De la histórica hazaña dependía la vida de la tripulación del transbordador
Con éxito cumplió Steve Robinson su misión de reparar el Discovery
El astronauta estadunidense es el primer hombre en arreglar una nave en pleno espacio
Con las puntas de los dedos índice y pulgar retiró los trozos sobrantes de las losas térmicas
Ampliar la imagen Robinson, en el brazo del robot abajo del Discovery se prepara para remover el material sobrante FOTO Reuters Foto: Reuters
Houston, Washington, 3 de agosto. "Agarro fuerte y tiro. Sale fácilmente. Fantástico." El astronauta estadunidense Steve Robinson entrará en la historia de la navegación espacial como el primer hombre que reparó un transbordador en el espacio.
Con las puntas de los dedos índice y pulgar de su grueso guante espacial, este hombre de 49 años retiró dos tiras del material de relleno que sobresalían entre las losetas térmicas. Al final la reparación de emergencia pareció tan fácil como sacar una tarjeta de crédito de un cajero automático.
Del éxito de esta inédita y arriesgada reparación de emergencia dependía no sólo la vida de Robinson, sino las de los otros seis astronautas que forman la tripulación del Discovery. Lo que tuvo lugar durante algo más de una hora en el espacio parecía una fascinante historia de suspenso con imágenes espectaculares que se sucedían a unos 360 kilómetros sobre la Tierra.
"Estoy listo para volar", dijo Robinson al comienzo de la operación. Con los pies amarrados al final de un brazo robot de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) flotó literalmente por el espacio y el tiempo hasta el Discovery.
Se convertía así en el primer astronauta estadunidense en observar desde el espacio las losetas térmicas que cubren la panza del Discovery. "Es realmente espectacular."
"Steve, cuando esté listo, podemos empezar", dijo una voz desde el centro de control en Houston. "Listo", replicó Robinson rápidamente. Entonces comenzó el delicado trabajo, de algún modo comparable con un coche a control remoto que debe ser colocado en la línea de salida con maniobras muy precisas.
El brazo robot se movía como en cámara lenta, transportando a Robinson a las zonas dañadas en la parte exterior del transbordador. "Un pie (30.5 centímetros) abajo", decía Robinson. "Tres, dos, uno... paren". El primer intento falló, el astronauta quedó demasiado lejos del casco del Discovery. "Manténgase recto y échese para delante", indicó la voz desde el centro de control al hombre, que luchaba contra la ingravidez.
Robinson tenía una cámara sujeta al casco de su traje espacial. Otra cámara estaba en el brazo robot y daba a Houston una imagen clara del proceso. "No hay contacto con el transbordador", decía la voz. "Mi objetivo es no tocar para nada las losetas térmicas", dijo Robinson. Su plan era "tocar con mucho, mucho cuidado" las partes de relleno sobrantes.
Uno de los mayores temores de la NASA era que a causa de la reparación de urgencia se destruyeran precisamente las losetas térmicas más necesarias, en la panza del transbordador, parte de la nave que está más sometida a las altas temperaturas. Esto habría sido tan peligroso como los trozos de relleno sobrantes.
Técnicos de la NASA temían que en esas zonas sobrantes se pudieran generar turbulencias que hicieran que las losetas se recalentaran demasiado, de ahí que hubiera que quitarlas.
Al final la reparación fue más fácil de lo esperado, pero para Robinson no fue un mero paseo espacial. El astronauta corría numerosos riesgos, admitió el vicedirector del programa, Wayne Hale, antes del comienzo de la "histórica operación".
Su traje espacial podría haber resultado dañado. Además, el transbordador tiene zonas extremadamente calientes y otras muy frías.