Usted está aquí: miércoles 3 de agosto de 2005 Cultura Inusitada experiencia sonora con internos del consejo tutelar de Oaxaca

Los contrabajistas Ofelia y Klaus Stoll enseñaron armonía y ritmo a los menores

Inusitada experiencia sonora con internos del consejo tutelar de Oaxaca

Un quinteto juvenil superó la timidez y se atrevió a compartir sus primeros acordes

Se cumplió el propósito de llevar ese arte a una institución sin muros infranqueables

ANGEL VARGAS ENVIADO

Ampliar la imagen Klaus Stoll, primer contrabajista de la Orquesta Filarm�a de Berl� ayer durante la impartici�el taller en el consejo tutelar de Oaxaca FOTO Marcela Taboada/ Instrumenta Foto: Marcela Taboada/ Instrumenta

Oaxaca, Oax., 2 de agosto. El Consejo de Tutela de Oaxaca parece más una escuela que un centro penitenciario. Ubicado a 15 minutos del primer cuadro de la ciudad, no ostenta altas rejas ni muros infran-queables y la vigilancia de la institución apenas si es perceptible.

Eso impacta al enterarse de que allí se encuentran recluidos sólo los menores que han cometido delitos graves, como homicidio, los relacionados con el tráfico de estupefacientes y la agresión sexual.

Su población asciende a 40 internos, cuyas edades oscilan entre los 12 y los 16 años, dos de ellos del sexo femenino.

De ese total, 50 por ciento proviene del Valle central de la entidad, mientras los restantes de la región del Istmo, la Costa y Tuxtepec, según datos del titular de esa institución, Rubén Vasconcelos.

Dicho centro fue elegido por los organizadores de Instrumenta Verano Oaxaca 2005 para desarrollar este martes un singular experimento, que consistió en la impartición de un taller musical destinado a esos menores infractores, además de un recital.

Azoro y felicidad

El matrimonio conformado por los músicos Ofelia y Klaus Stoll, provenientes de Alemania, aunque ella es de nacionalidad mexicana, fue el encargado de realizar esa actividad.

Fue sorprendente atestiguar cómo el primer contrabajista de la Orquesta Filarmónica de Berlín, así como la contrabajista de la Sinfónica de la capital alemana, requirieron poco menos de una hora para lograr que cinco de esos infantes no sólo superaran la timidez, sino perdieran el miedo escénico y fueran capaces de tocar en esa primera y única sesión en ese consejo tutelar.

Acaso tuvo que ver la capacidad musical innata de los oaxaqueños, acaso la sorpresa y la emoción evidentes en sus rostros al tener por primera vez entre las manos esos enormes instrumentos de cuerda, lo cierto es que se produjo una experiencia estrujante y conmovedora tras observar el azoro y la felicidad manifestada por esos jóvenes al advertirse haciendo música. Un azoro y una alegría propios de un niño frente a un mago.

Comprensión mediante las emociones

La táctica usada por Ofelia y Klaus Stoll consistió en buscar un acercamiento y la comprensión de la música mediante las emociones, sobre todo delimitándolas en los ámbitos de la alegría, y la tristeza.

Los imberbes instrumentistas se inclinaron siempre por la alegría y así los maestros, en un contexto de libertad, les permitieron tomar el instrumento y el arco como mejor se acomodaran para producir los primeros acordes.

Luego les enseñaron los principios básicos del ritmo y la armonía, relacionándolos con la forma de caminar.

''Cuando uno va muy rápido o muy lento, puede tropezarse o perderse", recordó Ofelia a los pequeños.

Y así siguieron el andar de la contrabajista, como si se tratase de la batuta esgrimida por un director de orquesta.

La clase impartida por ambos músicos comprendió el aprendizaje y el dominio de tres distintos compases, mismos que al final del taller utilizaron, integrados en ensamble, para acompañar a Klaus Stoll en la interpretación de una canción tradicional alemana y el Himno a la alegría de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven.

Entre atónitos e impresionados, quizá también con cierta dosis de marcado escepticismo, los integrantes del quinteto infantil recibieron la ovación de compañeros y familiares.

Bajaron estupefactos y sonrientes del templete que fue acondicionado para la ocasión, llevando en la imaginación y el recuerdo esa prodigiosa sensación de felicidad por hacer música, por aproximarse al arte sonoro.

Como corolario de esa fantástica experiencia, los contrabajistas Ofelia y Klaus Stoll ofrecieron un variado recital acompañados por nueve de sus alumnos del programa Instrumenta Verano 2005, el cual se realizó entre el aburrimiento de algunos de los 40 jóvenes recluidos allí, pero con el oído atento y la algarabía de la mayoría de los internos de esa institución tutelar de menores infractores.

 
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