"Se habla más a partir de prejuicios que de evidencias", asegura colaborador del líder
Madrazo "no cumple lo que promete", afirman sus detractores dentro del PRI
Lo que reconocen del dirigente nacional priísta es su "enorme capacidad de trabajo"
Personaje de claroscuros, Roberto Madrazo Pintado lo mismo concita la firme defensa de sus simpatizantes que la más ácida descalificación de sus detractores. Gran simulador de la política o demócrata; restaurador del viejo régimen o constructor de un PRI renovado; incapaz de sostener su palabra o pragmático; autoritario o incluyente; deshonesto u honrado.
"La percepción de la gente es que se trata de un hombre que no cumple lo que promete y representa mucho de lo negativo de un régimen que estuvo más de 70 años en el poder: la corrupción, el autoritarismo", coinciden Roberto Campa, integrante de Unidad Democrática, y el tabasqueño Arturo Núñez, uno de los muchos a quienes Madrazo les ofreció "el mar y los pececitos".
Del dirigente priísta "se habla más a partir de prejuicios que de evidencias", afirma Javier Oliva, responsable de la coordinación política de la agenda de Madrazo, incorporado aun cuando se trata de un personaje joven y relativamente nuevo en el círculo próximo al presidente del tricolor.
Addy García López, cercana a Madrazo desde los años de su gobierno en Tabasco -y quien dejó su curul en la Cámara de Diputados a su suplente, Federico Madrazo- sostiene que esa imagen es resultado de la campaña promovida desde la presidencia zedillista, producto, acota a su vez Oliva, de una actitud que devino en el primero de los "aportes al federalismo político" de un gobernador priísta.
Esto, explica García López, porque Madrazo se opuso a renunciar a su gubernatura -en la que gastó más que William Clinton para ganar la presidencia de Estados Unidos- en atención a un acuerdo entre Ernesto Zedillo y el PRD para concluir con las protestas poselectorales de 1994 en aquella entidad.
"Si esa campaña existió", comenta Campa, "fue francamente eficaz, como ineficaz ha sido su equipo en cambiar esa imagen", aseveró.
Son varios los ejemplos que, a decir de sus detractores, avalan el juicio negativo respecto de Madrazo. Uno es el desafuero de López Obrador. De lunes a jueves, recuerda Arturo Núñez, declaró que le gustaría verlo "en las boletas", pero el viernes "ya le recomendó buscarse un buen abogado", todo ello mientras "le torcía la mano a los diputados" para aprobar el desafuero. Para el lunes "monta en cólera" cuando el gobierno foxista decide no proceder en contra de López Obrador... "así es Madrazo", advierte.
Otro episodio "que retrata a Roberto Madrazo" fue el proceso de elección de la directiva tricolor, en el que, acompañado por Elba Esther Gordillo, "milagrosamente hace votar al cien por ciento del padrón en Oaxaca" para "ganarle" a Beatriz Paredes "con el apoyo de otros mapaches, de los que no se ha desvinculado".
A Roberto Madrazo, convienen ambas partes, habría que ubicarlo en principio como una persona afortunada, de una sólida disciplina que le permitió construir una carrera que inició bajo el cuidado de Manuel Gurría, a la postre gobernador de Tabasco, y de Carlos Hank, quien lo hizo delegado en Magdalena Contreras, comenta la oaxaqueña Irma Piñeyro, quien compartió con Madrazo el trabajo en la Comisión de Organización del CEN tricolor.
Tuvo una buena educación, le reconocen sus detractores, "y tiene muy buena mano izquierda, es tolerante, paciente y negociador", pero en política "aprendió de esa generación de Luis Echeverría. Aprendió a trabajar solo y para él. Aprendió, de lo malo, las trampas, la resistencia al cambio, a creer que las cosas deben seguir igual. Ha devaluado el valor de la palabra y le ha quitado el honor al compromiso. Se ha hecho sospechoso con los años", sostienen sus críticos.
Sin embargo, reviran los madracistas, "no existe quien pueda argumentar que, de una u otra forma, no se hicieron bajo la tutela de los viejos políticos. Díganme el santo que no trabajó con Carlos Salinas, Ernesto Zedillo o Miguel de la Madrid, ¡por favor!", ironizó Addy García.
Frente a ello, coinciden Campa e Irma Piñeyro: "Madrazo es un hombre con una enorme capacidad de trabajo". Cuando uno trabaja para él "se tiene claro cuáles son los objetivos. Me parece que se trata de una persona que actúa mejor en la crisis, y lleva normalmente la negociación al límite, y en ese límite se desenvuelve muy bien, con la cabeza fría", agrega Campa.
