Usted está aquí: miércoles 20 de julio de 2005 Cultura Villa, instruido pudo haber sido presidente, dijo el New York Times

MEMORIA DE LA NACION / 82 AÑOS DE LA MUERTE DE FRANCISCO VILLA

Villa, instruido pudo haber sido presidente, dijo el New York Times

JORGE CABALLERO

Ampliar la imagen El cuerpo del coronel Trillo, secretario particular del Centauro del Norte, quien cuelga del coche a su lado, luego del atentado FOTO Archivo Casasola Foto: Archivo Casasola

El día en que lo mataron, el 20 de julio de 1923, el general Francisco Villa "estaba de buen humor. Iba manejando el mismo el coche y bromeando con su secretario y sus guardaespaldas. Al llegar a la esquina de Juárez y Barreda (en Parral, Chihuahua), un hombre que estaba ahí parado levantó la mano para saludar y gritó: '¡Viva Villa!', el viejo grito de guerra de la División del Norte. Ignoraba que el grito que tantas veces lo había saludado en la batalla, esta vez anunciaba su muerte, porque el hombre había sido enviado por los asesinos para vigilarlo: su grito y la mano levantada eran la señal para quienes lo esperaban en una casa aledaña abrieran fuego cuando el coche llegara al crucero y disminuyera la velocidad para dar vuelta. Villa recibió nueve balazos y murió instantáneamente", registra el historiador vienés Friedrich Katz, en su biografía Pancho Villa, editada por Era, primera edición 1998.

Algunos cuentan que Villa "llevaba una bolsa con mil pesos de plata, para la raya de su gente, y una sandía". Un facsimilar con varias notas de periódicos de la época reproducidas en la edición única del diario Siete Leguas, explica: "Cerca de las ocho de la mañana, los complotistas se encontraban escondidos en las casas siete y nueve de la calle Gabino Barreda, prestada por Guillermo Gallardo (...) los hombres que dispararon son reconocidos oficialmente como los asesinos materiales: Melitón Lozoya, José Sáenzpardo, Librado Martínez, Ramón Guerra, José Guerra, José Barraza, Jesús Salas Barraza, Ruperto Barra y Juan López Sáenzpardo (...) En unos cuantos segundos el automóvil recibió múltiples impactos antes de que girara sin control y chocara contra un poste de teléfonos, tres metros más abajo del árbol. El general Villa murió instantáneamente, sentado al volante de su automóvil, recibiendo 17 balazos (...) El coronel Trillo, quien viajaba a su derecha logró levantarse de su asiento sólo para caer muerto dramáticamente". Ninguno de los testimonios dan cuenta del tiro de gracia.

Katz asienta: "(...) otro tanto ocurrió con Trillo, el chofer y el asistente, Daniel Tamayo. Tres miembros de la escolta quedaron heridos. Rafael Medrano, herido en el brazo y la pierna, logró salir del coche y tirarse debajo de él, fingiéndose muerto, pero poco después lo descubrieron y lo mataron. Otros dos escoltas, Ramón Contreras y Claro Hurtado pudieron huir hacia un puente cercano. Aunque gravemente herido, Contreras sacó la pistola y logró matar a uno de los asesinos antes de escapar; resultó el único sobreviviente. Hurtado intentó bajar a la rivera del río, encontró la salida cerrada y fue muerto cuando regresaba. Más de 40 tiros alcanzaron el coche y, como los asesinos utilizaron balas expansivas, el efecto fue devastador. Tras asegurarse de que Villa estaba muerto los asesinos se alejaron tranquilamente a caballo.

"La primera noticia que tuvo Obregón de lo ocurrido fue el telegrama del jefe de la oficina de telégrafos de Parral, según el cual los miembros de su propia escolta habían matado a Villa, pero Obregón se mostró muy escéptico (...) Unas horas más tarde, Obregón pudo hacerse una idea mucho más clara de lo que había sucedido al recibir un telegrama del coronel Lara, jefe de la guarnición de Parral, que informaba que habían matado a Villa entre siete y nueve hombres (...) Aunque Obregón fue notificado inmediatamente, el servicio telegráfico a Canutillo quedó interrumpido por seis horas, la gente de Villa sólo recibió la noticia seis horas después. Esa interrupción pudo ser intencional, ya que Obregón, al enterarse del atentado ordenó que el ejército ocupara sin tardanza la hacienda para evitar saqueos y buscar en la correspondencia de Villa algún indicio de la identidad de sus asesinos. Pero la noticia llegó a Canutillo antes que a la tropa".

No se sabe con precisión los nombres de los asesinos intelectuales, "nunca será posible establecer, de un modo definitivo, si el responsable fue en última instancia Alvaro Obregón o Plutarco Elías Calles. Por una parte el asesinato se le adjudicó a Obregón; aunque Calles era secretario de Gobernación y, por tanto, tenía autoridad sobre la policía, pero no poseía ninguna sobre el ejército, que estuvo claramente implicado y quedaba dentro de la esfera de influencia de Obregón; por otra parte, Calles, que era el candidato oficial a la Presidencia tal vez tendría más que ganar con el asesinato", menciona Katz.

La ejecución del Centauro del Norte causó un enorme eco en la prensa internacional. Friedrich Katz lo califica: "a Villa el Robin Hood, Villa el Napoleón mexicano, Villa el asesino despiadado, Villa el mujeriego y Villa como el único extranjero que atacó el territorio de Estados Unidos desde la guerra de 1812 y salió indemne".

Katz continúa: "Aunque en general los periódicos británicos lo condenaban (...) el tenor de los comentarios de la prensa estadunidense fue sorprendentemente más variado, a pesar del ataque a Columbus: 'Villa ha llevado mucho tiempo el estigma del bandido', dijo el New York Times, y agregó '(...) en cierta forma, a pesar de sus excesos, su falta de respeto a la ley, sus crímenes y atropellos, fue un ejemplo conmovedor de talentos desperdiciados por falta de educación elemental, un Villa instruido hubiera podido ser presidente de México'(...) El New York World añadió: 'Dotado de extraordinarios talentos innatos, se entregó con determinación a su meta, propia de un auténtico villano. No era tarea fácil y sin embargo la cumplió magníficamente. Para coronar su inconcebible villanía, no amaba a las mujeres ni el tabaco ni el vino: la de Villa era Villanía por amor al arte'.

"Las reacciones de los periódicos mexicanos fueron más variadas y extremas. Algunos diarios opuestos a Villa empleaban un tipo de cruda terminología. El Universal opinaba que Villa 'cualquiera que sea el valor que la posteridad le confiera, fue un hombre que en ciertos momentos concentró un núcleo formidable de fuerza y simpatía populares; un hombre que de una manera torcida, sin duda, de una forma accidental, si se desea, pero de un modo real, encarnó una porción de la voluntad nacional'."

 
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