Usted está aquí: sábado 20 de agosto de 2005 Opinión DESFILADERO

DESFILADERO

Jaime Avilés

Rescatar la milpa prehispánica

Hacer de la campaña electoral una lluvia de ideas

La política agropecuaria de AMLO: otra encuesta

D urante algunos siglos y hasta que Europa invadió estas tierras con hombres de fuego y de pólvora, montados en grandes venados sin cuernos, la dieta básica de las culturas mesoamericanas, postula una teoría, constaba de tres semillas esenciales: maíz, frijol y amaranto. Las tres cre-cían en la milpa así: un surco de maíz, un surco de amaranto, un surco de maíz, un surco de amaranto, y bajo la sombra de las mazorcas y las espadañas de uno y de otro cultivos, elevándose a duras penas con sus débiles tallos verdes, prosperaba el frijol.

Una vez llegada la época de la cosecha, cuando el jilote se convertía en elote y, después, al ser desgranado, en olote, sus blancos dientes iban al molcajete y se mezclaban con agua y con cal, pero también con las minúsculas lentejas del amaranto, previamente pulverizadas, formando una masa de nixtamal, rica en nutrientes, que daba unas tortillas más gordas y más sabrosas que las actuales. Estas salían del comal y eran embarradas generosamente de frijoles, que de tal suerte sellaban la triple alianza de almidones, proteínas y minerales a la que el chile aportaba las vitaminas complementarias. Y si a esos cuatro ingredientes les añadían chayotes, quelites, huazontles o cualquiera de las múltiples verduras y hierbas que también producía la milpa, el resultado era una comida completa, para mantener en óptimas condiciones a pueblos sanos y fuertes, que en el valle de México levantaron las pirámides teotihuacanas y en el sureste yucateco descubrieron el cero.

Gonzalo Aguirre Beltrán en Cuijla, su célebre ensayo sobre los esclavos africanos, de origen bantú, que fueron llevados por los conquistadores españoles a la región que hoy conocemos como la Costa Chica del estado de Guerrero, afirma que ésta se despobló debido a que en muy pocos años, al principio de la colonización, murieron cientos de miles de indígenas "víctimas del shock cultural que les significó el cambio de alimentación" impuesto por los ocupantes europeos. Pero el más reconocido estudioso de la negritud o, como se le llama ahora, de la "tercera raíz" en México, no se detuvo a explicar en qué consistió ese obligado cambio en el menú de nuestros antepasados, un tema que otros investigadores creen haber resuelto de acuerdo con lo que se verá en el siguiente párrafo.

Después de la brutal conquista y a lo largo de los 300 años que duró la dominación colonial, pero también en el curso de los siglos XIX y XX y hasta nuestros días, los habitantes de México no perdieron la costumbre de comer tacos de frijoles con chile. Los archivos, por su parte, no registran acciones de resistencia política y cultural en defensa de esas plantas y de esa peculiar manera de combinarlas en la cocina. Sin embargo, tampoco explican cómo, cuándo o por qué dejaron de cultivar y consumir amaranto, una semilla que evidentemente dejó de formar parte de su dieta. Y, como es obvio, la ausencia de amaranto trajo consigo un déficit de nutrientes y, provocado por éste, el debilitamiento de los pueblos.

Arguyendo que el amaranto era utilizado en ritos diabólicos, los europeos lo prohibieron en todo el virreinato de la Nueva España y asestaron, tal vez de chiripa, un golpe estratégico a las culturas mesoamericanas al privarlas de los minerales en su alimentación. Hace un año, por estas fechas, en San Cristóbal de las Casas y ante un grupo de jóvenes activistas de Dinamarca, Ofelia Medina expuso con abundantes y eruditos detalles la hipótesis tan malamente condensada aquí. Pero la evocación viene a cuento porque, hasta donde esta página sabatina alcanza a ver, el Proyecto Alternativo de Nación ni los 50 Compromisos de Andrés Manuel López Obrador han puesto la lupa, y mucho menos el énfasis, en el tema de la desnutrición feroz que padece el pueblo de México luego de 20 años de saqueo neoliberal.

¿Es verdad que la supresión del amaranto arruinó físicamente a los habitantes originales de estas tierras? ¿Es verdad que la reincorporación de esa semilla a la dieta cotidiana de nuestro país mejoraría la salud de las próximas generaciones? ¿Hay condiciones para reconstruir la milpa prehispánica, en el marco de una política pública impulsada por el gobierno federal si éste fuera encabezado por López Obrador? ¿El desconocido papel histórico del amaranto en la cultura mexicana, las amenazas que los transgénicos ciernen sobre las variedades del maíz nacional y, en suma, las posibles estrategias que pueden adoptarse para aplicar una política de Estado verdaderamente alternativa en el campo no merecen, desde ahora, estar en el centro de un gran debate, cuyas conclusiones sean difundidas, en busca de consensos más amplios, en el contexto de la campaña electoral?

