Usted está aquí: domingo 28 de agosto de 2005 Opinión Mario Molina. Zapoteca de la sierra

Carlos Montemayor

Mario Molina. Zapoteca de la sierra

Un error relacionado con los divergentes criterios que se aplican a las culturas europeas y a las indígenas es creer que las lenguas con tradición escrita tienen literatura y que las lenguas indígenas o de sociedades ágrafas tienen sólo tradición oral. Ciertamente, el término "literatura" como técnica de escribir proviene de la voz latina littera (letra), pero el concepto se refiere más a la noción de arte que a la de redacción. En cambio, el concepto de "tradición oral" no distingue fronteras entre arte de la lengua (escrita o no) y comunicación oral. Creer que las leyendas de tradición oral de Guatemala y del Perú colonial son la literatura guatemalteca y peruana de la colonia sería equivalente a creer que las leyendas de tradición oral de los pueblos ágrafos son su lengua de arte. Quizá a esto contribuye, además de la visión etnográfica que afecta a esta clase de estudios (en lugar de criterios estéticos, que se aplican a la literatura de los países europeos), el olvido de que las dos obras cumbres de la "literatura" de Occidente, La Iliada y La Odisea de Homero, surgieron antes de la invención del alfabeto y, por tanto, son producciones de una sociedad ágrafa.

Por otra parte, además de la subestimación constante de las lenguas indígenas, el dominio extranjero de estas lenguas ha sido a menudo un instrumento de aniquilación cultural. Sorprende el talento de los frailes españoles del siglo XVI que en pocos años lograron aprender las numerosas lenguas del nuevo mundo y preparar gramáticas, vocabularios, aplicar alfabetos prácticos y escribir numerosos cantos, dramas, rezos, catecismos. Un trabajo portentoso, es cierto, sobre todo si añadimos su labor educativa durante varios años entre la aristocracia indígena. Pero esta erudición propició a menudo que los numerosos escribas indios quedaran a la sombra de sus patrones civiles o religiosos como informantes y que la escritura en las lenguas indígenas no estuviera precisamente al servicio de las lenguas mismas, sino al de la catequización: sólo se escribía acerca de la religión de los conquistadores.

El dominio de las lenguas indígenas que alcanzaron los frailes españoles del siglo XVI es comparable con otro despliege de lingüistas contemporáneos y también religiosos: el del Instituto Lingüístico de Verano, que desarrolló un estudio admirable y minucioso de muchas lenguas otra vez para cristianizar, para traducir en ellas la Biblia y documentos de la evangelización protestante. Este instituto produjo gramáticas y cartillas utilísimas para los programas de alfabetización indígena que algunos gobiernos alentaron a lo largo del siglo XX como otra especie de catequesis "civica": la castellanización, que se propuso desaparecer las lenguas indígenas por considerarlas una barrera para la unificación nacional.

Es reciente el surgimiento de lingüistas y autores que desde las culturas indígenas mismas se proponen su fortalecimiento y difusión, y no su empleo episódico para la castellanización. El poeta Mario Molina, zapoteca de la sierra, ha trabajado largos años en la investigación, docencia y creación en su lengua materna y constituye uno de los principales exponentes de las nuevas generaciones de lingüistas y escritores en lenguas indígenas del país. Nació en enero de 1955 en la comunidad zapoteca de Yalálag, Villa Hidalgo, perteneciente a la Sierra Norte del estado de Oaxaca. Es miembro fundador de la Asociación Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas y miembro activo del Centro de Investigación y Difusión Zapoteca de la Sierra (CID-Sierra). Escribe poesía, cuento y ensayo; ha publicado en algunos diarios de la ciudad de Oaxaca, revistas regionales y suplementos de diarios nacionales. Es licenciado en educación indígena y coordinador del Taller Permanente de Investigación sobre la lengua y tradición zapoteca de Yalálag. Ha publicado varios libros de poesía y actualmente trabaja como Coordinador de Creación y Desarrollo Literario del Centro de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca. Estos poemas que presentamos ahora forman parte del libro Las lenguas de América. Recital de poesía, que la UNAM publicará próximamente en la Colección La Pluralidad Cultural en México.

