MELON
Los secretos del Run Run
EL 3 DE agosto asistí a la exposición de la fotógrafa Eugenia Arenas en el Cabaret Run Run, bajo el título Los secretos del Run Run. Déjeme decirle, mi enkobio, que me envolvió la nostalgia, haciendo que afloraran mis recuerdos que trajeron a mi mente la época de mis principios de sonero.
DESPUES DE AGRADECER el trato amable de la expositora y de Francisco Oviedo Dávila, me dediqué a escudriñar el sitio y me di cuenta que está muy diferente a cuando se llamaba Cien Flores y éste, su asere, trabajó en ese cabaret a mi regreso de Ciudad Juárez, y luego de breve paso por el Can-Cán, ya desaparecido por un incendio parecido al de Lobohombo, situado en Santa María la Redonda, cerca del Cine Apolo.
EL GANCHO DEL Cien Flores era anunciar que un centenar de niñas de la noche atenderían a la clientela, cosa imposible por el tamaño del lugar que era, eso sí, mayor a como es el Run Run. Las niñas en verdad estaban bastante bien y la empresa prohibía a los soneros acercarse a ellas, así que los grupos pasaban los descansos en la calle.
EL CAIMAN DEL conjunto en que trabajé era conocido como Chucho Robabajos, el pianista era Ramoncito, de quien nunca supe su apellido y poco tiempo más tarde coincidimos en el Bremen, puesto que en cuanto el caimán dejó de pagarnos, emprendimos honrosa retirada.
ESTE, SU ASERE, duró poco tiempo en el Cien Flores, no más de mes y medio. Me vi obligado a arrebartarle a Chucho una pluma fuente para cobrarme a lo chino lo que me debía. El sueldo que me correspondía era de 10 pesos por noche.
DURANTE EL TIEMPO en que permanecí en ese cabaret me di a conocer en el medio sonero y aprendí sobre la vida nocturna, que no era tan peligrosa como ahora. También tenía sus atractivos. Uno de ellos era la cercanía de las niñas de la noche que muy seguido invitaban a los soneros a compartir su almohada.
HABIA TAXISTAS QUE se ofrecían a repartir al personal (niñas y soneros) por una módica cantidad. Así la prohibición de la empresa se anulaba y los romances tenían lugar después de las horas de trabajo. Por mi parte, aprendí una máxima que un sonero veterano me enseñó: "Nunca te enredes con alguien que trabaje en el mismo sitio que tú". Puedo decir que la máxima es certera pero muchos colegas no la siguieron, exponiéndose a situaciones embarazosas que los obligaban a perder el trabajo.
AL CAMBIAR DE razón social a Run Run, los hermanos Castro trabajaron ahí antes de partir a Estados Unidos. El papá de Gualberto era el administrador. Arturo tocaba el piano, Javier el bajo, Gualberto la paila y Jorge los tambores. Esto casi al final de los 50, antes de Uruchurtu, quien durante su mandato casi terminó con la vida nocturna.
EL CIEN FLORES cobró notoriedad en lo que los viejos de la comarca llaman la época de oro del son cubano en México. En cada cabaret, que los había para todos los gustos y bolsillos, había un son o conjunto tropical, que interpretaba los números de moda como El caballo y la montura, Shampú de cariño, Arrímate cariñito y muchas más que se escuchaban en sinfonolas y lugares como el Atzimba, el Jardín, el Olímpico, en lo que llamaremos el strip de Guerrero.