Leonie Duquet, secuestrada por la dictadura en 1977, fue víctima de los "vuelos de la muerte"
Identifican el cuerpo de monja francesa desaparecida en Argentina
Alfredo Astiz se infiltró en un grupo de madres de presos y religiosas, y las entregó al régimen
"Siempre oré por que la verdad se impusiera", dice Ivonne Pierron, una compañera que se salvó
Ampliar la imagen Alfredo Astiz, ex capit�de corbeta conocido como Angel de la Muerte, entreg�la dictadura argentina a un grupo de familiares de desaparecidos y monjas que les brindaban solidaridad. La imagen es de 1985 FOTO Reuters Foto: Reuters
Buenos Aires, 29 de agosto. Los recuerdos del horror de la dictadura militar (1976-1983) conmocionaron hoy aquí, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense anunció que uno de los siete cadáveres encontrados como NN (sin identificación) en un cementerio en la localidad General Lavalle, provincia de Buenos Aires, era el de la monja francesa Leonie Duquet, quien junto a su compañera de tareas solidarias, Alice Domon, y las madres fundadoras de Plaza de Mayo, fueron secuestradas por fuerzas de tarea de la marina argentina en diciembre de 1977.
Duquet tenía 60 años cuando la fueron a buscar los oficiales de la marina a la parroquia San Pablo de la localidad de Ramos Mejía, en la provincia de Buenos Aires, al oeste de esta capital, el 10 de diciembre de 1977.
Dos días antes, Domon, también de la Congregación Hermanas de Misiones Extranjeras de Toulouse, Francia, había sido secuestrada junto a Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce, madres de detenidos desaparecidos y otros familiares en la Iglesia de Santa Cruz, en un barrio popular de esta capital.
Todas ellas fueron entregadas "con un beso" por el ex capitán de corbeta, Alfredo Astiz, infiltrado con el nombre de Gustavo Niño, bajo el argumento de que su hermano estaba desaparecido.
El grupo de marinos que se llevó a Duquet ese mismo 10 de diciembre secuestró cerca de su casa a Azucena Villaflor, considerada la fundadora de la organización Madres de Plaza de Mayo, creada por esos días ante la desesperada búsqueda de sus hijos.
Todos los secuestrados en aquellos dos días fueron llevados al mayor centro clandestino de detención: la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde sufrieron torturas; luego fueron llevadas en un "vuelo de la muerte" y arrojadas al mar desde un avión.
Ambas monjas -Domon tenía 40 años- y otras de la misma congregación asistían espiritualmente y acompañaban a los familiares de los desaparecidos.
A finales de 1977, después de algunas tormentas que -como dicen los familiares- "milagrosamente" cambiaron el rumbo de las aguas, el mar arrojó los cuerpos a las costas de Santa Teresita y luego fueron enterrados por vecinos de la zona en el cementerio de General Lavalle, 380 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El equipo de antropólogos trabaja desde enero en la identificación de estos cuerpos, al conocerse los "vuelos de la muerte". En julio pasado pudieron informar sobre la identidad de los primeros restos, que correspondían a Azucena Villaflor y otras dos fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, lo que cerró el círculo de horror del terrorismo de Estado impuesto por la dictadura: secuestro, tortura y desaparición.
Existe ahora la posibilidad de que también sean identificados los restos de Alice Domon.
La monja francesa Ivonne Pierron, quien tiene ahora 78 años, también estuvo secuestrada, pero no corrió la misma suerte de sus compañeras (Duquet y Domon) porque llevaba un salvoconducto de la embajada de Francia y luego fue liberada.
En medios judiciales existe la creencia de que Astiz tenía el temor de ser identificado por las religiosas, cuando su "beso de la muerte" dejó al desnudo su calidad de infiltrado.
"Eso ayuda dolorosamente a mostrar la verdad a todos los pueblos. La verdad de aquellos tiempos del horror que muchos intentaron negar. Con ellas compartí las misiones; cada una trabajaba en su grupo, pero lo compartíamos todo", dijo Pierron.
Durante mucho tiempo, "las tres trabajamos juntas, cada una con su grupo, pero la formación y el compromiso eran los mismos", señaló la religiosa, al recordar que todas ellas sabían que estaban expuestas por su tarea espiritual y solidaria, pero que nunca pensaron abandonar a las madres y los familiares.
Pierron trabaja actualmente en una escuela rural en la provincia de Misiones. Retornó de Francia para seguir el camino de sus compañeras en el trabajo solidario con los más necesitados y siempre oró porque la verdad llegara algún día.
"Nosotras estábamos dispuestas a todo porque trabajábamos con los perseguidos y marginados". Pierron fue recientemente condecorada con las insignias de la Legión de Honor francesa y ahora está junto a los más pobres, asumiendo un compromiso con el pueblo argentino, con el cual ha compartido medio siglo.
Hoy se vivió otro día de intensa emoción en los tribunales, cuando los antropólogos forenses hicieron su anuncio junto al abogado Horacio Méndez Carrera, representante de las familias de las monjas en los juicios locales y en Francia.
También la encargada de negocios de Francia en Argentina, Blandine Kreiss, se mostró emocionada al conocer la certificación, dado que los cuerpos estuvieron 28 años enterrados.
La diplomática hizo un reconocimiento al gobierno y a las autoridades judiciales argentinas, y también al trabajo de los antropólogos, para quienes varios grupos piden el Premio Nobel de la Paz, por su incansable trabajo.
Hoy hubo otra vez lágrimas, aunque también la sensación de que la verdad y la justicia se "extravían, pero no se pierden en la noche y la niebla en que nos quisieron envolver, si luchamos día a día contra la impunidad y el olvido", como reza un pequeño documento de los familiares de los desaparecidos.
Para el abogado Rodolfo Mattarolo, de la Secretaría de Derechos Humanos, esta es una prueba judicial inapelable sobre lo que fue la metodología de la dictadura y el terrorismo de Estado.
"¿Quién puede ahora siquiera intentar negar los caminos del horror?", se pregunta este hombre que también fue perseguido durante la dictadura.
Algunos de los sobrevivientes que pasaron por la Esma vieron a las monjas en ese lugar, donde los marinos las obligaron a posar para fotografiarlas con un enorme cartel de la organización guerrillera Montoneros, para inculparlas de "subversivas".
Un ex detenido que testimonió para el "Nunca Más" -el Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas- contó que había conocido a las monjas y narró cómo arrastraron a Domon hacia los baños, porque no podía caminar debido a las torturas.
Ahora esperan justicia, "sólo justicia para siempre", mientras Alfredo Astiz, alias El Cuervo, Angel Rubio o Angel de la Muerte, está detenido en una dependencia de las fuerzas armadas, es decir, "protegido" por los suyos.