A un año de su muerte, el maestro fue homenajeado; dejó otras piezas inéditas
El compositor Leonardo Velázquez preparaba ópera sobre Sor Juana
Suena el sonoro sonido por la sala.
Así inició el poeta Roberto López Moreno su homenaje al compositor Leonardo Velázquez (Oaxaca 1935-Varadero, Cuba, 2004), al cumplirse el miércoles un año de su muerte, durante una mesa redonda en la que se habló del gran legado musical del creador oaxaqueño.
Velázquez preparaba una ópera basada en Sor Juana Inés de la Cruz y en un probable tratado de armonía escrito por la monja jerónima. De la obra, que se llama El caracol invisible, sólo está terminado "su primer acto para piano y voces, listo para ser interpretado en cualquier momento", informó López Moreno en el encuentro realizado en el aula magna del Centro Nacional de las Artes.
Agregó que el músico también dejó lista la pieza El abandono, escrita a petición de la coreógrafa Gloria Contreras, para ser bailada por el Taller Coreográfico de la UNAM, así como canciones para niños para ser interpretadas por la soprano Encarnación Vázquez.
"La música de Leonardo Velázquez se alió a la poesía, y no fue la de un nacionalista ortodoxo, sino la de un compositor con esencia mexicana", señaló Roberto López al detallar que también queda inconcluso el proyecto Oaxaqueñas, en el cual el compositor musicalizaría pequeños poemas, también para ser interpretados por una soprano.
En su turno, la compositora Lucía Alvarez destacó el hecho de que Velázquez fue un músico experimentado, capaz de abordar cualquier género musical, "condición que ahora menosprecian los jóvenes.
"Encontró su estilo. La vocación y la disciplina fueron sus virtudes. Le atraía la música para la escena, las imágenes visuales detonaban sus imágenes sonoras.
"Aspiraba a la sencillez, la claridad y la fluidez, es decir, a una música en la cual se conjugaran la libertad con la lógica, el libre curso con el rigor", puntualizó Alvarez.
Mario Kuri-Aldaan, colega de Velázquez, recordó los caminos paralelos que recorrió con su "compañero musical", quien realizó una obra con "buen humor, una de las cosas más difíciles de hacer en música. Es más fácil crear músicas tristes, pesarosas, deprimentes, simplemente para aburrir. Leonardo tenía el don del buen humor en su música. Fue uno de los más notables continuadores del nacionalismo musical mexicano".
El compositor y crítico musical Aurelio Tello apuntó que Velázquez era "genuino, no nacionalista", con una obra que plasma concisión, claridad, seguridad y, sobre todo, oficio.
"Leonardo fue un gran divulgador, siempre pensaba en los otros compositores, estaba convencido de que toda la música tiene derecho a ser interpretada aunque sea una vez", continuó el musicólogo.
En su turno, el director de orquesta Armando Zayas explicó que las obras de Leonardo Velázquez son muy valiosas, "de una gran estructura y solidez musical. El estuvo siempre contra el nacionalismo repetitivo y folclórico".
Durante la velada que organizó el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez, el hijo de Leonardo Velázquez, Adrián, interpretó en el piano obras de su padre: Tres formas danzables (1986) y Cuatro piezas para jóvenes pianistas (1989). El grupo Scherzando de cuerdas rubricó la noche al interpretar Trío (2003).