El zapatismo y los pueblos indígenas
La segunda de las reuniones del EZLN fue con organizaciones indígenas, principalmente las agrupadas en el Congreso Nacional Indígena. No sorprende que de ella los medios destaquen más el "reto" a un debate que hace el sub Marcos al PRD que lo abordado con los pueblos indígenas. En especial la consideración explícita de que hay que tomar previsiones para que el movimiento indígena no se quede marginado cuando entren los otros actores sociales y políticos. Se recordó con razón la historia de las revoluciones en nuestro país, pero también habría que salir al paso a la lectura que algunos han dado de que quienes tenemos la preocupación por el riesgo del desplazamiento de la causa indígena, en los hechos asumimos una postura hasta cierto punto discriminatoria. No es el caso, no se trata del absurdo de pretender impedir que los pueblos indígenas hagan política nacional, porque sencillamente llevan muchos años practicándola, sólo que en un tono y corte distinto al que estamos acostumbrados. ¿No lo ha sido el cuestionamiento histórico que plantearon en el Congreso aquel 28 de marzo de 2001? ¿Y el emplazamiento a la Suprema Corte de Justicia con más de 300 controversias constitucionales? ¿Y la resistencia en las diversas entidades para que se promulguen legislaciones espurias? ¿Y el seguimiento crítico que puntualmente se ha dado a la dinámica legislativa en materia de recusos naturales?
Sin embargo, acá nos referimos a que la relación de los pueblos indígenas con las otras fuerzas sociales debe ser tan explícita y directa que evite la segregación en los hechos de los líderes indígenas, y ésta se logrará no solamente con que ellos estén más cerca que nunca del EZLN, sino que deberían dialogar, como nunca han hecho, con los otros sectores políticos y sociales que integrarán el Frente Nacional que se busca construir.
En la reunión con los pueblos indígenas se habló entre pares y compañeros por la coincidencia estratégica en el sentido profundo que entraña la defensa de sus derechos, porque en ella va en juego de manera contundente su existencia misma.
Por lo demás, es evidente que en los terrenos del Foro Social Mundial el EZLN tiene una legitimidad ganada, que además aparece estrechamente vinculada a los pueblos indígenas. Justamente en días pasados escuché en Curitiba, Brasil, a Joao Pedro Stédile, de la Coordinación Nacional del Movimiento de los Sin Tierra, afirmar: "el papel estratégico, incluso profético de los zapatistas, representado además en lo que están haciendo en Chiapas por los pueblos indígenas, se levantaron en armas aun cuando sabían que no tenían la fuerza militar suficiente".
Ya habíamos señalado no sólo la pertinencia de construir un polo de la izquierda social autónomo de los partidos, sino su utilidad para monitorear y contrarrestar las limitaciones de un gobierno, así sea democrático, en tiempos neoliberales y cuando los antiguos estados nacionales viven el virtual secuestro de sus facultades soberanas y constitucionales. Sería lo que Boaventura de Souza Santos define como la construcción del "veto ciudadano". El desafío está en definir claramente los caminos que lleven a tal ruta.
La tarea de trabajar con otros sujetos sociales para construir con ellos un frente nacional demanda la definición conjunta de las reglas de relación. Difícilmente se avanzará si se pretende imponer a todos los sectores lo que ha sido el estilo, dinámica y relación del zapatismo y los pueblos indígenas. Hay sectores sindicales estratégicos, como el de los electricistas que caminan fuerte en contra de la privatización, pero tienen una dinámica de relaciones políticas más amplias.
También sería prudente considerar que más que por "ser tontos", como insinuó el Sub Marcos, los perredistas no se van a desgastar frente al EZLN cuando tienen frente a sí la embestida muy poderosa de las otras fuerzas aliadas directamente con el gran capital. Por lo demás, si bien la otra campaña implica la construcción de un frente amplio que enarbole y defienda un programa anticapitalista y se trata de un proyecto de más largo plazo, lo cierto es que la dinámica que el zapatismo le imprima en el año electoral va a marcar el destino y futuro del mismo.
La gravedad de la situación que vive el país demanda la concentración de energías en construir alternativas de corto, mediano y largo plazos. Parece oportuno que se haya aclarado que nunca se dijo "quienes estén con ellos no están con nosotros", porque somos muchos y muchas los que no aceptamos que el dilema sea con o contra la Sexta, con AMLO o con los zapatistas, con el gallo o el pingüino. Los enemigos poderosos están en otro lado.