En uno de los 50 Compromisos, López Obrador señala que se fomentará la producción para el consumo local y la reactivación del mercado interno. He aquí, al respecto, una duda concreta: los campesinos que cultivan piñas en la región de Loma Bonita, Oaxaca, prefieren dejarlas pudriéndose en la tierra porque, para sacarlas y llevarlas al mercado, tienen que invertir en gasolina, transporte y mano de obra; sin embargo, para recuperar ese gasto, necesitan ofrecerlas a un precio más alto que el de las piñas, mucho más baratas, que llegan desde Asia. Problema: ¿cómo vamos a destinar esas piñas al consumo local?

Esta página pregunta a sus lectores cuáles deberían ser los rasgos más importantes de la política agropecuaria de López Obrador. Las respuestas deben ser breves y concisas; no se tomarán en cuenta archivos adjuntos que no vengan sintetizados en la carta de presentación. La campaña electoral de la izquierda tiene que crear condiciones atmosféricas favorables para que caiga sobre el país una formidable lluvia de ideas.

Ser de izquierda: más definiciones

Cuatro sábados atrás, Desfiladero preguntó qué significa ser de izquierda. La reflexión colectiva, al parecer, trascendió a otros ámbitos. Amalia García, por ejemplo, dijo que "ser de izquierda es gobernar para los más débiles" (?). He aquí las respuestas más recientes de ustedes.

Rojilla desde chiquilla

Cuando a los seis años mi padre me explicó el significado de "yankees go home", pinta en una barda, creo que decidí no estar nunca del lado de la injusticia. Viéndolo así, desde entonces soy de izquierda. Más allá del fin del socialismo real, de hablar de la dictadura del proletariado y de constatar el totalitarismo que se generó en nombre del comunismo, en la izquierda estamos quienes pensamos nuestra vida como parte de una comunidad, queremos triunfos para todo el mundo y una sociedad incluyente, más equitativa, con derechos cumplidos y obligaciones parejas, donde se pueda opinar y decidir. Los patrones siguen explotando no sólo nuestra fuerza de trabajo, sino los recursos y riquezas de los países e inclusive de nuestro pensamiento y capacidad de acción y de solidaridad. Como ya comprendimos que el radicalismo no lleva a ninguna parte, ya no consideramos de izquierda a los ultras. Seguiré siendo de izquierda por más que manoseen el término (sólo falta que Martita se declare de izquierda para ponerme a vomitar).

Judith Meléndez, México, DF.

Hoy por ti, por mí, por todos

Ser de izquierda en nuestros días, como debió haber sido siempre, es ser honesto, recto, leal y congruente con lo que pensamos, decimos y hacemos. Creo que esto engloba todos los aspectos que señalas en cuanto a que si hay una forma de ser de izquierda en gastronomía, la cama, los negocios, etcétera. Ser de izquierda es preocuparse por los demás y también por mí, por la gente, por los animales, por el medio ambiente, por el mundo, por el pasado, el presente, el futuro, pero además ocuparse de ello, no divagar, aplicarse, mejorarnos a nosotros y a nuestro entorno, educarnos, procurar el bienestar general que también será el propio.

Sorel Domínguez, México, DF.

Tajantemente

Ser de izquierda es distinguir el bien público y defenderlo.

Rogelio Rivera, Aguascalientes.

Ser de izquierda es ser demócrata y ya.

Dilio Fernán Fuentes, Izcalli, estado de México.

Ser de izquierda es ser cristiano.

Joaquín Romo de Vivar, Garza García, Nuevo León.

Con AMLO y con el Sup

No veo contradicción entre apoyar la candidatura de AMLO y apoyar a los zapatistas. Discrepo en cuanto a que AMLO no podrá pedir a la izquierda su voto para los proyectos del Istmo de Tehuantepec, las plantaciones forestales comerciales y el empleo en maquiladoras. En el primer caso se ha hablado del peligro de partir en dos el territorio nacional, pero eso depende de quién lo haga; no apoyaría ese proyecto en la administración actual y como parte del Plan Puebla-Panamá. Respecto al punto dos, estoy de acuerdo en que el aprovechamiento de los recursos forestales sea mediante plantaciones, pues es la forma de mantener, mejorar e incrementar las zonas boscosas aprovechables comercialmente. Por último, a las maquiladoras las considero un mal necesario en tanto no seamos capaces de generar suficiente empleo en empresas nacionales.

Eulalio Hernández Cadena, México, DF.

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