Nohlen justifica los candados legales luego del fraude
Falso, que los comicios en México sean caros: experto
Destaca magistrado del TEPJF confianza en procesos del país
La consolidación de la democracia mexicana vendrá cuando en el país se aprenda a concretar coaliciones que impidan la paralización del Poder Ejecutivo y a construir políticas de Estado a pesar de las diferencias de enfoque, sostuvo el especialista Dieter Nohlen en el seminario Propaganda y publicidad en campañas electorales, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Destacó que uno de los mayores desgastes de una democracia y de la política son las promesas incumplidas, porque esto supone desilusión, desaliento y descrédito social ante los procesos comiciales, los partidos y las elecciones. Es mejor siempre, dijo, hablar sobre propuestas concretas y viables. Así, citó el caso de la actual campaña en Alemania, donde uno de los partidos con más posibilidades de ganar enarbola la bandera de incrementar el IVA y, a pesar de ello, se mantiene adelante en las encuestas. Normalmente, añadió, es al revés, porque la sociedad no ve con buenos ojos a quien postula aumentar impuestos, pero en este caso, es parte de una propuesta más amplia donde se reivindica la forma de hacerlo viable.
Por otro lado, al cuestionar la propaganda electoral, Nohlen destacó que el marketing tiende a reducir a su mínima expresión el lenguaje político, y subrayó que en aras de alcanzar mayor audiencia en esos mensajes publicitarios se sacrifica al máximo la calidad del contenido, para que lo entienda el mayor número de gente.
A su vez, Jesús Orozco, magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, destacó que la integración y el desempeño de las autoridades electorales y jurisdiccionales en el país permiten tener claro que existe un grado razonablemente alto de confiabilidad en los comicios.
De igual forma, hizo un recuento de la legislación electoral a nivel estatal; subrayó que en 15 entidades no existe disposición alguna relacionada con las precampañas, en 15 hay referencias claras a éstas y dos han establecido regulación expresa para este periodo. Destacó que en algunos países de América Latina existen disposiciones legales específicas para regular las precampañas; incluso, en ciertos casos son las propias autoridades electorales las que organizan los procesos internos de selección de los candidatos.
En su oportunidad, Nohlen habló de la calidad de la democracia mexicana, y a partir de la historia del fraude electoral en México justificó los numerosos candados que se incorporan en la legislación y que repercuten naturalmente en los costos del sistema comicial.
Rechazó que puedan calificarse de "caras" las elecciones en México, pues consideró que es el costo que ha debido pagarse para dar confiabilidad y certeza a los comicios. Sin embargo, estimó que en el mediano o largo plazos podría reducirse paulatinamente el costo de la elección.
Más adelante habló de las críticas a la democracia mexicana, que se ha circunscrito estrictamente a lo electoral. A su juicio, si bien hasta ahora existen otros ámbitos donde debe detonarse mayor participación, este es un proceso paulatino que tiene como primer paso el espacio electoral.
Sobre la propaganda comicial, mencionó que existen aspectos totalmente negativos en la política, porque generalmente se tiende a reducir el contenido de los discursos a mensajes muy cortos y con bajo nivel de contenido para conseguir mayor audiencia, para lo cual se refuerzan con el saturamiento en los impactos que se difunden al aire. Paralelamente, ha resurgido un fenómeno de la publicidad negativa, que es aquella cuyo objetivo no es tanto atraer simpatías del electorado como reducir el respaldo que pueda tener el adversario.
Al respecto, Orozco mencionó que en la legislación argentina, inclusive, está permitido el desarrollo de propaganda negativa contra los adversarios. En México, por el contrario, existen limitantes legales para evitar calumnias y difamaciones en los comicios.
Por otro lado, el magistrado refirió que en América Latina existe una tendencia importante a reducir los periodos de las campañas para evitar el saturamiento del electorado y favorecer el clima de gobernabilidad. Sin embargo, reconoció que los plazos son muy variados, pues hay desde 30 días hasta seis meses de duración en una campaña presidencial.