Usted está aquí: martes 26 de julio de 2005 Mundo Ruptura histórica en la AFL-CIO; pierde a dos de los sindicatos más numerosos de EU

La central obrera dio prioridad al frente político-electoral, denuncian disidentes

Ruptura histórica en la AFL-CIO; pierde a dos de los sindicatos más numerosos de EU

La separación, un insulto y una tragedia para el gremio, sostiene el líder John Sweeney

DAVID BROOKS ENVIADO

Ampliar la imagen James Hoffa, presidente de los Teamsters, acompa� de otros l�res sindicales, entre ellos Andy Stern, del gremio de Servicio (extremo derecho), durante el anuncio oficial de su separaci�e la AFL-CIO FOTO Reuters Foto: Reuters

Chicago, 25 de julio. La inauguración de la convención nacional de la AFL-CIO para celebrar 50 años de unidad sindical fue sacudida por el anuncio formal del retiro de dos de los tres sindicatos más grandes de la central obrera estadunidense, y sólo es el inicio de una ruptura histórica con implicaciones potencialmente dramáticas tanto para las relaciones entre trabajadores y capital en este país como para su dinámica político-electoral.

En el primer día de esta convención desfilaron dirigentes sindicales, asistieron más de 200 representantes de sindicatos de unos 60 países (incluyendo México), y ofrecieron discursos figuras políticas nacionales como el senador Edward Kennedy, y los líderes de las minorías demócratas de las dos Cámaras legislativas nacionales. Pero la coreografía diseñada para elogiar, enorgullecer y demostrar el poder de la organización social secular más importante del país fue interrumpida por la anunciada amenaza de una ruptura interna que podría acabar con la salida de más de un tercio de los agremiados de la central.

Horas después de comenzar la convención, líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de Servicio, SEIU, con más de 1.7 millones de agremiados (el sindicato más grande de la federación), y los Teamsters (el tercero más grande) anunciaron a unas pocas cuadras del centro de convenciones que rompían formal y definitivamente con la AFL-CIO y empezarían a formar una nueva entidad laboral con un núcleo inicial de siete sindicatos nacionales (los demás están por anunciar su separación formal).

"Hoy, SEIU está optando respetuosamente con proceder en una dirección diferente que pensamos funcionará para los trabajadores", afirmó Andrew Stern, presidente del sindicato de servicios, el mismo que antes encabezaba el ahora presidente de la AFL-CIO John Sweeney.

Stern, hijo político de su ahora enemigo, señaló que Sweeney y su equipo en la central obrera no estaban dispuestos a reformar la AFL-CIO para enfrentar los nuevos retos de los sindicatos ante la globalización y los cambios estructurales de la economía estadunidense. La decisión, dijo, "es un reconocimiento de que estamos en medio de un momento significativo y de profunda transformación en la historia económica, y los trabajadores están sufriendo". Los sindicatos, reiteró, no pueden sobrevivir si hoy no se promueve una ambiciosa estrategia para revertir el desplome de la tasa de sindicalización, que ahora es de menos de 9 por ciento en el sector privado.

James Hoffa, presidente de los Teamsters, anunció la misma decisión de su sindicato al señalar que "en nuestra opinión, debemos tener más agremiados para poder cambiar el clima político que está socavando los derechos de los trabajadores en este país. La AFL-CIO ha optado por la ruta contraria". Los siete sindicatos nacionales que ahora integran la llamada Coalición por un Cambio para Ganar, han centrado su crítica en que la central obrera ha enfocado sus recursos en el frente político-electoral y no en resucitar el movimiento laboral a través de la organización de trabajadores no sindicalizados.

Los disidentes proponen ahora lanzar iniciativas coordinadas entre sindicatos contra grandes empresas y sectores, y emplear estrategias con suficientes recursos para lograr avances y ampliar las filas sindicales.

Con el anuncio, todo cambió en la convención de la central y Sweeney se vio obligado a cambiar su discurso celebrando la unidad a uno para condear la ruptura. "Esto es un insulto penoso para todos los sindicatos que nos han ayudado, y a los sindicatos que llegaron a esta sala para discutir y debatir los asuntos difíciles y hacer cambios históricos. Pero más que nada es una tragedia para los trabajadores, porque en un momento donde nuestros adversarios empresariales y conservadores han creado la máquina política antitrabajador más poderosa en la historia de nuestro país, un movimiento dividido daña las esperanzas de las familias de los trabajadores por una vida mejor".

