Usted está aquí: miércoles 20 de julio de 2005 Cultura Rinden tributo a ''los tachados de malditos por cometer la atrocidad de seguir soñando''

La Zaranda presenta obra de teatro en el Centro Nacional de las Artes

Rinden tributo a ''los tachados de malditos por cometer la atrocidad de seguir soñando''

CARLOS PAUL

Ampliar la imagen Integrantes de la compa�de teatro de Andaluc� que hoy comienza funciones en el teatro Flores Canelo FOTO Jos�ntonio L� Foto: Jos�ntonio L�

Como tributo a los que han sido tachados de malditos en su tiempo, aquellos que se sienten al margen de una época que no les satisface, ''a aquellos cuyas vidas -coronadas con las espinas de la ingratitud- fracasaron en su ideal y sin embargo empujaron a otros hacia el mañana, pues cometieron la atrocidad de seguir soñando'', es que la compañía española La Zaranda. Teatro Inestable de Andalucía La Baja, creó la obra Homenaje a los malditos.

El montaje propone equilibrar dos propuestas en apariencia contrapuestas.

Por un lado, rendir un profundo reconocimiento hacia esos maestros creadores que han influido en el trabajo de la compañía y, por otro, hacer una crítica ''a la manipulación de la memoria viva, al negocio de conmemorar centenarios, a la industria que aparece alrededor del muerto, que son una manera de momificar estatalmente la creación de obras que pugnan por seguir vivas entre nosotros'', explicó el dramaturgo Eusebio Calonge.

En Homenaje a los malditos ''no se representa a nadie en particular. La idea es que cada espectador vea los suyos.

''No nos gusta -expresó Calonge- inducir al público; eso sería caer en lo que criticamos. Sería como usar la memoria de otros en nuestro beneficio. Sugerimos las que son nuestras coordenadas creativas.''

Fugacidad vs eternidad

Como una especie de ''negra caricatura del respeto'', a manera de ''ceremonia escénica'', la anécdota de la puesta gira en torno de una reunión-homenaje a un moribundo maestro más digno de lástima que de admiración.

Alrededor de ese personaje gravitarán las discrepancias, odios y resentimientos de un grupo de viejos amigos del homenajeado; seres un tanto fracasados, desesperanzados y olvidados, quienes enterrarán definitivamente la memoria de ese mentor.

Parte de lo que se pretende reflejar en esta obra, comentó el dramaturgo, ''es que el margen de fracaso, que aún en nuestros días se sigue dando, es debido a que no se permite florecer la semilla que todo creador lleva dentro''.

Dicha crítica, ''no se muestra de manera política, ni grandilocuente; se ve reflejada en la ineptitud de ese grupo de amigos al no poder ser coherentes entre lo que dicen y sus actos''.

Las constantes teatrales de La Zaranda son el ''compromiso existencial y la fidelidad a sus raíces, así como la confrontación de la fugacidad del tiempo y la eternidad. Como recursos dramáticos: el uso simbólico de los objetos, el expresionismo visual y la creación de personajes límite; y como método de trabajo: la creación colectiva''.

 
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