KAT CHHEN WILL LLAYEDCHHO YOO

Na'wé:
Bzee nháo yazi'u be'ne bi'chan kuito,

bajachiee yejlawe'ka blabén da de' yell'liu

na' baseij lawe'ka', wenll wia'aken yalhát kllee.

Nálle gák wsese' da nyoj lo yu zítj.

Na' gul-wlhabé ga nunhú gonbeye le'.

Be'ne sínn'nha, na'wé, lhué nezlo,

lén guz lhao llaa xtill nhis'yejw

nha bchitnha blho klor yoy da bzojé.

Bazié tee lhao yixgaa gúll konha, na'wé.

Bayunhe nhú gollyijdáo, nhú byine kuixjé,

balis basbanhé weltsé, ka chhunho chhasbano

ya' ye'o kuen'kuenzé yoy iz.

Yoyte chhadup chhallay lhillo, na'wé,

kat ba ben will.

VOLVEMOS AL ATARDECER

Madre:
Recibe a mi hermano en tu regazo,

sus ojos cansados de leer el mundo

se cierran para mirar hacia dentro.

Por fin podrá hojear sumergidas páginas.

Aquí comienza la lectura en silencio.

El fue sabio, madre, tú lo sabes,

sembró en el aire voces de lluvia

y signos que el arco iris coloreó.

Guárdalo en tu pradera oculta, madre.

Revívelo en colibrí o en ruiseñor,

que resurja como surgen de tu vientre

las estaciones del año.

Todos volvemos a tu cálida casa, madre,

cuando el sol se oculta.

YEO'GULHE

Chhiuaa ka chope gayoa wakanhiaa gan de' yeon,
nite nhen chhusyián bell'wén:

"Benegúlh nhada zé ?gullen nhada

ka jasia kuite?

"Yoyte yeogúlh chhayilj nistao ga' goyullen.

"Nis yee, nis zban'nha ba chhut nhada.

"Ka' nazuaa wen batnha, llakiagúlh chhusyiaa;

na', kon ba daa chhayilhja nhú ltaa, nhú bdinnj,

ga' suaa zyichjlhe', ga' chhajbixa ga'ta.

"Les lhué bidao'ey, nua'o tu ye'o bi nláa,

gup'chiin, bichgaa gunhon bzi'o.

"Lhalldawonhan chhzalhe nis cha'o,

bi wkonon, bén yoy da chhenlén,

be lhátj chejen zít ka byinedáo zú xilhé.

"Les yejlhawo'kan

nhak ka nis kúb da za chhalhte

le'aken'nha llwee dill ka llechj daa yell'liu.

"Bi we'o lhátj yachhoj nis cha'o

ke lhalldawon lawo chet ba bello;

les bidé yayulh benhii nsenhii xnezo

bi we'o lhátj gakllejlhall yelnbán'nha, wenllnha

bitáo yayilhjo nhú bdinnj, nhú yichj lúk,

ga lljet kuinho ?ka nhada'?, yel chhallaylhao,

yel bajachiee, da llak lhao yell'liu."

Na' bachhitekza kuit yeo'gúlhen,

kuslho chhenla bell'wén,

nhiachlhasgúlh bell lhaxhdawen zi yelgut.

UN VIEJO RIO

Estoy sentado a doscientos pasos del río,
hasta aquí llega su doliente voz:

"Estoy viejo ? me dijo

cuando me le acerqué?.

"Y los viejos buscamos el asilo del mar.

"Vengo enfermo de negras aguas.

"Antes, de salud y bravura rugía;

hoy busco laderas, barrancos y cascadas,

dónde caer precipitado, sin fuerzas, sin furia.

