Homenaje al poeta español a 38 años de su muerte
Velada para evocar la obra y el exilio de Pedro Garfias
Monterrey, NL, 10 de agosto. Así como el peruano César Vallejo decidió morir en París (Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo), el poeta español Pedro Garfias escogió para morir esta ciudad, el 9 de agosto de 1967, se dijo anoche en un emotivo homenaje al oriundo de Salamanca, a 38 años de su fallecimiento.
Allí se contaron anécdotas sobre sus andanzas por estas tierras y hubo una velada con lectura de sus poemas y la develación de una placa en uno de sus bares preferidos, el 1900 del hotel Ancira, donde una vez, en 1915, se hospedó Pancho Villa.
Garfias fue parte de la generación del 27 y del exilio español que trajo a México a escritores e intelectuales como León Felipe, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Max Aub, Adolfo Sánchez Vázquez, Luis Buñuel, Ofelia Guilmáin, Alfredo Gracia Vicente y muchos otros, citó el académico de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Genaro Saúl Reyes.
Reconocimiento pendiente
Alfonso Vera, viajero del último barco que trajo exiliados españoles a México, mencionó que Garfias llegó el 13 de junio de 1939 al puerto de Veracruz, en el buque francés Sinaia, como parte del primer contingente de mil 620 republicanos expulsados de su patria, a raíz de la Guerra Civil española.
El pintor Armando López, el arquitecto Alfonso Reyes Martínez, Alfonso Rangel Guerra, presidente del Consejo Estatal para la Cultura y el Arte, y Eugenio Armendáriz compartieron vivencias que tuvieron con el poeta salmantino.
Una vez durante una reunión, Garfias se molestó bastante cuando el artista local, Gerardo Cantú, recriminó el papel del Partido Comunista Español en la derrota de la República Española. El poeta, con voz tronante, se puso de pie y amenazó: ''o se va este señor o me voy yo". Cuando su interlocutor prefirió salirse, preguntó Garfias, ¿quién es este señor? Es el dueño de la casa, le respondieron divertidos los demás asistentes, refirió Armando López.
Eugenio Armendáriz recordó que el 9 de agosto de 1967, el historiador Santiago Roel, el librero Alfredo Gracia, su esposa María Luisa y él acudieron a visitarlo al hospital. Roel debió retirarse, y mientras estaban en la sala de espera, ''llega un enfermero y nos dice: Pedro ya falleció".
''Entramos -prosiguió Armendáriz- Alfredo, su esposa y yo; el enfermero le cerró los ojos, pero se le volvieron a abrir; yo se los volví a cerrar.
''Al día siguiente, en el entierro, el humanista Raúl Rangel Frías pronunció una oración fúnebre que decía algo así: 'Garfias, viejo madero, azotado por los vientos'.''
Rangel consideró que a Garfias aún se le debe el reconocimiento que merece como integrante de la generación del 27.