ASTILLERO
Coloidal
Política en suspensión
Son y no son, dicen pero no dicen
TODO ESTA EN VEREMOS (incluso esta afirmación, como más adelante tal vez pueda verse). Nada es escrito en firme ni con tinta fuerte, así es que el guión diario de la política aparece como una burocrática enumeración de intenciones temblorosas. Puros rollos para salir del paso es lo que nos recetan hoy los declarantes estelares de la mexicana mediocracia (de medios de comunicación, no de mediocres: nota del mediano tecleador). Porque, señoras y señores, (pre) candidatos y votantes, esa variedad de la farándula que llamamos política vive hoy en una especie de realidad virtual, en una condición suspensa (es decir, de suspenso en cuanto a expectación por el desenlace de un acontecimiento, pero también en sentido coloidal, en suspensión como cuerpos o partículas diluidas en un fluido y, desde luego, con el significado de admiración y perplejidad: ¡oh, me he quedado suspenso!, podría decir el pueblo -y la puebla, corregiría el senil chiquillo aquél- ante la manera en que sus próceres se expresan y se conducen en estos momentos por fortuna -¿?- pasajeros).
CONVERTIDA YA EN un clásico de las novelas de misterio clínico-político, de la fantasmal Elba Esther se dice que participa en presuntos conciliábulos de los que no queda más testimonio que la volatilidad, alimentándose así el mito de la condición inasible de esa dama holográfica. Gordillo es y no es, quiere pero no puede, y no sólo por su condición de salud en déficit sino, además, porque el entorno de respaldo a su llegada a la presidencia priísta ha sido movido por sus adversarios, y porque sus alianzas básicas están quedando rebasadas. Ya no tiene el martismo-vicentismo la fuerza de por sí menguada de cuando la profa Elba se fue a sus tratamientos médicos obligados, pero tampoco le dan recursos políticos frescos sus botargas apellidadas Castañeda y Yunes, por citar algunas. En ese contexto, Bob el tramposo le está incendiando la pradera para hacer que la estancia de la profa en Insurgentes Norte no dure más de sesenta días. Pero, como en lo demás, todo está por verse.
LA MANO QUE mece la cuna de Santiago Creel parece estarlo empujando más bien hacia la tumba (política, se entiende). Crecen las versiones de que Las Faldas (nomenclatura donable de una casa presidencial antes arbóreamente evocadora) considera cada vez más seriamente la posibilidad de confirmar lo que todo mundo sabía pero Santiago se negaba a aceptar: que la campaña del charrito de palenque nomás no pega y que se debe ir pensando en la posibilidad de un relevo: es decir, del candidato bingo al sustituto Bimbo: Alberto Cárdenas Jiménez como negritud (hípica) sabida y confesa que en realidad es grisura, una especie de creelismo en negativo cromático. Pero, la verdad, con excepción de que en la Cabaña del Amor harán cuanto sea necesario para que Felipe Calderón no sea el candidato presidencial panista, todo está por definirse.
EL LOPEZOBRADORISMO entró a la precampaña interna única convencido de que el problema de 2006 era político pero no electoral. Las masas tendrían un inevitable destino trazado hacia las urnas, de tal manera que los estrategas no deberían preocuparse tanto por los resultados numéricos de los comicios como del trazo del futuro sexenal inexorable. Pero el propio comandante en jefe ha hecho un alto en esa marcha popular hacia el poder (esta semana inaugural, con escalas regionales por el norte) y, reflexionando en voz alta, ha dicho que si la gente no se organiza y participa podría darse el triunfo electoral del partido que tiene más recursos y estructura. Se refería sin duda el tabasqueño a la estructura de poder que a pasos acelerados construye su paisano indeseado, el mapachón Madrazo que está poniendo desde ahora el ojo en la vertebración electoral para allí poner en su momento la bala de los resultados electorales (auténticos o falseados, eso será lo de menos). Siendo el único personaje que tiene el sendero aparentemente libre de obstáculos en cuanto a ser candidato presidencial, López Obrador enfrenta todavía enigmas, como el del comportamiento final del ingeniero cuaternario (que un día dice que sí apoyará a su antiguo ahijado y al otro día sigue con su cantilena del frente de izquierda por fuera del PRD), o el desenlace del enfrentamiento con el sub rejego con el que el precandidato único no desea pelear ni debatir y, desde luego, cartas guardadas como las previsibles declaraciones del secretario de apuestas, Gustavo Ponce, preservado sibilinamente (¿la etimología de esta palabra provendrá de Salinas?) para que suelte su veneno contable en momentos electoralmente más oportunos. Total, que ni el comandante AMLO la tiene redondamente segura.
EL CATALOGO NACIONAL de indecisiones fue enriquecido ayer por la Suprema Corte de Justicia, que se niega a ajusticiar al gobernador morelense Sergio Estrada Cajigal y esperará hoy a una ministra ausente y al propio presidente Mariano Azuela para definir si debe ser destituido ya el mandatario local o le aceptan una solicitud chicanera de amparo. En la misma Corte se quedó esperando Jorge Castañeda, pues dos asuntos en que tiene interés no fueron resueltos a causa de la misma inasistencia de una dama jurisperita (eso sí, a saludarlo públicamente y a solidarizarse con el ex canciller estuvo el fiscal útil contra la guerra sucia, el licenciado Carrillo Prieto). A los máximos togados del país también les tocará resolver otro pendiente, el del amparo de la Cámara de Diputados contra los permisos para casas de juego dados por el entonces titular de Bookareli.
Y, MIENTRAS LAS procuradurías federal y mexiquense siguen en el pleito (aunque según eso -cosa que no está confirmada- la nacional le habría ofrecido disculpas a la estatal por los excesos verbales del vocero de la primera), y mientras el buen Vicentico se alegra bucólicamente porque según él ya va llenando el cantarito, ¡hasta mañana, en esta columna a la que le gustaría desnudar diariamente a la política mediante algún escáner aeroportuario!
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