Usted está aquí: martes 30 de agosto de 2005 Espectáculos MUSICA

MUSICA

Jaime Avilés

Del cante jondo al cantecito: la poesía de Kiko Veneno

Rock, flamenco, country y blues

UNA VEZ QUE la memoria se desata, como las presas que se desbordan, los recuerdos barren con los muros que los guardan e inundan los campos que encuentran a su paso. En estas aguas revueltas surgen ahora, venidas por donde menos las esperaba, la música y la poesía del cantautor catalán, reconvertido en andaluz, Kiko Veneno, que tuvo una influencia decisiva en la fusión del flamenco con el rock, el country y el blues, pero la belleza minimalista de algunas de sus letras no ha sido reconocida como debiera.

"LLORAN LAS RAMAS/ azotadas por el viento/ y las raíces se están riendo en la oscuridad/ sentado en la fuente/ me mojo la cara/ y un aire caliente/ malditas palabras/ la cocacola/ siempre es igual/ pero yo no/ yo puedo cambiar/ ya no quiero más/ tener buena suerte/ abrázame fuerte y hazme volar/ hazme reír/ hazme llorar..."

NACIDO EN 1952 en Girona, Catalunya, hijo de un militar en plena dictadura franquista, José María López Sanfeliú es llevado por sus padres, en 1954, a vivir en el puerto de Cádiz, muy cerca de Sevilla, donde se "forma" -él mismo así lo reconoce- oyendo discos de los Monkees, los Beatles y Bob Dylan, lo que no le impide graduarse como licenciado en Historia por la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona, requisito que cumple para satisfacer las estrictas exigencias paternas y, acto seguido, abandonar esa carrera para entregarse a su vocación musical.

"MIRANDO A LOS cielos/ con los pies en la maceta/ yo también tengo/ mi fórmula secreta/ la cocacola/ siempre es igual/ yo a veces tampoco/ puedo cambiar/ ya no quiero más/ tener buena suerte..."

LA VOCACION MUSICAL, incluso en la España de la segunda mitad de los años 70, pasa también por la vagancia, a la que se dedica en las Canarias y viajando por las seis provincias de Andalucía, pero en 1977 forma el grupo Veneno y graba un disco del mismo nombre, que es bien recibido y lo da a conocer también como compositor. El conjunto se disuelve en 1978 pero, al año siguiente, Kiko le vende un tema -Volando voy- nada menos que a Camarón de la Isla, que se convierte en su primer éxito, le deja dinero y le permite montar un barecito junto a Cádiz.

EN 1981 VUELVE a la escena y se va de gira con Camarón, Pata Negra, María Jiménez y otros artistas; en 82 sale su primer álbum solista, Seré mecánico por ti, que pasa inadvertido para el gran público. Durante los cuatro años siguientes vuelve a caer en la confusión, intentándolo todo sin suerte, y como ya no tiene qué comer se vuelve burócrata al servicio de la Diputación de Sevilla como coordinador de actividades culturales, que para eso al menos le sirvió el título de la universidad.

"ECHO DE MENOS/ la cama revuelta/ ese zumo de naranja y las revistas abiertas/ y en el espejo/ ya no encuentro tu mirada/ no hay besos en la ducha/ ni pelos ni nada.// Y entre los dos/ un muro de metacrilato/ no nos deja olernos/ ni manosearnos.// Y por las noches/ sólo cambios de posturas/ y encuentro telarañas/ por las costuras//. Lo mismo te echo de menos lo mismo que se te echaba de más// Si tú no te das cuenta de lo que vales/ el mundo es una tontería/ y vas dejando que se te escape/ lo que más querías..."

TODO EMPEZARA A cambiar para él a partir de 1992 cuando publica su enésimo disco -Echate un cantecito-, que borra la suma de tantos fracasos anteriores, lo coloca en la plataforma de lanzamiento a las estrellas y lo distingue como creador del subgénero del "cantecito", que le permitirá cruzar el firmamento con un producto propio. "Por ahí viene Joselito/ con los ojos brillantitos/ por la calle Peñón.// Se ha tomado tres botellas/ de cocacola llenas/ de vino de Chiclana.// Ya tiene las ganas/ y ahora sólo busca un sitio/ donde le dejen cantar.// Ponme otra copa/ y ya sabes que mañana/ voy a la mar.// Ayayayyy Joselito..."

PARA LA CRITICA especializada en el tema, el "cantecito" no era "rock-flamenco", según se decía en la época, sino el encuentro de dos culturas o el espacio en que los músicos flamencos se transformaron en rockeros y Kiko, rockero de origen, se aflamencó, revolviendo dentro de un mismo plato de sopa la sabiduría ancestral de los cantaores y bailaores con la rebeldía juvenil de finales del siglo XX.

"YO SOY JOSELITO/ el de la voz de oro/ que de puerto en puerto/ voy dejando mi cuplé.// Siete novias tuve/ más novias que un moro/ me salieron malas/ y a las siete abandoné.// Ayayayyy Joselito...". Pero la búsqueda no explora sólo el ámbito del rock, sino también el de los ritmos caribeños, de donde surge, por ejemplo, la sabrosa salsa de El mensajero: "Soy mensajero/ no tengo nombre/ y en mi cartera/ cargada de fe/ traigo una carta/ no tiene nombre/ nadie la manda y así/ no la puedo devolver.// Es un misterio/ tiene remedio/ si tú la quieres/ es para ti/ es tan sencillo/ como un anillo/ si tú la quieres ay por dios/ dime que sí..."

PERO NADA, EN el parteaguas que para Kiko Veneno representó el primer disco del cantecito, nada se compara con la despiadada combinación de guitarra eléctrica, guitarra acústica, un coro de fantasmas detrás y la rasposa voz del maestro cantando, contando: "Me siento en la cama/ me quito los zapatos/ mirando la ventana/ me quedo pensando un rato.// Revuelvo la mesilla/ la radio cae al suelo/ enciendo un cigarrillo/ y no encuentro el cenicero...".

 
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