Usted está aquí: martes 9 de agosto de 2005 Economía Júbilo de gobiernos e IP por aprobación del TLCCA; luto de los trabajadores

Júbilo de gobiernos e IP por aprobación del TLCCA; luto de los trabajadores

Los defensores de las actividades agrícolas temen que con el pacto se registre pérdida de empleos

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen En varios pa�s de Centroam�ca la poblaci�o cree que el acuerdo comercial con Estados Unidos les reporte grandes beneficios FOTO Ap Foto: Ap

Gobiernos centroamericanos y líderes empresariales aclamaron la aprobación por el Congreso estadunidense de un tratado de libre comercio regional, al cual consideraron una bendición para sus consumidores y para sus esfuerzos de modernización. En cambio, sindicatos y algunos grupos de agricultores advierten del peligro de la pérdida de empleos y otros efectos lamentables.

El Tratado de Libre Comercio para Centroamérica (TLCCA) no tendrá muchos efectos sobre la economía estadunidense, porque el comercio entre Estados Unidos y los países de la región es relativamente escaso. Pero los entusiastas afirman que podría dar un muy necesario impulso a una de las zonas más pobres del hemisferio, si en realidad produce los beneficios prometidos.

El presidente de El Salvador, Tony Saca, uno de los más fuertes impulsores del proyecto, dijo: "Nos despertamos hoy con la certeza de un tratado de libre comercio que había sido un sueño durante muchos años. Centroamérica ha ganado, y debemos celebrarlo". Su similar de Honduras, Ricardo Maduro, afirmó que el TLCCA producirá "crecimiento económico y empleos dignos y permanentes".

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el pacto por margen muy estrecho. El Senado lo había aprobado antes y pronto lo firmará el presidente Bush, cuyo gobierno sostuvo que el TLCCA promoverá el desarrollo económico en Centroamérica, lo cual a su vez impulsará la estabilidad política de la región, contendrá el flujo migratorio y sentará las bases para tratados comerciales más ambiciosos que abarquen el hemisferio occidental y el mundo entero.

En un periodo de 18 años, el tratado retirará la mayor parte de las barreras comerciales entre Estados Unidos y El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua y República Dominicana. Los observadores apuntan que los últimos tres países todavía deben aprobarlo, pero ahora es mucho mayor la presión de los sectores empresariales para que "aborden la nave".

Suponiendo que el acuerdo sea realidad, como espera la mayoría de observadores, los consumidores de Centroamérica serían los verdaderos ganadores. Los precios de alimentos básicos como frijol, maíz y la carne de res podrían bajar, y los mercados monopolizados de los seguros y las telecomunicaciones inalámbricas se abrirían a la competencia. Las tarifas de importación en autopartes y computadoras bajarían, lo cual abatiría costos.

Mediante la concesión de incentivos a extranjeros y a empresarios locales para invertir en fábricas, el TLCCA podría producir más trabajos industriales en una región que necesita desesperadamente de ellos. Algunos sectores agrícolas de Centroamérica se beneficiarán, en especial los productores de fruta, pues las restricciones estacionales al envío de estos productos a los mercados estadunidenses se irán levantando poco a poco.

"Hay empresas esperando en la línea el disparo de salida, y éste llegó con el TLCCA", dice Henry Fransen, director ejecutivo de Maquiladora Assn, de Honduras. "Tengo en las manos varias cartas de compañías brasileñas, coreanas y estadunidenses que quieren invertir aquí, pero a condición de que se apruebe el tratado."

El tratado comercial no es "una panacea", pero impondrá reformas estructurales que podrían conducir a mayor prosperidad en Centroamérica, afirma Manuel Agosin, consejero económico del BID en la región. Dichas reformas incluyen modernización, transparencia de las aduanas y reglas para la inversión y la apertura de procedimientos de gestión gubernamental.

Víctor Meza, analista político de Tegucigalpa, la capital de Honduras, dice que el tratado podría imponer normas más altas en las economía de Centroamérica. "La causa principal de la pobreza en Honduras y Centroamérica es la baja productividad y calidad", afirma. "El TLCCA es una oportunidad de cambiar las reglas del juego para favorecer el trabajo capacitado, una mejor educación... Los políticos deben darse cuenta de que ésta no es una elección, sino una obligación."

Sin embargo, algunos sindicatos agrícolas advierten que ciertos sectores campesinos de Centroamérica podrían sufrir los embates de las empresas estadunidenses del ramo. Líderes sindicales afirman que los campesinos locales no pueden competir contra las economías de escala y los métodos agrícolas hipereficientes de EU.

Muchos sindicatos de trabajadores agrícolas señalan la experiencia de algunos campesinos mexicanos tras la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Muchos perdieron su empleo con la llegada de grano a bajo costo de EU, así como de reses importadas, lo cual condujo a que estos trabajadores emigraran de manera indocumentada al país del norte en busca de empleo.

"Con el TLCCA han empezado la agonía y la muerte de la agricultura en El Salvador", dice Ramón Arístides Mendoza, líder del Sindicato Comunitario Salvadoreño, formado por 37 mil ganaderos y pequeños agricultores que cultivan principalmente algodón, maíz, frijol y caña de azúcar. La competencia con los granjeros estadunidenses, señala Mendoza, "siempre ha sido desigual, y ahora la desigualdad se ha legalizado."

José Pinzón, secretario general de la Central de Trabajadores Guatemaltecos, formada por 70 mil miembros, llama a la aprobación una "victoria pírrica para Bush y los presidentes de Centroamérica. Será un desastre para los campesinos y trabajadores que no pueden contar con los subsidios y préstamos baratos que tienen los estadunidenses", dice Pinzón.

Albino Vargas, secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados de Costa Rica, expresa que con el tiempo el TLCCA podría conducir en su país a la privatización de la electricidad, de los servicios de las aseguradoras y de las telecomunicaciones. "Eso nos costará más que los empleos", sostiene. "Estas instituciones públicas nos han traído 100% de cobertura de agua potable en los hogares de todo el país, 95% de cobertura telefónica y 97% en electricidad. "¿Cómo se verán afectados estos servicios cuando se pongan en manos de compañías extranjeras?"

FUENTE: EIU

 
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