Usted está aquí: martes 30 de agosto de 2005 Economist Intelligence Unit Crear vida de la nada

Crear vida de la nada

El científico que elaboró el mapa del genoma humano anunció que intenta entrelazar genes para crear nuevos organismos que a su vez pueden producir combustibles alternativos como hidrógeno y etanol

Los biólogos sintéticos mezclan y ensamblan componentes químicos del ADN como si fueran microscópicos bloques de Lego

Economist Intelligence Unit /The Economist

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Se les conoce como "biólogos sintéticos" y afirman con osadía que poseen la habilidad de crear, molécula a molécula genéticas, seres vivos nunca vistos. Mezclan, ensamblan y amontonan componentes químicos del ADN como si fueran microscópicos bloques de Lego, en un empeño por fabricar computadoras biológicas, medicinas y fuentes alternativas de energía. Este campo en rápida expansión ha puesto de cabeza el añejo sistema taxonómico de clasificación de especies y suscitado preocupaciones por el mal uso potencial de la nueva tecnología.

Aunque los científicos llevan 30 años combinando el material genético de dos especies, su labor ha sido relativamente simple. Pueden añadir un gen extraño a un organismo para producir un fármaco, como la insulina. La técnica es más arte que ciencia, si se toma en cuenta el total de "pruebas y errores" que implica la creación de células que fabrican medicinas.

Así, una nueva generación de biólogos intenta poner orden en el caos "éxito-fracaso" de la ingeniería genética, al aplicar a la biotecnología las mismas estrategias de ingeniería que se usan en la construcción de computadoras, puentes y edificios. La idea es separar células en sus componentes fundamentales y después reconstruir nuevos organismos, lo que resulta una aplicación mucho más compleja de la ingeniería genética.

El floreciente movimiento atrae grandes capitales y a algunos de los grandes nombres de la biología, muchos de los cuales asisten al Simposio de Ingeniería de la Vida que se realizó en días pasados en San Francisco.

"La biología científica replantea la ingeniería genética", declaró George Church, investigador del Centro Médico de Harvard, líder en el campo. "Desafía la noción de lo que es natural y lo que es sintético."

Ya antes los biólogos sintéticos han creado un virus de polio y otros más pequeños hilvanando genes individuales adquiridos de compañías de biotecnología. Ahora están más cerca de crear seres vivientes más complejos, de verdadera utilidad. En Israel, los científicos han creado la computadora más pequeña del mundo al utilizar ADN para llevar a cabo funciones matemáticas.

J. Craig Venter, el empresario científico que elaboró el mapa del genoma humano, anunció en julio que intenta entrelazar genes para crear nuevos organismos de la nada, que a su vez pueden producir combustibles alternativos como hidrógeno y etanol.

Apoyados por una donación que proviene de la fundación Bill y Melinda Gates, los investigadores de Berkeley crean un nuevo fármaco contra la malaria mediante la remoción de material genético de la bacteria E. coli que reemplazan con genes de hierba santa o ajenjo y levadura.

"Estamos fabricando partes que pueden ser ensambladas en dispositivos y dispositivos que pueden transformarse en sistemas", expresó Jay Keasing, jefe del departamento de biología sintética del Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley, que se creó el año pasado. Keasling, también profesor de ingeniería química en la Universidad de California en Berkeley, espera crear moléculas vivas nunca vistas mediante la fusión de genes provenientes de tres especies: sería una nueva generación de bacterias capaces de secretar artemisina para combatir la malaria, químico que ahora sólo se encuentra en pequeñas cantidades en la planta conocida como hierba santa o ajenjo.

La artemisina ha sido extraída del ajenjo durante más de 2 mil años como tratamiento para una variedad de padecimientos, pero el método es caro, requiere tiempo y está limitado por el acceso a dicha planta, la cual se encuentra principalmente en China y Vietnam. Keasling tiene un proyecto similar para crear de manera sintética un componente que se encuentra en árboles de Samoa y que parece prometedor en la lucha contra el sida.

Los esfuerzos no sólo atraen donaciones. Un grupo de inversionistas muy importantes, encabezado por Vinod Khosla, de Perkins, Caufield & Byers, con sede en Menlo Park, invirtió 13 mdd en la firma Codon Devices de Cambridge, Mass., la cual fue cofundada por Keasling y Church. Keasling también cofundó Amyris Biotechnologies de Emeryville para fabricar microbios que producirán fármacos nuevos o raros.

Venter, mientras tanto, abrió Synthetic Genomics Inc., en asociación con el premio Nobel Hamilton Smith, y competirá en la comercialización de la tecnología con Codon y otros que apenas empiezan.

Pero con el éxito llegan los dilemas éticos. Por ejemplo, a los expertos en seguridad nacional e incluso a los mismos biólogos sintéticos les inquieta que científicos criminales, o biohackers, pudieran crear nuevas armas biológicas, por ejemplo virus mortales que carecerían de antagonistas naturales. También les preocupan los errores inocentes: organismos que podrían causar estragos si se les permitiera reproducirse fuera de los laboratorios.

"Sin duda existen muchas implicaciones de seguridad nacional con relación a la biología sintética", reconoció Gigi Kwik Gronvall, investigador del Centro de Bioseguridad de la Universidad de Pittsburgh.

Los investigadores buscan establecer una política de seguridad de esa área antes de que realmente levante el vuelo. Una solución podría ser obligar a las pocas compañías que venden material genético a registrarse con alguna entidad oficial y reportar a los biólogos que soliciten cadenas de ADN con potencial de convertirse en armas biológicas.

En junio, la fundación Arthur P. Sloan donó 570 mil dólares al Instituto Venter, al Instituto de Tecnología de Massachussets y al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales para que estas instituciones los dediquen al análisis de las implicaciones sociales del nuevo campo.

"Hay una cascada de temas ecológicos", expresó Laurie Zoloth, profesora de bioética en la Universidad Northwestern. "La biología sintética es como el hierro. Uno puede hacer agujas de coser o lanzas. Claro, siempre habrá dos usos."

FUENTE: EIU

 
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