Usted está aquí: sábado 30 de julio de 2005 Cultura A Rossini se la bendicen

A Rossini se la bendicen

Al mismo tiempo que el tesoro que contiene la misa del calvinista Martin y los rejuegos eróticos del cristiano Messiaen, llega a México otro disco del sello Harmonia Mundi con los mismos intérpretes: el Coro de Cámara de RIAS, pero con la obra que Gioacchino Rossini (1792-1868) bautizó como su ''último pecado mortal", pero en realidad en el claro tono irónico que gobernó la divertida vida de este gordo simpatiquísimo y genial, quien a los 37 años decidió, montado en los cuernos de la luna, dejar de escribir óperas para entregarse de lleno a sus placeres de bon vivant, desposarse con la más bella y codiciada, y escribir de vez en vez partituras ''sacras" o ''santas", como es el caso de la Petitte Messe solennelle, plena de ironías y chistoretes, como señalar que en la dotación vocal ''se pueden incluir cantantes de los tres sexos: hombres, mujeres y castrati", en burla tangencial a las tonterías de la jerarquía católica, que prohibieron durante siglos la presencia de mujeres en los coros eclesiales.

El buen humor y su notoria idiosincrasia operática permean esta Misa solemne de un antisolemne por antonomasia que no dejó de hacer bromas ni en el momento de persignarse.

Por ejemplo, en la partitura pone de pronto como indicación: allegro cristiano, como diciendo: a mí, a mí me la bendicen. Y se persignaba.

 
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