Un ángel nos consuela
Inicia en tonos tan profundos que parecen cantos tibetanos, vuela enseguida tan ligera y transparente la música que llega a tomar forma en el aire como un plasma cálido y áureo. La confirmación llega en el track 9, cuando aparece un ángel que consuela a una mujer al pie de la tumba de ese ángel que ahora vuela en armonía, paz, tranquilidad.
Hablamos de un disco de belleza sublime: Rachmaninov All-Night Vigil (discos Harmonia Mundi) que documenta una obra maestra muy poco conocida hasta la fecha a pesar de que fue, junto con su partitura titulada Las campanas, la preferida de su autor, Serguei Rachmaninov (1873-1943) quien de manera contrastante es célebre por obras sentimentales como su Segundo Concierto para piano, su Segunda Sinfonía, acrobáticas como sus Variaciones sobre un tema de Paganini, pero desconocido por sus obras mejor logradas musical y espiritualmente, como es el caso de la Vigilia que en esta ocasión recomendamos.
Rachmaninov (conocido familiarmente como Rach -pronunciado Raj- entre sus seguidores; un ejemplo notorio está en el filme Shine, en el que Geoffrey Rush interpreta a un pianista genial, desfasado del mundo) no era un religioso convencional. Pocas veces asistía a misa y lo dejó de hacer cuando desposó a su prima Volga, en contraposición al dictado de la Iglesia ortodoxa rusa.
El no ser practicante no cegó su cabal comprensión, conocimiento y práctica de la real espiritualidad, la prueba la tenemos en esta grabación estremecedora del Coro de Cámara de la Filarmónica de Estonia, dirigido por Paul Hillier, intérpretes habituales por cierto de Arvo Pärt. Y como no existen las casualidades, el clímax de la obra de Rach ocurre en una serie electrizante de notas bajo el sistema etéreo tintinabuli, procedimiento que recogió Pärt de la más antigua tradición rusa y la ha llevado a niveles cósmicos. Con su Vigilia, Rach palpó la divinidad y nos legó una obra para que entablemos contacto con los ángeles.
Pablo Espinosa