No ocultó su ira: "Esto me enoja mucho, el movimiento laboral nos pertenece a todos, a cada trabajador, y nuestro futuro no debería ser dictado por las demandas de cualquier grupo o las ambiciones de ningún individuo". El resto del discurso se centró en una serie de nuevas iniciativas para resucitar el movimiento sindical, todas muy parecidas a las propuestas de los disidentes. Aunque logró arrancar ovaciones en varios momentos, la ruptura ensombreció el ambiente entre unos mil asistentes. Entre los delegados, los invitados, los funcionarios y los políticos en la sala y sus alrededores, había un solo tema.

Así, esta convención dedicada a celebrar 50 años de unidad sindical desde que se superó la división entre las dos grandes centrales, la AFL y el CIO (que comenzó en 1938 y duró hasta 1955), en un centro de convenciones decorado con símbolos de la unidad sindical lleno de delegados con camisetas proclamando "la unidad es fuerza", y ecos del himno laboral "Solidaridad para siempre", arrancó con un agrio sabor y un entusiasmo suprimido por la incertidumbre y la ira. Aunque entre ayer y hoy los organizadores lograron reacomodar el enorme salón de convenciones para ocultar el hecho de que no llegarían cientos de delegados de cuatro de los sindicatos disidentes, la ausencia era más que evidente.

En conversaciones y entrevistas con más de 20 participantes en cada lado de esta división, había de todo. En los hoteles, restaurantes y salas brotaban reacciones diversas. "Todos los líderes en esta bronca han fracasado, es culpa de todos", dijo una veterana en la AFL-CIO. "Es cierto que estamos en crisis, pero en lugar de abrir un gran debate de todos, acabó reducido a los enconos y broncas de unos cuantos hombres blancos en la dirigencia sindical".

Dos representantes del sindicato de alimentos y trabajadores comerciales UFCW, uno de los más grandes y que se sumó a los disidentes, comentó que la ruptura es para bien: "Estamos hartos de que los patrones y los políticos nos partan la madre, y esta nueva agrupación por lo menos está dispuesta a enfrentarse, a abrir luchas, a no titubear tanto como hemos estado haciendo".

Otros representantes de sindicatos que se quedan en la central se quejan de que el debate no se pudo dar en esta convención, y que ahí era donde debería haberse librado esta pugna, y no a través de amenazas y conferencias de prensa. Nadie discute que el movimiento sindical esté en crisis, pero sí sobre cómo enfrentarlo.

"La ruptura no fue la primera opción de nadie aquí", declaró Harley Shaiken, experto en el sindicalismo moderno estadunidense y académico de la Universidad de California en Berkeley, a La Jornada. "Manifiesta más bien una mezcla volátil de frustración sobre la lucha obrera en esta coyuntura". Agregó que la ruptura de hoy proviene de una serie de diversas propuestas para abordar la crisis junto con una pugna de poder interna. "Estamos en aguas desconocidas, y no necesariamente es positivo. Podría resucitar al movimiento obrero, pero también podría debilitarlo al pasar por esta lucha interna".

Agregó que no fue inevitable, aunque tampoco sorprendente, lo que ocurrió al final, ya que todos saben que la tasa de sindicalización de 8 por ciento del sector privado "es inaceptable e insostenible" para la sobrevivencia del movimiento sindical.

Shaiken, sindicalista automotriz y experto en el efecto de nuevas tecnologías sobre el trabajo, también asesor de políticas económicas, señala que la apuesta de los disidentes ahora es "dividir el movimiento laboral para lograr su unión". Subrayó que la disputa "no es entre progresistas y la vieja guardia", ni tampoco sobre estrategias fundamentalmente diferentes, más bien la diferencia es sobre "énfasis". Aunque todos entienden que la prioridad es reconstruir el movimiento, dijo, hay diferencias sobre cómo lograrlo, mucho de lo cual se enfoca en si esto debería hacerse a través del frente político electoral o una concentración sobre un mayor esfuerzo de sindicalización.

"El movimiento obrero está en una crisis profunda y desempeña un papel clave en la política de Estados Unidos, y por lo tanto es importante para un país como México en temas como la migración, el comercio y la política exterior", advierte Shaiken.

 
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