Usted está aquí: domingo 28 de agosto de 2005 Opinión Larga duración y ruptura

José Antonio Rojas Nieto

Larga duración y ruptura

Me gustaría comentar algunas de las razones por las que el precio de nuestro crudo de exportación continúa por encima de los 50 dólares y que permiten pensar que esta cotización (para bien y para mal) seguirá siendo alta, al menos dos o tres años más. Pero me desviaré un poco. Me voy a atrever a compartir una experiencia académica muy interesante que vivo estos días con mis estudiantes de primer ingreso en la Facultad de Economía de la UNAM, allá en Ciudad Universitaria.

Como todos los años desde 1978, hace dos semanas empezó mi curso inicial de Economía Política. He tenido la fortuna de recibir no menos de 30 grupos de primer ingreso en mi querida facultad. En esta ocasión me sorprendieron dos características: 1) por primera vez en mis 27 años de docente, la mayoría de mis estudiantes (19 de 37) proviene de escuelas particulares; 2) también por primera vez para todos Economía representa su primera opción profesional.

Y es que en todos mis grupos anteriores, la mayoría provenía de escuelas públicas. Y al menos algunos de ellos -hace 15 años más de la mitad- no elegían Economía como primera opción. Pero más que concentrarme en eso -de suyo interesante- quisiera comentar cómo empecé mi curso. Con un estupendo texto de Fernand Braudel que, por fortuna, encontré hace unos días en un libro por ahí medio perdido en la Gandhi (Las ambiciones de la historia, Crítica, Barcelona 2002).

Se trata de una conferencia que -por primera vez en México y por primera vez en español- pronunciara nuestro admirado representante de la escuela de los Annales (fundada por el extraordinario Marc Bloch -asesinado por los alemanes el 16 de junio de 1944, veinte días antes de que cumpliera los 58 años- y en la que se inscriben trabajos de su cofundador, Lucien Fevbre, de Braudel y, entre otros, de George Duby).

Bueno, pues esa conferencia fue pronunciada por Braudel en nuestra antigua Escuela Nacional de Economía de la UNAM, frente a estudiantes y profesores que preguntaban por las aportaciones que los historiadores, siempre atentos al pasado de los hombres, dice Braudel, pudieran proporcionar a los economistas, siempre preocupados por lo actual, calculando a partir de los datos de hoy -o a lo más de los de ayer-, el futuro inmediato que nos aguarda casi al alcance de la mano -añade-.

La respuesta de Braudel fue nítida: dos cosas, visión del mundo en una perspectiva de larga duración y atención a las discontinuidades a las rupturas. Y es que a su decir, los historiadores son especialistas del tiempo a largo plazo, de los movimientos de larga duración, los que por cierto -de vez en cuando, pero siempre- implican una discontinuidad estructural.

Debido a que en el terreno de la economía -también a decir de Braudel- el descubrimiento más importante de los años 1930 a 1950 había sido el de la periodicidad de la vida económica, el de las pulsaciones de la vida material. Sí, se descubrió -Juglar Kondratieff, asegura- que la vida económica es movimiento, rápido, lento o, incluso, casi inmóvil. ¿Un ejemplo? Los precios, que dan razón de las oscilaciones generales de la vida económica, una vez que -propone Braudel- de sus curvas de comportamiento se hayan eliminando sus movimientos estacionales (entre invierno y verano, por ejemplo) y sus movimientos cícilicos (sexenales, también por ejemplo), quedando sus características de larga duración.

¿Qué sucede, por ejemplo -digo yo- si hacemos esto con las curvas de los precios del petróleo? Con una cita de Françoise Simiand (su contemporáneo francés, estudioso del largo plazo) Braudel nos ofrece una imagen para comprender su propuesta: la de la mar, la querida mar.

Los movimientos de larga duración son las mareas y los de corta duración las olas. Los historiadores son especialistas en mareas. Economistas en olas. Los largos movimientos -mareas- son realidades de base de la historia. Y el más importante de ellos -asegura- el del paso de la marea creciente a la marea baja, a saber, de la prosperidad económica a la depresión económica. Y el del paso de la marea baja a la marea alta.

¿Cómo arribar a una nueva fase de prosperidad? Y es que en estos pasos surgen discontinuidades, rupturas, quiebres. Sí, en el año de 1953, Braudel advirtió a estudiantes y profesores de la Facultad de Economía que no hay nueva etapa de larga duración, nueva marea sin discontinuidades, sin rupturas, sin quiebres, sin demoliciones. Y, evidentemente, sin reconstrucciones. Y completa su advertencia: cuando cambia la vida material, cambian antes o después los demás sectores de la vida. No se da unos sin los otros.

En nuestro país se ha intensificado el debate sobre su economía, su sociedad, su política, su cultura. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué diagnósticos y qué análisis se nos ofrecen? Es muy importante el momento. Me propongo trabajar con mis estudiantes algunas ideas básicas -como las sugeridas por Braudel- para que, a su vez y como ellos mismo lo han demandado, sepamos reconocer no sólo la diferencia entre mareas y olas, sino entre los diversos tipos de mareas y los diversos tipos de olas. Sería lo menos para enfrentar con robustez no sólo esta coyuntura electoral, sino el reto de apoyar a que en nuestro país comencemos un nuevo ciclo de prosperidad real, un ciclo de larga duración. Sí, sería lo menos.

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