Usted está aquí: domingo 28 de agosto de 2005 Opinión La Sexta: observaciones y propuestas

Guillermo Almeyra

La Sexta: observaciones y propuestas

Sin duda la Sexta Declaración de la Selva Lacandona representa un gran avance en la historia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y barre de un plumazo todas las pobres teorizaciones anteriores sobre por qué ese movimiento era rebelde y no de izquierda, contra la izquierda, contra la política, contra la disputa del poder, y coloca ahora a los zapatistas en el contexto de la izquierda anticapitalista. Pero subsisten algunos problemas que espero se puedan aclarar en las semanas próximas y, sobre todo, que empiecen a ser resueltos por la acción social.

El primero de ellos es que la credibilidad del EZLN y el prestigio moral de Marcos se desgastó (aunque siguen siendo grandes) por los muchos errores, silencios indebidos, ataques virulentos desproporcionados a ex asesores, ninguneos y actitudes sectarias frente a organizaciones indígenas o de masas que, no obstante, apoyan hoy a los zapatistas y a la Sexta Declaración. Dada la falta de cualquier autocrítica que asegure que los errores y el sectarismo no se volverán a repetir (por lo menos de la misma manera) se necesitará cierto tiempo para que se vea que efectivamente hay un viraje y para que se pueda construir un trabajo en común en un clima fraterno e igualitario.

El segundo problema reside en que, del mismo modo que ningún partido ni candidato ubica su campaña a partir de las necesidades reales de las clases subalternas y de la organización independiente de las mismas, el mismo EZLN tampoco lo hace, ya que al hablar de otra campaña se ubica fundamentalmente en relación a una campaña meramente electoralista y, al criticar esencialmente a López Obrador, hace campaña electoral negativa, sin otra opción que la abstención para no tener que optar entre supuestos candidatos "iguales" e igualmente innombrables.

El momento elegido para emitir la declaración y la virulencia de los ataques de Marcos ("los haremos pedacitos", "nos la van a pagar", o la decisión de no trabajar con ninguna persona u organización que pertenezca a un partido con registro) aumentan esa impresión de electoralismo que las cartas posteriores, más moderadas en el lenguaje, no disipan, ya que no se sabe si ellas son fruto de una reflexión política o, simplemente, de una mayor cautela, ya que no van unidas a ninguna propuesta de acción común.

A esto se agrega que tanto los partidos como el EZLN dan la impresión de que México se encuentra en Marte y no en este sufrido planeta y se preparan para un sexenio o para 10 o 15 años de la otra campaña, sin tener para nada en cuenta, por ejemplo, la posibilidad de un ataque nuclear contra Irán, con sus consecuencias políticas y petroleras, o una recesión mundial profunda, o la aguda escasez de agua y de petróleo, o la fuga masiva de los jóvenes del país que está dejando atrás una población campesina vieja e improductiva y campos yermos.

El tercer problema reside en que no basta hablar de izquierda sino que hay que definir el concepto, sobre todo si recordamos que Marcos "teorizó" sobre una cuarta guerra mundial en curso, entendiendo implícitamente con ello que se había librado una tercera guerra mundial entre el imperialismo y lo que, reiteradamente, llamó "el campo socialista", o "los países socialistas", dando así a entender que para él la URSS estalinista o China eran "socialistas".

En su momento, pues, será necesario -y esta es una consecuencia ineludible y muy positiva de la Sexta Declaración- discutir la historia del anticapitalismo y del socialismo y decir cuál tipo de socialismo se querría (burocrático estatalista y de partido único o, por el contrario, pluralista y autogestionario) aunque, por supuesto, el socialismo no nacerá de las especulaciones y de la acción de quienes hoy lo consideran necesario sino de las movilizaciones y la maduración de los cientos de millones que, en todo el mundo, no se orientan todavía en esa perspectiva.

El cuarto problema tiene su base en que el EZLN nunca hizo un balance del movimiento indígena y de masas en Bolivia y Ecuador, ni de la acción de los Sin Tierra brasileños, y se limitó a hacerles llegar las tradicionales declaraciones solidarias (pocas, por cierto). Ahora bien, sin discutir los estragos del sectarismo o del esencialismo indígena en otros países o los problemas que plantea la relación entre los movimientos sociales y las elecciones, no es posible avanzar en México.

El quinto y principal problema es que, hasta ahora, los zapatistas convocan a Chiapas a quien quiere ir, pero no formula objetivos comunes de acción para los que no van o para los que organizaron antes las bases de un frente donde debería caber el EZLN. Por eso propongo que se acepte el Programa de Querétaro como base de acción, complementándolo con el Plan La Realidad-Tijuana, y que se convoque junto con las organizaciones sociales a un plenario para elaborar sobre esa base un plan de lucha, con objetivos precisos de corto, mediano y largo plazos y medidas tácticas a escala nacional.

El EZLN no puede limitarse a salir de Chiapas para escuchar pasivamente a los demás sino que, con ellos y ahora, debe organizar no otra campaña sino la lucha por las necesidades básicas de los mexicanos, en la perspectiva de la construcción de otro México.

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