"Muchos ya estamos hartos de las salas de concierto, de no poder toser siquiera"
La tecnología ha desacralizado el arte sonoro, celebra el músico Rogelio Sosa
Oaxaca, Oax., 30 de julio. El empleo cada vez más común de tecnología en la música ha provocado la ruptura de varios paradigmas. Ya no se limita a los instrumentos ni espacios convencionales, por ejemplo, sino que incluso ha cambiado la forma en cómo los músicos la escuchan y la crean.
Es la opinión del compositor Rogelio Sosa, quien está convencido de que, merced la creciente participación de adelantos tecnológicos, el arte sonoro ha dejado de ser hermético, "se ha desacralizado", y con ello está abriéndose a creadores de otros campos y a más diversidad y cantidad de públicos.
Curador del Andador sonoro, la propuesta más vanguardista del programa artístico de Instrumenta Verano Oaxaca 2005, el músico jaliscience de 28 años se refiere en específico a la vertiente experimental electrónica, la cual, a su parecer, "está definiendo los nuevos rumbos de la creación musical".
Señala en entrevista: "La electrónica es la más abierta dentro de la música contemporánea. Es la que mayor cantidad de gente convoca en torno suyo, a diferencia de la de concierto, que parece siempre un congreso de especialistas: las mismas personas todo el tiempo. Lo que me interesa de la música experimental electrónica es, justamente, esa amplitud de público.
"En otros contextos hay mucha rigidez, mientras que la música electrónica es más rebelde. Ha logrado emanciparse de ciertas convenciones. Muchos ya estamos hartos de las salas de concierto, del músico en frac, de no poder salirse de un concierto si a uno no le gusta o ni siquiera poder toser en la sala.
"La naturaleza de la música electrónica rompe con toda esa reverencia y justo por eso ha podido conquistar el interés y el gusto de más gente. Además de que se nutre de muchas cuestiones arraigadas en la cotidianidad, por lo que las personas se sienten representadas y más cercanas a ella."
Otro aspecto que Sosa resalta de esta vertiente es la posibilidad de ser creada por artistas que no necesariamente cuentan con estudios formales en música.
"La incorporación de nuevas herramientas ha permitido que para hacer esta música uno no tenga necesariamente que estudiar en conservatorios o escuelas. Basta con saber manejar una computadora o un dispositivo.
"Es un fenómeno interesante porque significa que la música está abriendo sus arcas herméticas. Hasta antes de esta revolución tecnológica, se le consideraba un arte exquisito, de y para elites; ahora, gracias a la tecnología, ya no es así.
"Claro que hay obras malas y buenas, autores con ideas y sin ideas. Es, en ese sentido, como la pintura: cualquiera es susceptible de agarrar un pincel y pintar; el resultado dependerá de la capacidad y la sensibilidad. Antes era impensable hacer música si uno desconocía la escritura musical."
De acuerdo con el compositor, acreedor entre otros premios al Nacional de la Juventud, tal apertura y facilidad para la creación no representa peligro de caer en anarquismos. "Es sólo una nueva propuesta, simplemente es adecuar la creación a nuevas herramientas".
Abunda: "La tecnología siempre ha existido en la música; el piano y el violín son ejemplo de ello. Ahora sólo hay otro tipo de tecnologías; que no se toquen ni se deban estudiar está cambiando paradigmas. Tampoco significa que esto remplazará a toda forma de hacer música, sólo es una nueva manera de hacer las cosas".
Respecto al Andador sonoro, Rogelio Sosa comenta que es una propuesta mediante la que se busca demostrar que la música no se limita a los instrumentos ni espacios convencionales.
Consiste en un corredor de cuatro cuadras de extensión, ubicado en la céntrica calle Macedonio Alcalá de esta ciudad, en el que se presentan 10 instalaciones de música experimental electrónica de jóvenes compositores y artistas sonoros mexicanos. Funciona mediante la colocación de bocinas en casas y edificaciones, en sesiones de una hora, hasta el 6 de agosto.
Las propuestas que pueden escucharse son variadas, van desde un homenaje a Rigo Tovar o referencias de bandas de música oaxaqueña hasta construcciones muy abstractas. Entre los autores se encuentran Sergio Luque, Jerónimo Naranjo, Fernando Soberanes, Amanda Gutiérrez y el propio Rogelio Sosa, cuyas edades van de 23 a 33 años.