Significado de la abstención
En un régimen no competitivo de partidos, para el caso cuando dominaba en México el Partido Revolucionario Institucional (PRI), la abstención corría pareja y en sentido contrario a los votos del partido. Esto es, cuando bajaba la votación por el PRI aumentaba la abstención, pues los votos que este partido perdía no beneficiaban a la oposición. Esta era muy débil, y como el gobierno controlaba todo el proceso electoral hacía todo lo que estaba en sus manos para evitar que la oposición creciera. A ese régimen de partidos se le llamó de partido dominante (hegemónico, para otros autores) o, en lenguaje coloquial, de partido casi único.
El fenómeno descrito se daba incluso cuando era posible, más que ahora, manipular el padrón electoral y los votos. Dado que la votación válida se da en función de los votos emitidos (el porcentaje de los votos por un candidato-partido se cuenta en función de la votación total), al PRI le convenía abultar la abstención para que la votación total válida fuera menor y, por lo tanto, el porcentaje de votos para sus candidatos fuera mayor. En otros términos, nunca ha sido igual, aunque sea lo mismo (pero contabilizado de distinta manera), alcanzar 51 por ciento de la votación total que 25 por ciento de votos en relación al total de mexicanos en edad de votar (como ocurrió con Salinas en la elección de 1988 a pesar del fraude). Este último resultado era, y es, así leído, un fracaso, pues la legitimidad del gobernante puede ser y debe ser cuestionada.
En aquellos tiempos de predominio absoluto del PRI la abstención seguía un patrón general que podría sintetizarse de la siguiente manera: mayor número de población urbana, menor abstención; mayor número de población rural, mayor abstención. Esa situación obedecía al hecho de que la población rural ha estado tradicionalmente menos interesada en los procesos electorales que la población urbana, ésta más enterada, con menor analfabetismo que en el campo, y con mayor presencia de los partidos de oposición (real o formal, no importa) tanto en propaganda como en la vigilancia de los comicios. Además, el gobierno, es decir el PRI, manipulaba con mayor facilidad tanto el voto como la abstención, según su conveniencia, y ejercía mayor coacción sobre la población: entre más pobre e ignorante es la población más fácilmente es presionada por el poder institucional, por los caciques o por los líderes carismáticos. Había, pues, una alta correlación entre niveles de vida (ingreso, educación, etcétera) y voto-abstención.
De lo anterior no debe seguirse que la abstención era exclusivamente resultado de manipulación o de ignorancia, también había apatía o voto de castigo (no siempre contabilizado).
En un régimen competitivo de partidos, como es el actualmente existente, la abstención tiene otro significado para cada una de las organizaciones políticas contendientes. En principio, aunque todavía en las zonas rurales se coacciona el voto y se hacen trampas más fácilmente que en las urbanas, el voto en general sí es computado correctamente, al igual que la abstención y los votos nulos. Ahora la abstención obedece a apatía, como antes, pero también a descrédito en los partidos y en el sistema, y como los ciudadanos saben que si no votan no sólo no reciben sanciones sino que deslegitiman el sistema político, muchos, especialmente los jóvenes, no acuden a votar. Este es un fenómeno mundial, y México no es la excepción.
Es por esta razón que los partidos buscan el voto de los indecisos e indiferentes, pues teóricamente tienen asegurado lo que se conoce como voto duro, es decir el voto tradicional de cada uno de los partidos, sea de militantes, afiliados o simpatizantes. Este dato es importante porque el partido que tiene, bajo condiciones "normales", el mayor número de votos duros ganará si la abstención es muy alta, pues ésta no beneficia a los partidos con menor voto duro probable.
Con base en las experiencias electorales, tanto federales como locales, de los últimos años, el PRI es el partido con mayor cantidad probable de votos duros, luego le sigue el Partido Acción Nacional y en tercer lugar el de la Revolución Democrática. Es por esta razón que el PRD está buscando, a partir de redes ciudadanas, convencer en su favor a los indecisos, a los apáticos y a los trabajadores del campo con los que, en ocasiones, ha tenido relativo éxito.
Si hay una gran abstención el beneficiado más probable en 2006 será el PRI y el segundo lugar lo disputarían el PAN y el PRD. El problema es que la Presidencia sólo la puede ganar un partido o una alianza de partidos: no es divisible. En otras palabras, la única posibilidad que tienen el PRD y su candidato de ganar es con una importante participación ciudadano-electoral. Menor abstención beneficiará al PRD, mayor abstención beneficiará al PRI. Así de simple, siempre y cuando no cambie sustancialmente la situación presente.
Los que llaman a la abstención o que creen que castigan al sistema con ésta, quizá no estén tomando en cuenta nuestro sistema electoral, y habría que recordarles lo que en su momento, como candidato único, dijo López Portillo: "si voto por mí, gano", y era cierto. Esto es, aunque la abstención sea muy alta, mayor incluso que la votación, alguien va a ganar, y gobernará el país por seis años, con todo lo que esto implica en un sistema presidencialista.