Usted está aquí: jueves 1 de septiembre de 2005 Opinión Gaza y el valor de resistir

Angel Guerra Cabrera

Gaza y el valor de resistir

Las implicaciones de la evacuación unilateral de los colonos y las tropas israelíes de la franja de Gaza distan mucho del melodrama hollywoodesco montado por los pulpos mediáticos que, conmovidos por el desalojo de los asentamientos judíos ilegales, silencian o minimizan los crímenes de guerra perpetrados cotidianamente por el ejército de Tel Aviv contra la población civil en los territorios palestinos ocupados. Comparemos, por ejemplo, la escenografía con que nos bombardearon machaconamente sobre la evacuación de los colonos con el espacio que otorgan a la construcción del Muro del Apartheid y las constantes protestas de los palestinos y las brigadas internacionalistas contra esta acción. El muro, cuya edificación ha sido declarada ilegal por el Tribunal Internacional de La Haya y por Naciones Unidas, se interna en Cisjordania e impide el acceso de miles de campesinos palestinos a sus tierras de labor y fuentes de agua, que ahora quedan en manos de Israel. Su impacto en la ya exangüe economía palestina será desastroso.

Para entender cualquier paso dado por Tel Aviv es indispensable partir de algunos hechos. Desde su misma fundación, Israel se basa en una ideología teocrática, racista y colonialista que lo llevó a desplazar por la fuerza a gran parte de la población palestina de sus tierras de origen y a una continua política de guerra y expansión. En la entidad sionista, que ocupa 80 por ciento de la Palestina histórica, tiene gran peso político una corriente ideológica ultra, aspirante a una nueva anexión territorial que devuelva el espacio al que cree tener derecho, según una interpretación alucinada del Viejo Testamento. Esta conlleva la expulsión de los palestinos inclusive de los territorios ocupados en 1967. Israel, además, es el aliado estratégico de Estados Unidos en Medio Oriente y pieza clave de sus planes de dominio de la región, por lo que recibe de aquel cantidades astronómicas de ayuda económica y militar. Puede haber eventualmente diferencias secundarias entre Washington y Tel Aviv, pero en lo esencial siempre existirá coincidencia. Esto repercute directamente en cualquier avance hacia la paz en Palestina, que la política de la Casa Blanca subordina a los intereses del Estado hebreo.

Entonces, ¿cómo leer el desalojo de Gaza? Aunque no sea su única causa, encaja en la necesidad apremiante de Bush II de mejorar su deteriorada imagen ante la opinión árabe e islámica presentándose como promotor de este paso en "favor de la paz" para aliviar su desesperada situación en Irak, así como de proyectar al mundo la noción de que Ariel Sharon abre una perspectiva de solución negociada a la ocupación de Palestina. Según esto, Israel sería llevado a una posición de liderazgo en el área con la complicidad de los regímenes árabes títeres.

Gaza constituye sólo una ínfima parte de la Palestina histórica y aun de los territorios ocupados por Israel en 1967. La evacuación no significa el fin de la ocupación, toda vez que Tel Aviv conservará el control de las fronteras, el mar, el espacio aéreo y sectores claves de la economía como electricidad y telecomunicaciones. Nada ni nadie puede entrar o salir de la franja sin autorización de Israel, como también ocurre en Cisjordania. Por otra parte, el Estado hebreo refuerza con el muro los asentamientos ilegales, que ya cuentan con 230 mil colonos. Baste decir que se han establecido ahí más colonos en este año que todos los recientemente desalojados de Gaza y de dos asentamientos de Cisjordania. Sharon ha afirmado que no existe ninguna intención de retirarse de Cisjordania ni de Jerusalén este. Llegó a proclamar que los colonos permanecerán allí "por toda la eternidad". Bush, por su parte, ha dado a entender que no sería "realista" esperar el desalojo de todos los colonos. Este cuadro aleja cualquier solución verdadera de paz, no obstante el doble discurso de Washington.

Pero hay otro ángulo a considerar sobre la retirada de la franja de Gaza. Y es que no habría sido posible sin la desigual y persistente resistencia palestina, armada y de masas, contra un enemigo dotado de los medios de combate más modernos. Lo mismo es válido para el pequeño movimiento pacifista de Israel. La resistencia es lo único que puede doblegar a Tel Aviv. Aunque sea un movimiento táctico de Sharon y Bush, ellos no habrían hecho ni siquiera esta pequeña concesión de no existir la tenaz rebeldía palestina.

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