Voces indígenas enriquecen la lengua de hace 500 años
La obra de Eugenio Montejo, Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2004, habla del valor de la poesía e invita a reflexionar sobre el lenguaje y el tiempo en la memoria.
Durante la ceremonia de entrega del reconocimiento que se realizó la noche del lunes en la Biblioteca de México José Vasconcelos, el escritor, nacido en 1938, recordó los primeros pasos por el olvido que dejó la harina del taller blanco, nombre con el cual se refiere a la vieja panadería que cobijó su infancia.
Expresó que con el tiempo se percató de que la escritura más afín al taller blanco se reducía a una práctica, tal vez cercana a la jeroglífica, pues, como todo arte de su índole, debía valerse siempre de la representación de determinado signo.
Ante intelectuales, amigos y artistas, Montejo señaló: ''Para la escritura de la poesía me era imprescindible valerme del alfabeto y de sus infinitas combinaciones. Del alfabeto cotidiano aprendido en la escuela y del otro, el inabarcable alfabeto del mundo cuyo símbolos bien sabemos que no se alcanzan a descifrar en el curso de una vida entera.
''En vano me demoro deletreando/ el alfabeto del mundo./ Leo en las piedras un oscuro sollozo,/ ecos ahogados en torres y edificios,/ indago la tierra por el tacto/ llena de ríos, paisajes y colores, pero al copiarlos siempre me equivoco.''
Sobre su vocación comentó que con sus primeras letras descubrió que la lengua que hablaba en casa era la misma con la que intentaría más adelante escribir sus poemas. ''La lengua antigua de hace 500 años se ha enriquecido con las lenguas indígenas."
La obra de Montejo permite advertir desde su primer libro un delicado y firme equilibrio entre la forma, el sonido y sus versos. En la poesía del galardonado, el poema construye su forma en sus significados a medida que se va haciendo.
Montejo mencionó el vínculo que existe entre la literatura de México y Venezuela y señaló que los libros de Alejandro Rossi crearon un puente entre ambos países. Asimismo recordó a José Juan Tablada, Carlos Pellicer y Octavio Paz.
Del autor de El arco y la lira, comentó: ''Mi admiración temprana por su obra no era casual. Pues tal como había ocurrido con otros escritores coetáneos en nuestro itinerario formativo, varios libros suyos habían constituido verdaderos hitos. Tal vez ahora en nuestro ánimo perdura el inicial deslumbramiento de sus páginas y cuánto éstas llegaron a decirnos".
Montejo, quien fue director de Monte Avila Ediciones y agregado cultural de Venezuela en Lisboa, es reconocido como un poeta con especial dominio de las formas, que se constituyó en un gran representante de la poesía sudamericana.
Con la designación unánime de 31 poetas latinoamericanos, el autor venezolano fue galardonado con el Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo, que entrega la Asociación de Amigos de Octavio Paz, presidida por Marie José Paz, viuda del poeta.
Fabiola Palapa Quijas