 2005 Espectáculos MUSICA

MUSICA

Luis Jasso

Los dioses del panteón metalero despertaron en Wacken

EL DIOS DE la lluvia estuvo de gran humor el pasado festival Sacien, pues saludó a los poco más de 35 mil fanáticos del metal reunidos en el pequeño pueblo alemán con tres días ininterrumpidos pasados por agua.

BASTARON LAS PRIMERAS y melancólicas notas de Tristona para que el cielo liberará las lágrimas contenidas.

AUNQUE EL FESTIVAL lo abrieron los noruegos, una de las más grandes atracciones fueron los recién reunificados suecos de Candlemass, que tomaron las riendas del metal llevándolo a los extremos más depresivos y oscuros. Poco a poco el público fue llenando el espacio, absorto en las lentas y decadentes notas del mejor doom metal de los tiempos modernos. Lo suyo no es melancolía, es existencialismo casi suicida. El escenario estaba adornado con enormes cruces blancas que le daban un sentido todavía más oscuro a la legendaria decadencia lírica del quinteto.

MESSIAH MARCOLIN, EL vocalista, enfundado en su tradicional hábito de monje, demostró que la demencia bien cabe en el seno del metal.

LA FIESTA DIO un giro de 180 grados. el primer día cerró con los finlandeses de Nightwish fueron anunciados como los estelares. La expectación era grande, pues se trata de una banda que en México ha crecido enormemente, pero faltaba ver si Europa también se había rendido a los pies de Tarja Turunen y compañía, o si los metaleros aztecas se quemaban con los primeros rayos de sol. La respuesta fue impresionante: 30 mil cabezas de sonaja (por aquello de sacudirla como tal). Dieron muestra de que ha dejado de ser una buena banda del subterráneo para transformarse en una de las fuerzas motoras del metal del nuevo milenio.

MORGANA LEFAY TOMO el escenario True Metal y sacudió a los asistentes con su potente metal con sabor a vieja escuela. Después, en el Black Metal Stage, Naglfar mostró que es capaz de llevar al terreno de las presentaciones en vivo su violentísimo black metal, tan puro y pagano como lo hace sonar en sus cidís. El baterista es una máquina que sin perder el aliento pasa a gran velocidad de bruscos ataques de doble bombo a golpes precisos y macizos.

LA MAGNA LEYENDA del punk Marky Ramone hizo de las suyas. Lo bueno fue verlo allí, ante un público mayoritariamente metalero que le rindió tributo. La concurrencia fue de más de cinco mil almas. Lo malo fue que los tres músicos que lo acompañan son tan jóvenes que parecen gusanos en capullo, esperando el día en que puedan madurar, lo que fue repuesto con creces por el baterista, quien a pesar de tener siempre el eco de lo que pasaba en el lejano Black Stage (Obituary), se entregó como siempre.

LA LLUVIA, INSISTENTE. Chubascos y aguaceros hicieron de la pradera oscuro y pesado lodazal. Con todo, el tiempo llegó para otra de las grandes leyendas de esta 16 edición de Sacien Open Air: Metal Church se subió al escenario sin nada que perder, con su enorme pasado como único soporte y salió de allí como torero que corta orejas y rabo, sacado del ruedo en hombros y por la puerta grande. Excepcional demostración de Heavy Metal, así, sin mayores adornos, con excelentes solos, una potentísima voz y temas como Watch the children pray, coreados a tope.

LLEGO EL MOMENTO para Apocalyptica, otra de las agrupaciones que debían ser vistas en un escenario como el de Sacien para medir su real trascendencia. El resultado fue apoteósico. Si bien la concurrencia no era mayor a los 20 mil, la cifra se volvió espectacular al recordar que lo suyo es hacer metal con tres violoncelos y una batería. Además, los temas viejos de Metallica, que forman buena parte del set de los finlandeses, siempre son bienvenidos en el contexto del rock duro.

EL CIERRE FUE menos contundente, tras un fallido intento de Corvus Coprax por encender los empapados ánimos con su versión en gaitas y orquesta de Carmina Burana.

TREMENDA TORMENTA INUNDO cientos de casas de campaña, lo que lejos de desanimar hizo surgir extrañas formas de entretenimiento. Algunas personas dejaban escapar algún lamento a todo pulmón, a lo cual seguían dos o tres segundos de mortal silencio, para luego recibir respuesta de alguien más en otro punto distante del campamento. Tocaron los suizos Samael y los finlandeses Sentenced, quienes ofrecieron una exquisita presentación. La banda dio cátedra de cómo manejar los estados de ánimo del público, logró arrancar algunas lágrimas.

LOS RUGIDOS DE Zyklon y la virulencia lírica de Suffocation dieron el banderazo de salida. Over Kill fue la única banda que tocó un set completo sin lluvia. Excelente muestra de trash neoyorquino de la vieja escuela. Las alemanas Edguy, que mostró ser profeta en su tierra, y Kreator, nostalgia viva, dieron el toque final.

 
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