Pero este último sostiene que en lo que toca a no respetar los acuerdos no hay ejemplo más claro que las llamadas reformas estructurales. "En mi experiencia personal en la Cámara de Diputados, había una serie de reformas que Madrazo entendía como necesarias para el país, pero al momento de tomar las decisiones les dio la espalda. Para mí esa fue la experiencia más negativa. Indiscutiblemente por parte del gobierno faltó operación y decisión política, tanto con los partidos de oposición como con su propio partido", insiste.
Enrique Martínez, gobernador de Coahuila y adversario de Madrazo, coincide con Roberto Campa en la responsabilidad del gobierno federal, aunque no en la de Madrazo, en el bloqueo a las reformas.
"La verdad de las cosas es que no han prosperado las reformas y los acuerdos en el Congreso por falta de operación política. Esto es vital en cualquier gobierno. Yo puedo decir que en septiembre (de 2003) estaba prácticamente amarrada la reforma energética. Elba Esther Gordillo, el día primero de septiembre, hace inclusive un discurso reformista. Los actores políticos estábamos de acuerdo con la reforma", recuerda.
"Estaba todo programado. ¿Qué pasa?, (el gobierno federal) saca el caso de Ricardo Aldana (Pemexgate). Nos pone a pelear, a enfrentarnos a los cuatro días, y por si esto fuera poco, sustituyen a Ernesto Martens, que era el secretario (de Energía) que había estado trabajando con nosotros y ponen a Felipe Calderón, que es un tipo con virtudes, eso no está a discusión, pero resulta que era un precandidato presidencial, al que los mismos panistas no iban a dejar que negociara la reforma y se colgara la medallita", sostiene Enrique Martínez.
En la historia reciente, Madrazo ha superado cuatro actos políticos que le han valido el adjetivo de "duro". El primero, cuando el entonces presidente Ernesto Zedillo le exigió renunciar al cargo de gobernador, y para ello envió a Tabasco a Esteban Moctezuma. Madrazo se opuso a dimitir -en el aeropuerto de Villahermosa la CTM atravesó camiones en la pista para evitar el aterrizaje del avión con el enviado zedillista- y rechazó la oferta de hacerlo secretario de Educación. Zedillo tuvo que admitir que gobernarían hasta el año 2000.
Secuela de esta negativa fue el resultado de la contienda interna por la candidatura presidencial, que perdió frente a Francisco Labastida, "en la que operó en su contra Zedillo, sin que Madrazo rompiera", por lo que en los estados donde Madrazo triunfó en el proceso interno de 1999, como Tabasco, Oaxaca, Veracruz y Chiapas, Labastida ganó en la elección presidencial de 2000. Lo que no sucedió en entidades gobernadas por los hoy integrantes de Unidad Democrática, vinculados al zedillismo.
El tercer momento fue el proceso interno de 2002 para la presidencia del tricolor, en el que Madrazo se colocó mejor que sus contrincantes, producto de una serie de procesos electorales acumulados, y en las elecciones de 2003 consiguió reagrupar al PRI e incrementar el número de diputados al Congreso y, en los meses siguientes, el de gubernaturas ganadas, en momentos de crisis económica, producto de la multa de mil millones de pesos por el Pemexgate.
De esta última se le cuestiona el "incumplimiento" de compromisos para la integración de las listas de diputados a la 59 legislatura, concretamente en el estado de México. Pero Addy García sostiene que el compromiso fue respetar las propuestas de los gobernadores sobre las listas de candidatos de mayoría relativa, y dejar al CEN las de plurinominales para atender la demanda de corrientes y sectores. "Arturo Montiel quería todo", reveló García López, "venían a pedir candidaturas como si fueran puestos en el mercado", afirma.
Los personajes que lo rodean también son motivo de crítica. Roberto Albores, Rubén Figueroa, Guillermo Cosío Vidaurri o Humberto Lugo Gil, todos vinculados a la parte más oscura del priísmo. "Madrazo cuida que su perfil no se asocie con la restauración de un PRI que ha dejado de ser operativo para la democracia mexicana. Pero debe intercalar generaciones y estilos, en un partido que no se está fundando ni arranca de cero. No es posible suponer que pueda sobrevivir un partido que no reconozca el peso histórico de corrientes y sectores", dicen sus simpatizantes.
Si para sus detractores Madrazo se "adueñó" de la estructura del PRI, la cual "sigue enferma de autoritarismo", para sus simpatizantes ha "levantado" un partido "quebrado económicamente", sin otras armas que el poder de convencimiento, "cuando no existe más el cemento que unía a los priístas, que era la venta de futuro y de favores desde el poder".
Antes de finalizar este mes Madrazo volverá a medir fuerzas con sus detractores, en la renovación de la presidencia del PRI y el proceso de selección interna a la candidatura presidencial, ambos con Gordillo Morales como catalizador.