El receptor, un niño mexicano de 10 años que padece epilepsia de difícil control
Realizan en el hospital 20 de Noviembre primer implante de neuroestimulador
El aparato funciona a nivel cerebral de manera similar a la de un marcapasos para el corazón
Luego de seis años en que Aldo padeció una epilepsia de difícil control, que le provocaba crisis continuas durante una a tres horas y lo mantenía con un estado de salud muy deteriorado, por desnutrición y otros padecimientos asociados, su calidad de vida mejorará sustancialmente con el neuroestimulador que le colocaron médicos del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE, en lo que fue la primera cirugía de este tipo que se realiza en las instituciones públicas de salud del país.
Desde que tenía cuatro años de edad, Aldo empezó con las crisis de epilepsia y su problema era de tal magnitud que en los pasados seis meses llegó a presentar casi 500 episodios. Ingería ocho medicamentos distintos, pero no le ayudaban a controlar la enfermedad.
Además de que había dejado de comer y ya padecía desnutrición, existía un riesgo permanente de asfixia porque los pacientes que, como Aldo, presentan crisis de epilepsia cuando se están alimentando pueden broncoaspirar (ahogarse con la comida), lo que en ocasiones les provoca la muerte debido a que el alimento se va a los pulmones a través de los bronquios.
La epilepsia de difícil control que padecía Aldo también ocasionaba que el menor ingresara a los servicios de terapia intensiva hasta por 10 días. "Nos encontramos con un fracaso del tratamiento farmacológico", por lo que se tomó la decisión de explorar otras alternativas terapéuticas. La colocación del neuroestimulador fue la más viable para su edad y tipo de padecimiento, dijeron los médicos tratantes.
Mejoría de 60 por ciento, garantizada
Manuel Hernández Salazar, jefe de enseñanza de servicios modulares, el neurocirujano Cuauhtémoc Gil Ortiz y el neuropediatra Jorge Baltazar Venegas explicaron que el neuroestimulador garantiza una mejoría de 60 por ciento y también disminuye la probabilidad de desarrollar otros males, como infecciones y neumonías.
Explicaron que el neuroestimulador funciona a nivel cerebral de manera similar a la de un marcapasos para el corazón, pues controla los impulsos que producen los ataques epilépticos. Se coloca sobre el nervio vago en el lado izquierdo del cuello, mediante una incisión de tres centímetros. Contiene un cable con tres abrazaderas que atrapan ese nervio, y todo el aparato queda oculto bajo la piel.
La función del equipo, una vez colocado, consiste en medir la actividad eléctrica del cerebro con una microcomputadora, de tal suerte que cuando el paciente detecta que está a punto de sufrir una crisis de epilepsia, activa el mecanismo de control del aparato.
Los especialistas resaltaron que esta cirugía fue la primera que se practica con éxito en el sistema público de salud y se plantea como una alternativa para otros tres millones de mexicanos que están afectados por esta misma enfermedad.
Algunas condiciones que deben ser tomadas en cuenta para decidir la conveniencia del neuroestimulador son que debe ser un paciente clasificado como epiléptico de difícil control, resistente a tratamiento farmacológico. En el caso de Aldo se habían empleado todos los medicamentos necesarios para evitar las convulsiones y su epilepsia ya era generalizada.
El neuroestimulador que se le colocó tiene un precio de 17 mil dólares, más cuatro mil de la computadora que sirve para monitorear la actividad eléctrica cerebral. El equipo es una especie de imán y utiliza una pila cuya duración es de entre ocho y 12 años, que se cambia fácilmente, señalaron los especialistas. También comentaron que el menor deberá portar toda su vida este aparato. Lo usará en el antebrazo o sobre la cintura, como si fuera un radiolocalizador o un teléfono celular.