Usted está aquí: sábado 13 de agosto de 2005 Cultura La cálida sensación de la existencia

La cálida sensación de la existencia

Goran Petrovic es un mago de las letras, un iniciado que ha decidido mostrarnos, a través de sus libros, un poco de la magia que flota en el mundo. La potencia que emana su pluma, nada tiene que ver con la burda ''realidad" que respiramos cotidianamente. El encanto de su escritura consiste en trasladarnos a espacios que están ahí, perdidos en nuestra conciencia, pero que somos incapaces de percibir. Lugares escondidos en las vastas llanuras de los libros. La mano de la buena fortuna es eso, un lugar en el que todos los que se acercan a él, descubren aquello que la fría realidad no puede proporcionarles: la cálida sensación de la existencia. Con este libro, Goran Petrovic logró lo que pocas veces se consigue: esculpir una de las piezas más perfectas que habitan la llamada Literatura Absoluta. La mano de la buena fortuna relata las distintas historias de amor que giran alrededor de un libro muy peculiar, Mi legado, de Anastas Branica. A primera vista éste es un libro donde no hay trama ni personajes, simplemente descripciones. Sin embargo, eso es lo que lo convierte en un espacio autosuficiente, en un mundo que sólo puede ser habitado por sus lectores, los únicos y verdaderos protagonistas. Anastas escribe el libro para vivir en él con su amada, ya que la realidad no deja de ser un pálido boceto de lo que Mi legado representa verdaderamente. A partir de lo que Petrovic llama lectura simultánea, es posible coincidir con otras personas en un mismo libro, y no sólo eso, sino también vivir aquello que está más allá de lo simplemente escrito. De qué otra forma podemos describir lo que nos pasa cuando leemos con verdadera convicción, cuando los libros se transforman en vida, palpable, manifiesta, cuando los libros se convierten en parte de nuestra fisiología, cuando el amor se encarna en la lectura que dos desconocidos realizan a la vez, esperando que el tiempo sea abolido por el mero hecho de fijar su mirada en una página. En pocas palabras, lo que el lector de este libro seguramente experimentará, junto a todos los otros lectores que coincidan en él, será un estado de gozosa estupefacción.

Luis Alberto Ayala Blanco director editorial de Sexto Piso

 
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