Usted está aquí: jueves 11 de agosto de 2005 Política ¿Qué culpa tienen los pingüinos?

Octavio Rodríguez Araujo

¿Qué culpa tienen los pingüinos?

En entrevista a Marco Lara Klahr y Mario Cerrillo, enviados de El Universal a La Realidad, Chiapas, el subcomandante Marcos dijo: "en cuanto algo empieza a salir bien, hay que torpedearlo", pero en esa ocasión no se refería autocríticamente a su actitud ni a sus declaraciones contra López Obrador, sino a quienes, en sus cálculos, querían llevarse, en febrero de 2001, el éxito en la mesa de negociaciones entre el gobierno de Fox y el EZLN, desplazando al comisionado para el diálogo: Luis H. Alvarez.

Marcos se ha dedicado a torpedear ahora a AMLO, quien es (todavía) el que encabeza las preferencias ciudadanas para el gobierno del país. A todos los demás, les avienta cohetes chilladores, de ésos que en las ferias hacen que algunas muchachas brinquen, entre asustadas y molestas.

Los que leemos los discursos y los escritos de Marcos hemos observado que las referencias del rebelde a López Obrador son más que fuertes y que, en cambio, a Madrazo, Montiel, Creel, Alberto Cárdenas, Fox y su esposa, para no mencionar a más, son mesuradas. Lo mismo se puede observar sobre los partidos.

No soy sicoanalista, pero algo aprendí en siete años de sicoanálisis ortodoxo. Y la actitud de Marcos con el PRD y su candidato a la Presidencia es por lo menos obsesiva, y no precisamente política. En lugar de decir que "nos va a partir la madre a todos", mejor sería que explicara por qué y cómo. Echar broncas, como si estuviera en una cantina (el PRD "nos despreció y va a pagar; los vamos a hacer pedacitos") no es muy distinto del "qué me ves" y tirarle una botella de cerveza o decirle al parroquiano de junto que porque no le hizo caso en su necia conversación las pagará y, además, lo va a hacer pedacitos y luego a venderlos como maciza para tacos.

En términos políticos, y ya no sicoanalíticos, la actitud de Marcos (muy distinta al texto de la Sexta Declaración) tiende objetivamente a restarle votos a López Obrador y al PRD, lo que en términos electorales quiere decir promover la abstención o que los ciudadanos con ciertas indecisiones voten por el PRI o por el PAN. Esto me recuerda a un compañero de la ultraizquierda que hace muchos años me decía que había que votar por la derecha pues de ese modo se agudizarían las contradicciones y estallaría la revolución, mientras que si la gente votaba por los reformistas las contradicciones serían menos evidentes y la gente terminaría en el conformismo y mediatizada.

Cuando se impuso la dictadura en Chile, y mi amigo huyó a México exiliado, le dije que se hubiera quedado en su país para aprovechar las contradicciones que ya estaba generando la dictadura, ya que si los revolucionarios se exiliaban entonces quién iba a hacer la revolución. Me parece que se enojó conmigo, pues no me volvió a hablar. Actualmente colabora con el gobierno de Lagos, según me han dicho. Quizá "maduró" o no era muy consistente.

Los ultras, que suelen ser sectarios, no quieren a la izquierda moderada, electoral y democrática. Ellos van por todo, sin concesiones. Fueron los ultras los que impidieron en 1995 que la iniciativa del EZLN por un Movimiento para la Liberación Nacional (con Cuauhtémoc Cárdenas y la Convención Nacional Democrática) fructificara. Abortó no por traición de Cárdenas o algo semejante, sino porque los maximalistas, que no son democráticos en sus organizaciones, no querían que los moderados (como nos llamaron entonces) pudiéramos formar un frente amplio y plural en contra del priísmo tecnocratizado que gobernaba entonces. Esa experiencia, según parece, fue olvidada por el hombre de la diadema y la pipa. Pero otros la recordamos, como también recordamos que el mismísimo Marcos fue llamado reformista en aquellos años.

El 29 de junio de este 2005 Marcos dijo que la política actual no sirve, "porque no toma en cuenta al pueblo, no lo escucha, no le hace caso". Y si bien algo hay de cierto, sería pertinente recordarle que hay millones de personas, en su mayoría del pueblo, de ese pueblo con el que ahora los zapatistas intentan hacer "la otra campaña", que quieren a López Obrador no sólo como candidato, sino como gobernante. ¿Habrá que convencerlos de que están equivocados? ¿Con qué argumentos? ¿Con el argumento de que no deben votar por AMLO, sino abstenerse para que gane el PRI? ¿Por qué mejor no decirles directamente que voten por el PRI o por el PAN que en el discurso de Marcos siempre están en el etcétera?

Decir que "no es cierto que nada más estamos en contra del PRD" y que "vamos en contra de toda la clase política" cuando en la mira de su torpedera sólo aparecen AMLO y el PRD que "nos despreció y la va a pagar", es convertir a éstos en los enemigos principales del EZLN y de quienes resulten, si acaso, sus aliados. No me parece que esto sea escuchar al pueblo, tomarlo en cuenta, sino menospreciarlo como diciendo: están equivocados, vengan a hablar con nosotros para decirles la neta y, de paso, podrán recibir su certificado de pertenencia a la izquierda, a la verdadera, a la que sí sabe. Detrás del letrero que dice "aquí es" hay otro que a simple vista no se ve porque lo tapa un pingüino, y dice: "se dan diplomas de izquierda". ¿Y qué culpa tienen los pingüinos?

 
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