Editorial
Iglesia vs Estado laico por píldora de emergencia
Ayer el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera, criticó la decisión del gobierno federal de incluir la llamada píldora del día siguiente anticonceptiva en la canasta básica de salud. Este medicamento, en uso en muchos países, inhibe la fecundación del óvulo y se debe tomar máximo 72 horas después de mantener relaciones sexuales para que sea efectivo. Sin embargo, para la Iglesia católica se trata de un "arma" que "mata inocentes", ya que es "abortiva". Al explicar su oposición a la píldora, Norberto Rivera cruzó la línea que separa al Estado del clero cuando afirmó que "en México hay muchas cosas que revisar, la misma Constitución, yo creo que no hay que ser más dogmáticos que la Constitución. No creo que sea superior la decisión de un secretario (en este caso Julio Frenk, titular de Salud) a la Constitución".
Cabe recordar que Frenk incluyó ese medicamento en la canasta básica de salud a pesar de las presiones de la jerarquía católica, de grupos conservadores, e incluso de Carlos Abascal, secretario de Gobernación, quien rebasó sus atribuciones al aseverar en días pasados que la resolución de la Secretaría de Salud podría ser sujeta a revisión.
En el transcurso de la semana pasada el clero se ha pronunciado en varias ocasiones en contra de la píldora, tomando aun posiciones políticas que no le corresponden. En ese contexto, el obispo de Mexicali, Isidro Guerrero Macías, advirtió el pasado día 22 que el Episcopado mexicano apoyará al candidato presidencial que esté en favor de la vida, a pesar de que el prelado manifestó que la Iglesia no acostumbra "hacer activismo ni marchas. No sé hacer protestas; simplemente manifestamos nuestra convicción".
Pero las declaraciones del obispo no dejan lugar a dudas sobre sus preferencias políticas: dos de los precandidatos del Partido Acción Nacional, Santiago Creel y Felipe Calderón, rechazan la aprobación de ese medicamento. Guerrero Macías llegó hasta al extremo de descalificar el anuncio del coordinador de Políticas Públicas de la Presidencia, Eduardo Sojo, quien dijo que no habrá marcha atrás en la distribución del anticonceptivo. "La Iglesia no tiene por qué aceptar todo lo que él decida", sostuvo.
Por otra parte, en una declaración absurda y delirante, el prelado alertó sobre presuntos "proyectos silenciosos de la ONU en contra de los países tercermundistas", ya que en su opinión la inclusión de la píldora se acordó a partir de un programa de ese organismo "que no quiere que haya más mexicanos ni latinos". Por lo visto, el religioso olvida que las políticas sanitarias de Naciones Unidas se adoptan mediante consensos entre todos los integrantes de la Organización Mundial de la Salud con base en estudios sobre la eficacia de las medicinas y las necesidades de las naciones. Así, cabe destacar que la decisión de Frenk y del gobierno de Fox obedece a una realidad social ineludible: la gente, en especial los jóvenes, ya emplean esa píldora en su vida cotidiana.
Dicho medicamento, disponible en farmacias privadas, representa protección para los jóvenes de escasos recursos, ya que impide embarazos no planeados e hijos no deseados que muchas veces se convierten en niños abandonados. Por ello la advertencia del obispo de que este medicamento "aumentará la promiscuidad" no es más que una afirmación alarmista sin fundamentos; le guste o no al clero, el sexo es una faceta normal de la vida.
Y no conforme con lanzar argumentos fuera de la realidad, tal parece que la Iglesia busca un mártir en quien apoyarse; parece que lo encontró en la figura de Abascal: "No es justo que al secretario de Gobernación, que es creyente y quiso defender su fe, le vaya como le va. De esos mártires necesitamos".
Resulta reprobable que el clero ataque una decisión gubernamental que forma parte de la política de natalidad responsable y acorde con los tiempos, y se inmiscuya en asuntos de competencia exclusiva del Estado laico.