Pablo González Casanova defiende la vitalidad de los nuevos movimientos de resistencia
"Luchar pacíficamente, uno de los actos más valientes en nuestro tiempo"
El EZLN y los Sin Tierra, actuales fuentes de pensamiento en América Latina, sostiene
Ampliar la imagen Pablo Gonz�z Casanova, en imagen reciente FOTO Mar�Luisa Severiano Foto: Mar�Luisa Severiano
Madrid, 2 de agosto. El intelectual y prestigioso académico mexicano Pablo González Casanova defendió la vitalidad de los nuevos movimientos de resistencia para hacer posible la máxima de que "otro mundo es posible". En El Escorial y bajo el auspicio de la Universidad Complutense de Madrid, González Casanova organizó un curso titulado América Latina en el cambio de siglo: tendencias y alternativas, en el que diversos expertos analizan y debaten en torno a los problemas futuros de la región. En entrevista con La Jornada, el pensador crítico abanderó la alternativa del zapatismo y su máxima del "mandar obedeciendo".
-¿Qué tendencias y alternativas vislumbra en América Latina?
-Creo que una de las incógnitas de las preguntas que se hace todo el mundo es hacia dónde vamos y qué alternativas hay a una situación tan grave y peligrosa como la que estamos viviendo. El problema de las alternativas al mundo actual, que se está planteando por todos los movimientos sociales, es que ven la posibilidad de que exista un mundo menos inseguro y menos injusto. La idea de que "otro mundo es posible" surgió como planteamiento contra los conformistas, que pensaron durante algún tiempo que no había posibilidades de cambiar la situación y que lo natural era que dejáramos que el neoliberalismo dominara el mundo entero.
"De esa idea de que 'otro mundo es posible' ya surgieron movimientos muy importantes, de los cuales destaca el de Porto Alegre, en los que empezaron a exponerse procesos de cambio distintos a los que se habían planteado con anterioridad y aparecieron ideas muy nuevas, particularmente en América Latina, una de las regiones del mundo que está haciendo mayores aportaciones."
-¿Qué ideas destacaría como aportación particular del pensamiento latinoamericano?
-Una es la idea de las revoluciones armadas para tomar el poder del Estado, como las que se plantearon en el siglo xix y principios del xx, fundamentalmente. Además, las propuestas de reformas al Estado para impulsar cambios a escala nacional y mundial, a la que se añadió de manera creciente la idea de construir alternativas a partir de la sociedad. A proponer nuevas vías desde las bases, es decir, de abajo hacia arriba. Esta idea no es excluyente de las reformas -no en el sentido en que lo entienden los neoliberales-, sino en el sentido de cambiar la legislación y las prácticas políticas de las instituciones para volver a dar sentido al Estado social. Además de las reformas para lograr darle un peso a la democracia, no como un problema meramente electoral -aunque no se rechazan los procesos electorales-, sino de participación de la ciudadanía, de los pueblos, las naciones y las colectividades en la vida cotidiana, y no sólo periódicamente en función del calendario electoral.
-¿Desde dónde se están impulsando estas ideas en estos momentos?
-Estos planteamientos tienen a uno de sus actores principales en el zapatismo, pero se están expandiendo a otros movimientos de América Latina, como los Sin Tierra de Brasil, los piqueteros de Argentina o el movimiento campesino de Bolivia, etcétera. Lo importante es que hay ideas muy parecidas con aportaciones muy originales, puesto que todas estas ideas heredan en gran parte las experiencias de cambio que se tienen desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, que son muy grandes y al mismo tiempo hacen posible imaginar nuevos horizontes y nuevos medios para lograr esos objetivos de crear una sociedad menos injusta y menos insegura.
-¿La idea en común de estos procesos de cambio es asumir entonces la democracia desde abajo?
-Sí, sin duda. Pero a ésta se añade otra que también es muy importante, que es pensar que las autonomías no sólo son de las personas, que también hay que respetar, sino de las colectividades. La idea de que la forma de pensar y de resolver los problemas que surge de la llamada cultura occidental no es la única, y que si bien también tiene un valor innegable tiene que colocarse al lado de muchas otras culturas y civilizaciones, particularmente aquellas que sufrieron la historia de un capitalismo vinculada a la historia de un colonialismo, que tendieron a discriminar los saberes y el pensamiento, sometidos por la colonialización. De tal modo que vemos que así se enriquece muchísimo el pensamiento alternativo y la construcción de alternativas.
-¿En qué fase cree que se encuentra este proceso de creación de alternativas? ¿Cree que tienen posibilidad de prosperar?
-Creo que están surgiendo voces de América Latina, de España y de otras partes del mundo que están absolutamente identificadas con un nuevo pensamiento, en el que incluso la expresión verbal es distinta, pues se nota que no está presente más aquella manera enfática y dogmática de hablar que prevaleció en el siglo xx. Pero tampoco el discurso conformista que surgió en los años 80 y que hizo pensar -como diría la señora Margaret Thatcher- que "otro mundo no es posible". Yo creo que aquí estamos viviendo una nueva generación de hispanoamericanos que está pensando que sí es posible otro mundo y que, aunque el panorama resulta en ciertos momentos amenazador, en todos ellos hay un optimismo objetivo, controlado y la decisión de seguir luchando por una democracia con justicia y sin dependencias de tipo coloniales o neocoloniales.
-Este cambio obligaría a cambiar la forma de entender el poder, más cercana al ejemplo zapatista de mandar obedeciendo. ¿Es esto posible?
-Sí es posible, y tan es así que los zapatistas, después de haber lanzado esta consigna o formulación sobre su pensamiento del ejercicio del poder o del gobierno, ellos mismos lo llevaron a la práctica en la experiencia de los caracoles y de las juntas de buen gobierno. Y aunque presentan muchas dificultades en las tradiciones de tipo autoritario y personalista, obviamente el logro es la recuperación de otro tipo de tradiciones que tenemos, de solidaridad y respeto entre las comunidades. Así que creo que no hay la menor duda de que este camino es posible y se están ampliando sus posibilidades.
"Por eso creo que la sexta declaración del EZLN es un paso muy importante y valiente, porque decidirse a luchar pacíficamente es uno de los actos más valientes que hay en nuestro tiempo, pues como hemos visto en los últimos años las víctimas de las masacres han sido precisamente quienes no estaban armados y no querían usar las armas para resolver los problemas sociales. Así que es un acto de valor cívico y político muy grande, y creo que corresponde a lo que los pueblos están pensando, que no están decididos a dar una lucha violenta y en el caso de los movimientos de México siempre ha habido un rechazo a lo que es terrorismo en sentido estricto, y no como lo están definiendo todos los imperialistas e intervencionistas de nuestro tiempo. Entonces, en este momento el zapatismo está poniendo el acento en una lucha cívica y política de nuevo tipo, en pos de la creación de gobiernos que lleven el día de mañana a otras partes del país y del mundo esa experiencia de 'mandar obedeciendo'."