Usted está aquí: martes 2 de agosto de 2005 Opinión En el fondo

José Blanco

En el fondo

Europa, por hoy, parece hundirse lentamente en un pantano. En el fondo del pantano está América Latina, y si hay espacio debajo del fondo ahí está Africa. No hay para cuándo, aunque son visibles algunas cosas que podríamos hacer en términos de alianzas internacionales.

El drama económico mayor de Europa es que a pesar del parcial desmantelamiento del Estado de Bienestar, sigue resultándole un inmenso costo para competir internacionalmente, al tiempo que las sociedades europeas no están dispuestas a renunciar a los beneficios que hasta hace poco podía otorgarles su configuración estatal, lo que empeorará su situación competitiva. Detrás de esa negativa estuvo el no de Francia y de Holanda. Votaron haraquiri para el largo plazo.

Empeora aún más la situación de Europa la tasa de su productividad que está cuasi estancada, debido a los rezagos que internacionalmente está viviendo su educación de alto nivel (Blair acaba de recordar a todos en Bruselas que de las 20 mejores universidades del mundo sólo dos están en la Unión Europea, y que India forma anualmente más científicos con nivel de doctorado que la UE), a pesar de los continuos esfuerzos que Europa hace por sostener su educación superior a flote; por si fuera poco los países europeos subdesarrollados que están llegando a la UE están complicándole la vida de manera sustantiva, mientras que sus libertades democráticas van cerrándose inexorablemente.

A Blair y a Rodríguez Zapatero se les ve en un gradual acercamiento, producto, al parecer, de coincidencias acerca de lo que tendría que hacer Europa para modernizarse tecnológica y económicamente a toda prisa, pero están lejos de coincidir en todo, y esa modernización, si se da, pasará por un tramo histórico crítico y de alto costo político para los partidos que la operen. Sin duda, la mejor propuesta que Zapatero ha hecho a Blair, quien la oyó sorprendido -pero imagino que va a pensarla-, es construir una alianza con el mundo musulmán contra el terrorismo, que requerirá un programa de entendimiento cultural profundo y un entendimiento económico para el desarrollo con autonomía de ese mundo que, gradualmente, modifique las posiciones que hoy amenazan con llevar a las sociedades del mundo hacia un nuevo oscurantismo al estilo del medioevo, que tomó mil años superar. Pero si la devastadora combinación altísimo desarrollo tecnológico-oscurantismo cultural (personificada por Bush) continúa avanzando, el mundo se volverá inhabitable.

Europa continúa siendo el mayor espacio político capaz de generar un proyecto político para que la civilización humana continúe desarrollándose. Pero nada podrá hacer frente a la tecnología guerrera del gobierno de Estados Unidos. Una parte de la esperanza del mundo reside en que las islas de civilización que habitan en la sociedad estadunidense, adquieran la fuerza que tuvieron al final de la guerra en la que el imperio fue vencido por Vietnam.

Por ahora Estados Unidos continuará desdeñando olímpicamente a Europa porque su desarrollo tecnológico la está dejando muchas leguas atrás. Estados Unidos al mismo tiempo que en el largo plazo va a predominar económicamente ve cierta amenaza en China e India, pero aún lejana, especialmente porque un punto fuerte de la competitividad de China e India sigue siendo el nivel de vida de subsistencia de su población y su debilidad tecnológica en el ramo de las municiones. Estados Unidos no puede formar un Estado planetario, por eso su vía serán las bombas donde las estime necesarias.

Entre tanto América Latina continúa hablando de la necesidad de promover el desarrollo de una globalización más sólida y equitativa, y luchar por una mejor inserción, especialmente después de una etapa de transición de socialmente costosísimas reformas económicas efectuadas desde los noventas que, a pesar de cierto tipo de adelantos alcanzados en los últimos años en términos de estabilidad, no pueden revertir la frustración de las expectativas generadas por esas mismas reformas, debido a sus raquíticos resultados. En otros términos, la expectativa latinoamericana no tiene nada que ver con el tipo de conflicto que hoy está en el centro de una globalización, en la que Estados Unidos, sin proyecto civilizador, sino de dominio por la fuerza, adelanta a una Europa que se retrasa y que parece ir perdiendo peso en la escena internacional.

América Latina y México no pueden quedarse al margen de la globalización y del desarrollo científico y tecnológico, pero en general no podrán hacer nada con la actual configuración política que nos mantiene en el fondo del pantano. Tienen que reconocer con la mayor precisión la arena real internacional, y cuál es el nudo actual del conflicto de la globalización, y los desenlaces probables. Es sorprendente que en México nadie pareciera estar enterado de lo que ocurre especialmente respecto de la dinámica Europa-Estados Unidos-China/India; nadie parece pensar sobre el problema, todo indicaría que no es asunto nuestro. Vivimos en Babia.

 
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