Pesar mundial por la tragedia iraquí
El ministro iraquí de Sanidad, Mohamed Alí, próximo al jefe radical chiíta Moqtada Sadr, pidió públicamente ayer la dimisión de sus homólogos del Interior y de Defensa, responsabilizándolos de la mortífera estampida ocurrida en Bagdad, en tanto que el primer ministro iraquí, Ibrahim Jaafari, decretó tres días de duelo nacional ante esta tragedia, que conmovió al mundo.
Estados Unidos lamentó "profundamente" lo ocurrido y reafirmó su confianza en que Bagdad logre controlar la situación, mientras Francia, al igual que el resto de los países, lamentó la tragedia y manifestó su "total solidaridad" con Irak, dijo el primer ministro Dominique de Villepin. El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, aventuró que la muerte de 997 personas fue "una tragedia provocada por el terrorismo".
Las autoridades iraquíes atribuyeron a fieles del derrocado presidente Saddam Hussein y a miembros de la red del extremista jordano Abu Mussab Zarqawi la responsabilidad del rumor que originó el caótico movimiento de pánico.
Antes de la estampida, siete personas murieron y otras 37 resultaron heridas tras ataques rebeldes con morteros cerca del mausoleo de Mussa Kazim. Los Mujaidines de Jaiech al Taifa al Mansura, grupo armado sunita vinculado con Al Qaeda en Irak, reivindicó en un comunicado los disparos de mortero. Asimismo, dos soldados estadunidenses perdieron la vida en ataques separados en Samarra y Bagdad.
Otras 25 personas fallecieron tras ingerir comida envenenada y sus cadáveres fueron llevados al hospital. Mohamed Alí calificó de "terroristas" los ataques con mortero contra el mausoleo Al Kazim y confirmó los casos de envenenamiento, al destacar que los peregrinos fueron "advertidos contra el consumo de productos alimentarios ofrecidos por desconocidos".
Afp