Usted está aquí: viernes 29 de julio de 2005 Espectáculos Su gente, clave para convertir a Tlalpujahua en Pueblo Mágico

La designación se dio en medio de una gran fiesta a la que asistió toda la comunidad

Su gente, clave para convertir a Tlalpujahua en Pueblo Mágico

Promete el gobernador Cárdenas Batel estudiar las potencialidades de la mina Dos Estrellas

ROSARIO JAUREGUI NIETO ENVIADA

Ampliar la imagen Torre de la Parroquia del Carmen, en Tlalpujahua FOTO Kissel Bravo Foto: Kissel Bravo

Tlalpujahua, Mich. 28 de julio. En medio de una cálida ceremonia, Tlalpujahua fue oficialmente declarada pueblo mágico por Lázaro Cárdenas Batel, gobernador de Michoacán, el pasado miércoles.

La fiesta estuvo en grande: una banda tocaba mientas la gente llegaba presurosa al teatro Obrero, donde se gestaría un hecho histórico para esa comunidad: Tlalpujahua se integró al Programa Pueblos Mágicos, que impulsa la Secretaría de Turismo (Sectur), para apoyar el desarrollo económico de sitios que poseen cultura, tradición, paisajes y tienen algo que los hace distintos a otros lugares.

Francisco Madrid Flores, subsecretario de Operación Turística, representante de Sectur en este acto, destacó las cualidades naturales y culturales del lugar, y manifestó su certeza de que esta tierra se consolidó como pueblo mágico gracias a su gente, que hace sentir al visitante como en casa.

Tlalpujahua es un sitio privilegiado por la naturaleza: se encuentra rodeado de cerros y montañas, proveedores de una vasta vegetación y de minerales como plata y oro, poblada por gente sencilla con espíritu de lucha, que ha sabido salir avante de severas crisis económicas. Ahora pertenece a un programa que le dará proyección nacional e internacional.

La celebración, sellada con un convenio de reasignación de recursos -parte del compromiso de trabajo permanente con el estado de Michoacán, dijo Madrid Flores-, incluyó un recorrido por el museo que un día fue la mina Dos Estrellas (en ella se obtenían 17.5 gramos de oro por tonelada) y la inauguración de una calle.

Tlalpujahua de Rayón, como se inscribe en las placas que están diseminadas por el lugar, es un pueblo encantador: pleno de fantasía y aventura. Casas construidas en desarmónica armonía, como en niveles. La mayoría tienen techos de dos aguas y muchas conservan la teja, en algunas ésta ha sido sustituida por láminas, pues al parecer los costos son más bajos. Otras mantienen sus balcones de madera. La arquitectura tiene los colores del adobe, el barro, la cantera y la madera.

Historia de bonanzas y crisis

El pueblo se mantuvo y prosperó al amparo de la actividad minera, que duró más de tres siglos, en los que registró tres épocas de auge. Hoy, una de sus más importantes minas, Dos Estrellas, es un museo de minerales, que si bien se encuentra en buenas condiciones, requiere de impulso para crecer. El pintor Gustavo Bernal Navarro, quien resguarda el lugar, pidió al gobernador apoyo para mejorar y conservar el recinto.

Durante un recorrido por el mágico e histórico lugar, en una tarde pasada por agua, el artista explicó que pese a que ya no hay oro, la mina todavía es rica en pizarra, material negro con pequeñas vetas blancas, que se utiliza para pisos y techos, inclusive es muy usado en Europa, precisó. Cárdenas Batel conoció las potencialidades y dijo que habría que estudiarlas.

No se trata de un cuento ni de la locación de una película de aventuras. El camino para llegar a la mina es en sí mismo majestuoso. Se llega por una brecha a cuyos lados, y hasta donde se alcance la mirada, se erigen incontables árboles de todos los tonos de verde posibles. No se requiere poseer gran imaginación, la realidad la rebasa. Visitar el lugar, estar en las entrañas de un cerro es regresar al pasado, tratar de revivir historias y saber que hubo, alguna vez, más de cinco mil 500 hombres que diariamente enfrentaban el reto de salir vivos de una intensa jornada de 10 horas de trabajo, a veces hasta a 40 o 42 grados centígrados.

El socavón, húmedo y lodoso, es puro mineral con millones de destellos de luz. En el recorrido también se siguió una veta de cuarzo.

Siendo un pueblo de mineros que vivían al día, se dice que fueron muy apegados a la religión. Esto se percibe en sus construcciones dedicadas a ello, que son varias e importantes, como la Parroquia del Carmen, patrona del lugar, considerada aporte al arte mexicano. Entre barroca y ecléctica, sus cúpulas están cubiertas de flores que semejan encajes de bellísima factura, creadas bajo la dirección de Joaquín Orta Menchaca, quien también fue creador de una de las campanas del templo que al momento de llamar a misa desprende música, su sonido es elogio el oído.

También se encuentra la capilla del Señor del Monte, ubicada al llegar a la población. Los lugareños cuentan que se le tiene especial devoción, pues ''gracias a él'' muchos salvaron sus vidas cuando el alud de lodo, en 1937, arrasó con gran parte del poblado, algunos dicen que sólo quedó la mitad.

Tlalpujahua es todavía más. Su gente es generosa y emprendedora. En la tercera y definitiva crisis minera, el pueblo quedó prácticamente sin actividad económica, en la pobreza, muchos tuvieron que abandonar sus casas. Sin embargo, los que permanecieron lograron reactivar la economía. Después de hacer una ruda tarea de mineros, el ingenio y las manos artesanas emprendieron una nueva y delicada empresa: el vidrio soplado convertido en esferas navideñas. En este poblado también se trabajan el popote, la platería, la alfarería, la madera y el arte plumario.

La magia de Tlalpujahua tiene más de cuatro siglos de historia.

 
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