Brillante festival en La Florecita en honor de Jaime Rojas Palacios
Gran tarde de Hilda Tenorio, que cortó tres orejas en la Plaza México
Aumentó la asistencia y el número de avisos: 10
Manso encierro de Arroyo Zarco
Ampliar la imagen Hilda Tenorio en un torero dobl�durante su triunfal actuaci�e ayer FOTO Rafael S�hez de Icaza Foto: Rafael S�hez de Icaza
En la undécima novillada de la temporada chica en la Plaza México casi todo estaba dispuesto para una memorable tarde feminista: tres novilleras triunfadoras de ese coso y de los estados, una rejoneadora debutante, seis novillos de prestigiado hierro, otro de una nueva ganadería y un público no por paciente menos necesitado de aclamar héroes o heroínas de luces, que hizo la mejor entrada en lo que va del serial.
Sin embargo, cada vez que los empresarios modernos quieren asegurar tardes de apoteosis, por lo general el dios Tauro -tan degradado en estos tiempos de globalizonzos- se instala en aficionado y determina otros rumbos... a menos que se sepa torear lo que salga por toriles.
De las cuatro damas que hicieron el paseíllo -la torera a caballo Mónica Serrano, y las novilleras Marbella Romero, Hilda Tenorio y Elizabeth Moreno- sólo la joven Hilda supo aprovechar, con valor y técnica, las pobres condiciones de lidia del descastado encierro de Arroyo Zarco, a excepción del noble y alegre primero de lidia ordinaria, lastimosamente desperdiciado por Marbella Romero.
Tenorio enfrentó primero a Tucito, castaño rebarbo, tocado del derecho. Encastada y animosa luego de sendos petardos de Mónica Serrano -dejó que se le fuera vivo el novillo- y de su paisana Marbella -dos avisos, gritos de ¡toro! y rechifla- Hilda ejecutó dos largas cambiadas en tablas, así como un quite por navarras con más intención que emoción, dado lo manso y distraído del burel.
Luego de un deslucido segundo tercio que no obstante fue aplaudido por el villamelonaje, la jovencita Tenorio, con base en colocación y mando, logró meter en su muleta al pasador novillo en series por ambos lados, un poco más ajustada por el izquierdo, y como en el momento oportuno se volcara sobre el morrillo para dejar certero estoconazo, el juez Miguel Angel Cardona concedió una oreja, para que de inmediato el entusiasmado público exigiera la segunda, que usía no tuvo inconveniente en soltar. Dio la vuelta con el ganadero Fernando Pérez Salazar, seguramente en recuerdo de la calidad del novillo anterior.
Con su segundo, Queridito, bragado y corniapretado como la mayoría de sus hermanos, Hilda Tenorio no se acomodó con el capote y hasta el tercer par -un preciso violín de tercio a tercio- logró emocionar al tendido. Volvió a aprovechar la sosa embestida hasta estructurar una breve y sustanciosa faena de menos a más, y como volviera a acertar con el acero, recibió otra merecida oreja, no sin que el paisanaje guatequero insultara al juez por no soltar las dos.
La primera espada, Marbella Romero, debe pensar seriamente en el retiro pues con 29 años de edad y 11 de novillera no es posible que haya dejado ir el triunfo consagratorio con el excepcional Fachoso, fijo, repetidor y alegre, al que tardó en medio entender y más en quedarse quieta. Con su segundo, Gran amigo, al que Hilda bordó bello quite por crinolinas, Marbella volvió a acusar falta de control y exceso de muletazos a otro pasador. De nuevo se dio a pinchar y a descabellar, escuchando un aviso más.
Y Elizabeth Moreno, que tan gratísimo recuerdo dejara tras su histórico debut en esta plaza en octubre del año pasado, aunque sigue sin aprender a torear de capa, algo pudo mostrar del gran estilo que atesora -quietud, verticalidad y hondura- con la muleta, ante otro soso al que hubo que obligar mucho. Luego de recibir un aviso por no querer descabellar, recorrió el anillo entre división de opiniones.
Con su segundo, tan soso como el resto pero pasador, Elizabeth consiguió soberbios naturales, antes de desconcertarse con la espada -la tradicional falta de asesoría de nuestros toreros- y escuchar el tercer aviso cuando el puntillero levantaba por segunda ocasión al novillo. Derramando lágrimas de rabia e impotencia, la bella novillera se retiró al burladero.
Al mediodía, en La Florecita, la generosidad y virtuosismo de un maestro, Mariano Ramos -su novillo fue indultado tras una faena por nota-, y la solidaridad de otros toreros como Antonio Vega, Teodoro Gómez y Carlos Serrano El Voluntario, inundaron de torerismo y entrega un festival en honor de Jaime Rojas Palacios -60 años promoviendo la cultura de los toros en México- como jamás soñaron algunos de nuestros presidentes taurinos o ataurinos.
Ojalá el finísimo Teodoro Gómez, con la enorme calidad que atesora, decidiera volver a vestirse de luces.