"Tú también llevas un río por dentro,

trata de no envenenarlo.

"De tu pecho brota un manantial,

no enturbies sus anhelos,

encáusalo a buscar la libertad.

"Tu mirada

también es un pequeño ojo de agua

que retrata el mundo en su rodar.

"No permitas que ese manantial

se desborde por tus ojos;

el fulgor que alumbra tu camino

no tiene por qué detenerse a buscar

precipicios, laderas o cascadas

dónde caer ?como yo?, cansado,

sin furia para enfrentar el mundo."

Estoy sentado junto al río,

percibo su llanto,

el manantial de su corazón se ha desbordado.

WUETÉ

Kate chhenhi
chhad'tilha lhué chhjuasjo yéj'yích kon

lhádj dexh'ka balhe' da'do llén sul,

le' kuee yí'balhj ke yay zin'gulhen.

Nhatéll

síw da'a gúb yétj'kon

wchilhjón gann wzua xhibodao'ka.

Gák chull,

ba'nhen zéj zaza xhine yichen,

lhadje chhuto'nha nete kua'n,

siá'siá ba chhonne chiee

yet'chhá,

lagaska le' laa léw'mixh kapen,

kanhan kuia gawa

chhentelha ka nee bel'yin

ka'ten chhuelhénhen dill xchílh.

Ka' nasiatia llin l'yíx

nha siaa yachull wia lhué.

Kát zayénle' will zazadua yoo,

lagaska lladtilha lhué

nchék xhibodao'ka

chhalhalo chhuto xchee.

Kánha nhólh'dao kiá,

zebas llawetate lhaxhdawan.

Kát ba' bétj chhee yalhát

kát ba' bllechhí yell xchúl'ze.

Kat ba'bayulh yi' xchílh,

kánha yedchiaa kuito

kuasa yej'yich kon ka'lé

wénllnha wia lhao lwellj'chhó,

niachlhas nhák xhibodao'ka

kakzé taka'ki nhaken walh,

wa' lláklha kan nhak'aken'nha,

tu llaklha chaa yay'yí xchílh'nhan

chhaz lo' lhaxhdawa'nhi, nháll ka nian

tu'chhaa ka bikw'lhe lo' yenha'nhi.

Yaxhuaké dee lhao xchílh'kon

kánha cheeb gwsaa xhibodao'ka

tu nhika gunha da'nee kát

yepa lhué chhillizá: nhólh'dao kiá,

nhi'dé lhaxhdawan, bxhín'ko,

tuskse lhué nezlho ka' llazalon.

LA MOLIENDA

Amanece
y te encuentro bañando el metate;

mientras el humo azul cosquillea las tejas,

el corazón rojo del encino se descubre.

Al mismo tiempo,

sobre los bagazos de caña

tus rodillas desnudas se estriban.

Se oye

el ir y venir de la mano del metate,

y de vez en cuando, aplaude la masa.

El olor

a tortilla caliente llama,

la jarra mixe de café

aromatiza el nuevo día,

el fuego silba, cruje

-canto del que vive el fogón.

Mientras, en silencio,

te contemplo, satisfecho.

Antes del crepúsculo

regreso a casa

y de nuevo

te hallo de rodillas,

impulsando con cadencia

tu noble fuerza sobre la piedra.

Entonces,

mis ojos te bañan de cariño.

Más tarde,

Cuando la oscuridad ocupa el pueblo

y el fuego va muriendo,

cuando sólo retrata siluetas cambiantes,

me acerco a ti,

levanto el metate

y al tocar tus rodillas morenas,

tan ásperas como mis manos,

siento que un tizón se clava en mí

y astilla mi voz.

Cuando las cenizas del fogón se enfríen,

sobaré tus ofendidas rodillas,

mi pecho se encenderá,

y sin alumbrar el silencio,

y sin lastimar la noche,

te pediré sofocar la llama.

 
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