Usted está aquí: lunes 25 de julio de 2005 Sociedad y Justicia Demuestran mujeres de Jalisco que "la agricultura por contrato sí es negocio"

Conforman en el ejido San Andrés una unidad agrícola que les permite salir adelante

Demuestran mujeres de Jalisco que "la agricultura por contrato sí es negocio"

MATILDE PEREZ U. ENVIADA

Ampliar la imagen El campo se ha convertido en la fuente de ingresos de algunas mujeres en Jalisco FOTO V�or Camacho Foto: V�or Camacho

Etzatlan, Jal., 24 de julio. De peinadora, costurera y vendedora de productos de belleza terminó en pequeña agricultora. "Me siento satisfecha, soy ejidataria porque me gusta y creo que sembrar es un negocio, aunque de riesgo, pero me ha dejado muchas satisfacciones", dice Librada Correa, productora originaria de Nayarit. Al igual que ella, un grupo de 20 mujeres del ejido San Andrés, la mayoría viudas o cuyos esposos emigraron a Estados Unidos, se han convertido en el sostén familiar.

Mujeres cuyas edades van de 45 a 75 años y que creyeron en la propuesta de convertirse en proveedoras de Almidones Mexicanos (Almex), compañía que elabora almidones, jarabe de maíz de alta fructosa, forrajes, aceite de maíz, entre otros productos. "Sembramos maíz amarillo porque, aunque el precio no es muy bueno, esa semilla tiene un rendimiento más alto, sale pronto, es seguro el comprador y tenemos dinero suficiente para pagar la deuda y echarnos un parche encima", dice María Margarita Ocegueda Arce.

Reunidas en un pequeño balneario ejidal y protegidas de la lluvia por un techo de lámina, las mujeres ríen al recordar la anécdota de cómo por medio de Don Correo -Ramón Sánchez Martínez, reconocido por su tupido y bien cuidado bigote- se involucraron en la siembra de una variedad de maíz poco atractiva para esta región, una de las más sobresalientes en el país por la calidad del maíz blanco.

Hace dos años "no teníamos ya centavos para seguir sembrando, pues el banco ya no nos quería seguir apoyando, y llegó Don Correo -creíamos que ése era su apellido- y nos ofreció crédito para semilla, fertilizante, plaguicidas, trilladora y hasta para el transporte, además de comprarnos la siembra. Decidimos aventurarnos y nos ha ido bien", explica Josefina, responsable de la Unidad Agrícola Industrial de la Mujer (UAIM) del ejido.

En diversos trabajos que sobre la mujer rural ha realizado la investigadora Nuria Costa Leonardo, ha quedado asentado que los principales problemas que enfrenta la UAIM son: falta de oportunidades de crédito; poca capacidad de análisis en la viabilidad de proyectos, así como en la gestión de los mismos; cargas de trabajo doméstico que no se comparten y representan conflictos familiares y desmoralización para continuar organizadas en proyectos productivos de grupo; falta de integración a los órganos de gobierno y proyectos ejidales, que provoca que sean excluidas de las decisiones que muchas veces las afectan; carencia de capacitación administrativa y técnica; ausencia de seguimiento y de asesoría al desarrollo de su proyecto por organismos competentes, y deficiencias en los estudios y capacidad de comercialización de los productos.

Esa carga de trabajo doméstico y desmoralización para continuar organizadas lo están superando las mujeres del ejido San Andrés, en cuyo grupo incluso una mujer de 82 años, al momento de llegar la trilladora, carga con sus costales para levantar las mazorcas que quedan, las cuales se repartirán equitativamente entre todas las integrantes para usarlo como forraje o para revolverlo con el maíz blanco y destinarlo al consumo humano, explica Josefina.

"Tengo 45 años y soy la más joven. El trabajo no sólo es la siembra de maíz, sino también la producción de miel; a las abejas hay que darles alimento durante la mayor parte del año para que no se vayan. Con esto del maíz amarillo nos ha ido bien, ya que el año pasado nos tocó de a mil 500 pesos de ganancia por socia, aunque el grupo le invirtió cerca de 15 mil pesos para producir en las ocho hectáreas que tenemos.

Tímidas al principio, las mujeres después mencionan que el año pasado invirtieron cerca de 9 mil pesos en la siembra de tres hectáreas, en las que obtuvieron siete toneladas por hectárea. "Pero no siempre han sido años fáciles, hay veces en que ni siquiera nos ha quedado para un refresco y salimos raspadas, nos quedamos endrogadas."

No forma parte del grupo de la UAIM, pero Marcelina Santiago Rubio, de 75 años de edad y viuda desde 1964, recuerda que hace tres años Don Correo "cayó en el ejido con la planta amarilla, que es más rendidora. Ya no tengo las mismas fuerzas que antes, pero le hago el ánimo y sigo sembrando seis hectáreas; lo hago porque es parte de mi vida y si no siembro me pongo triste y siento que me muero. Saco para mi gasto y para seguir sembrando. En esta siembra he gastado 6 mil pesos sólo en la compra de la semilla. Tengo a mis hijos y nietos, pero seguiré sembrando mientras pueda".

A su voz se suman las de Emilia Hernández Santiago; Brígida Rubio, de 72 años y también viuda; Edelmira Carrillo, de 58 años, y Paulina Rosete Carrillo: "ya estamos impuestas al trabajo, cuando no sembramos sentimos que no hacemos nada y por eso siempre tenemos la esperanza de tener una buena cosecha. Si pudiéramos sembraríamos dos veces al año, pero las tierras son de temporal, y pues con una sola vez hay que sacar el forraje para los animales y el dinero para nosotras.

"Nosotras no guardamos el maíz en tambos como otros; lo vendemos y vamos gastando conforme a nuestras necesidades. No descansamos como los hombres, porque ellos salen a trabajar y regresan y no hacen nada más; nuestra labor empieza a las 6 de la mañana y termina ya en la noche. ¡A ver si este año nos va bien!", mencionan las productoras, que también quisieran que la Secretaría de Agricultura realmente difundiera con más amplitud sus pronósticos meteorológicos, "porque nosotras preparamos la tierra luego que se da la primera lluvia, ya sea en mayo o el 13 de junio, el día de San Antonio, pero en este año hay atraso en la lluvia y no sabemos de esa información técnica."

Ninfa Sánchez Delgado, hija de Don Correo y enlace fundamental con las mujeres ejidatarias, comenta que la microempresa fundada por su padre apoya a 100 productoras, con créditos en promedio de 5 mil 200 pesos, y con Almex se firmó un convenio para que adquiera 8 mil toneladas de maíz amarillo. "A la gente le digo que de ese maíz salen 140 productos que se consumen y que además lo importante es que a los 15 días de entrega de la cosecha se recibe el pago. ¡Esta agricultura por contrato sí es un negocio!"

 
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