Usted está aquí: sábado 13 de agosto de 2005 Mundo LOS DE ABAJO

LOS DE ABAJO

Gloria Muñoz Ramírez

LAS FORMAS DE manifestarse en contra de algunas de las muchas caras del neoliberalismo no siempre corresponden al modelo tradicional de movilizaciones encabezadas por alguna organización. Cada vez es mayor la creatividad de grupos de personas "invisibles" que, sin la convocatoria de sigla alguna, expresan su repudio e inconformidad.

No se trata de movilizaciones espectaculares ni multitudinarias, sino de pequeñas acciones para llamar la atención pública sobre determinados problemas. El objetivo es salir a las calles, gritar la inconformidad, decir "no estamos de acuerdo".

Esta semana, en Montevideo, las oficinas de Agroterra -representante oficial de Monsanto en Uruguay- recibieron la visita inesperada de un grupo de manifestantes contra esta multinacional dedicada, entre otros asuntos, al negocio de los transgénicos.

El pequeño grupo de encapuchados irrumpió en la multinacional con enormes pintas, carteles y consignas. Se trató de una rápida movilización de aproximadamente 20 minutos en la que los manifestantes explicaron que este tipo de acciones tienen el objetivo de denunciar los múltiples daños que ocasionan Monsanto y otras empresas que lucran con la vida. "La única hambre que sacian ellos es su hambre de ganancia. Nuestra hambre es consecuencia de su modelo y se soluciona con justicia social, no con sus agrotóxicos y sus semillas de la muerte", señalaron en un comunicado.

La acción fue totalmente pacífica, aunque Agroterra de inmediato llamó a la policía de la capital uruguaya. Los manifestantes "invisibles" expresaron claramente que no representaban a organización alguna y se retiraron dejando impresas sus consignas en las paredes del edificio: "...nos manifestamos en la sede de Monsanto en Uruguay, transnacional dedicada a la producción de transgénicos. Monsanto pretende patentar la vida, PERO LA VIDA SE REBELA. Esto es parte de una lucha que no ha comenzado ni termina aquí".

Cabe señalar que Agroterra opera en Uruguay como máscara de Monsanto, y se dedica a la creación y patente de semillas transgénicas en el país rioplatense. Son múltiples los perjuicios del uso de transgénicos, entre ellos la erosión de la tierra, la expulsión de población del campo, el exterminio de la biodiversidad, incluyendo semillas, animales y personas, la contaminación de aire y ríos que a su vez puede producir trastornos en todos los organismos vivos, además de la generación de dependencia económica, política y cultural a estas multinacionales.

"No queremos ser cómplices de la impunidad económica, social y política con la que las multinacionales llevan adelante su estrategia de colonización enmascarada (...) la naturaleza, al igual que nuestra resistencia, no tiene fronteras", señaló el grupo de manifestantes, en su mayoría jóvenes, que, no por pocos, dejan de moverse. Esta vez frente al monstruo multinacional que se ha posicionado en los últimos años como una de las más poderosas compañías químicas que, además de pretender el control mundial de semillas, busca ahora el control del agua.

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