Música expansiva, inextinguible
El mundo de la música de concierto es tan amplia como inabarcable. La tendencia generalizada a considerar que se trata de un ámbito destinado a los ''cultos" y a los ricachones, no sólo trivializa la situación sino que priva del placer a las mayorías. De manera tal, se tiende a creer que el mundo de la sinfonía se reduce a Beethoven, Brahms y Chaikovski, cuando existe una cantidad por fortuna creciente de cultivadores de ese género mayor (se parecen mucho quienes dictaminan la muerte de la novela, de la historia y de la sinfonía), entre quienes destaca un coterráneo de Hans Christian Andersen a quien todavía no le llega el reconocimiento que merece: el compositor danés Carl Nielsen (1865-1931), autor de seis portentosas sinfonías que gracias a la aparición de una serie, titulada Trio, del sello alemán Deutsche Gramophon, que ofrece obras completas en tres discos por el precio de dos, podemos apreciar de manera integral el corpus sinfónico de este autor irresistible.
Las seis partituras son interpretadas por la Sinfónica de Goteborg bajo la dirección de Neeme Jarvi. Las más conocidas son la número 2, titulada Los cuatro temperamentos; la 3, titulada Sinfonía espansiva; la número 4, conocida como La Inextinguible, y la número 5.
Por supuesto que el resto es igualmente apetecible. Se trata de un universo sinfónico apasionante, seductor, hipnótico y por momentos mágico y muy divertido, como por ejemplo las carcajadas sardónicas a lo Shostakovich en la Sinfonía Semplice (la número 6) y en la número 5, pero sobre todo embelesa el segundo movimiento de la Sinfonía espansiva, en la que además de la transparencia del influjo acuático de Sibelius, navegan dos voces de ángeles en oleadas de energía espiritual.
El texto de Nielsen para su Sinfonía Inextinguible es también totalizador: ''la música es vida y, como ella, es inextinguible".