El catedrático Jaime Erasto Cortés creó acervo hemerográfico de unos mil 600 autores
Donan tesoro de crítica literaria a la Universidad Autónoma de Tlaxcala
El archivo se enriquece cada día; también entregará a la institución educativa más de 4 mil libros
En 1976, empezó a construir este mundo de papel periódico en el que habitan alrededor de mil 600 escritores mexicanos y día a día llegan otros más. Su creador, Jaime Erasto Cortés, lo cuidó, pobló y fortaleció desde entonces, aunque hoy, dice el crítico de cabellos blancos, cuando "ya queda menos tiempo en el futuro que el que hubo en el pasado", ha llegado la hora de desprenderse de este gran archivo de nuestra realidad literaria del presente. Es tiempo, pues, de que tome sus propios rumbos para no correr el riesgo de que muera junto con su impulsor.
Y no podría ser de otra manera porque traicionaría el principio fundamental del acervo: estar vivo. Cada mañana, con el nacimiento de los periódicos, toma su oxígeno. En los diarios está contenida la información de los escritores que se encontrarán en este archivo siempre al día y único en su tipo de carácter personal, ya que los otros dos registros de esta naturaleza que existen en México tienen el resguardo, uno de ellos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, el otro, del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Pronto, antes de que termine el año, el archivo de Jaime Erasto Cortés también estará en manos de una institución con el fin de darle mayores alcances en beneficio de un mayor número de usuarios, ante las posibilidades de investigación crítica, histórica y académica que éste ofrece y que no han sido aprovechadas en forma suficiente, refiere. Por ello, sus 14 mil 136 folios originales, más los que cotidianamente se acumulan, viajarán para instalarse en su nueva morada: la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT), que se convertirá en la única casa de estudios estatal con un acervo de crítica hemerográfica de literatura mexicana.
Escritores vivos
En esta plática con La Jornada, el maestro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM que acude a su aula distinguido con un moño al cuello, siempre puntual, siempre ansioso por descubrirle a sus estudiantes el mundo de los escritores mexicanos que hoy producen, que hoy publican un libro, que hoy dieron una entrevista, cuenta que en su próximo hogar, en el Departamento de Filosofía y Letras de la UAT, su acervo comenzará una nueva vida, ya que también podrán consultarlo comunidades de otras universidades cercanas como las de Puebla, Veracruz e Hidalgo.
De hecho, este archivo personal, junto con su biblioteca de más de 4 mil volúmenes, especializada en literatura mexicana y que también donó a la UAT, serán infraestructura del Centro Regional de Información y Documentación de la Literatura Mexicana de la UAT, institución que "me ha cobijado y me ha querido" y ahora la retribuye con esta donación.
Cortés, especialista de nuestra literatura y perseverante investigador del cuento mexicano, expresa que su acervo no contiene tanta información sobre escritores muertos porque su obsesión más bien está en los vivos: "Aquí se encuentra tanto a escritores que ya tienen un nombre, un prestigio, como a noveles que apenas dan a conocer su producción, pero en su mayoría son escritores vivos porque es lo que me interesa y porque lo que he propugnado es que seamos lectores de nuestro presente literario y no esperemos a que alguien nos diga: 'deberías de leer a fulano que ya se murió'".
Los miles de expedientes autorales que lo integran, con un conjunto de "cerca de 800 autores más los de una parte que se llama Miscelánea, en la que se encuentran los que están esperando a ser incorporados al archivo, una vez que hayan publicado más, que tengan más crítica y pueden ser más de 800" ofrecen múltiples caminos. Por ejemplo, dan constancia "de la existencia de ciertas corrientes literarias, de ciertas poéticas", del esplendor y olvido de algunos géneros, entre ellos la reseña, que ha sido relegada en favor de la entrevista. En este mundo de papel también podemos encontrar la narrativa homosexual o las corrientes literarias que comienzan a surgir como la de los jóvenes escritores que hoy están mirando hacia un pasado que no es el siglo XX, sino el XIX, e incluso van más atrás, hasta la época virreinal, explica.
"Arreglas ese tiradero o..."
El archivo comenzó a surgir como "una necesidad personal, pero también histórica y crítica", hacia 1976, aunque como acervo organizado empezó en 1981, relata Cortés. Cuando empezó a enseñar literatura mexicana y, particularmente, "la del presente o del pretérito cercano, entendí que si no acudía a las fuentes hemerográficas iba a esperar en vano o por mucho tiempo a que apareciera la crítica receptora de lo publicado en forma de libro".
Así, comenzó a recortar y recortar la información sobre literatura mexicana en distintos diarios. Después empezaron a formarse pilas de periódicos y, luego, tantas cajas, al grado de que "hubo crisis" en su casa. Fue entonces cuando su esposa, la académica Silvia Vázquez Vera, le dijo: "¡o arreglas todo ese tiradero o se va directo a la basura!". Sin embargo, también le ofreció la solución: "que los alumnos de servicio social organicen el acervo y lo constituyan en archivo".
Con la colaboración de sus estudiantes y el apoyo de su esposa, dicho esfuerzo se ha mantenido vigente. En su cubículo, con el número 15, en la Torre I de Humanidades de la UNAM, se encuentra este valioso archivo, que ha podido ser consultado por infinidad de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras y ha sido resultado de un labor individual, puesto que "nunca he tenido ayuda institucional"; entre otras cosas, la compra de los periódicos siempre "sale de mi monedero", precisa.
Guiado por una motivación que le dejó su padre, Erasto Cortés Juárez (1900-1972), uno de los grandes artistas plásticos de México y quien le enseñó a "no atesorar nada sino a poner todo en las manos de otras personas para que resulte benéfico", Jaime Erasto Cortés busca que su archivo, también sea útil "en otros territorios de nuestra geografía", donde no existen las posibilidades que se tienen en la ciudad de México para acceder a una relación de autores y de obras como las que se encuentran en este registro.
Para asegurar la vida de una labor en la que empeñó 30 años, no quiso correr ninguno de los riesgos, por ejemplo, que los "herederos no continuaran con el mismo trabajo" o que "el archivo terminara con mi vida"; pero tampoco quiso "embarcar" a su familia en el "viaje" que él realizó y que le tomó 18 años para poner "en uso la herencia artística" de su padre.
Ahora, al cuidado de la UAT, el acervo tiene garantizada su existencia. El archivo, destaca Jaime Erasto Cortés, "sigue vivo porque se sigue escribiendo, se sigue publicando y siguen apareciendo autores. Por ello es un archivo de la realidad literaria actual, presente, así que debe continuar".