Encienden las "luces de la esperanza" en el Zócalo
A 27 años de creado, el Comité Eureka sigue en pie de lucha
La pertinaz lluvia no logró apagar los 27 cirios que las madres del Comité Eureka encendieron para recordar la misma cantidad de años de la primera huelga de hambre -el 28 de agosto de 1978-, que fue el inicio de su tenaz lucha para exigir la presentación de los desaparecidos, la libertad de todos los presos políticos que se encontraban en las cárceles del país y el cese de la persecución desatada por el gobierno contra más de 2 mil activistas.
Como hace 27 años, las madres que integraban el Comité pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México regresaron la noche del miércoles a la catedral de la ciudad de México para encender "las luces de la esperanza" de más de 500 hijos, hermanos o padres desaparecidos, y recordarle al presidente Vicente Fox que "no existe democracia mientras haya un desaparecido".
"No tenemos deseos de venganza, sólo queremos justicia", insistía por el micrófono Rosario Ibarra de Piedra, mujer que tres décadas después de haber iniciado su largo peregrinar para encontrar a su hijo logró que las autoridades mexicanas reconocieran que en el país existen más de 200 desaparecidos en una guerra sucia organizada y aplicada por el Estado mexicano en los años setenta.
Ibarra de Piedra señaló que no sólo "reafirmamos nuestra lucha por los desaparecidos, sino por la de nuestros viejos que partieron con el dolor de la ausencia de los que amaban... lucharemos por los que ya se fueron".
Puntuales, las madres del Comité Eureka encendieron los 27 cirios frente a la catedral, recordaron a sus hijos desaparecidos y reafirmaron que la búsqueda no cederá hasta que sean presentados vivos, como vivos se los llevaron.
Las luces de bengala aparecieron cuando el contingente de madres, familiares, amigos y representantes de organizaciones solidarias empezaron a caminar alrededor de la plancha del Zócalo capitalino.
"Hijo, dónde estas, te queremos abrazar", se escuchaba cada vez con mayor fuerza para evitar que la lluvia y el ruido mitigara la fuerza de sus voces.
"El grito de '¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!', más que una consigna, es un reclamo; es el grito que debe inundar este país. No queremos su mentada democracia, como dice Rosario, mientras exista un solo desaparecido", recordaban padre o madre, hijo o hija de los más de 500 desaparecidos.
No podían faltar los llamados Hijos por la Dignidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Llegaron para abrazar "a las doñas", a quienes les confirmaron que continuarán caminando junto a ellas hasta que sea localizado el último desaparecido.
"Vamos al lado de ustedes, al ladito de ustedes", señalaban mientras abrazaban a Rosario Ibarra y repartían luces de bengala, "para ver mejor la luz de la esperanza de los desaparecidos".