DESAFIO DE UNA COSMOVISION
La llegada del año nuevo seri, anuncio de abundancias en época de escasez
Ampliar la imagen Antonio Robles, jefe del Consejo de Ancianos y depositario de la amplitud de conocimientos de la cultura comca�c: rituales, herbolaria, mar, desierto... FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z
Punta Chueca y El Desemboque, Son. En la playa, a unos 30 metros del mar, pasada la media noche del viernes y en medio de las risas sin fin de los niños y adultos de El Desemboque, la guardia tradicional seri dispara sus armas al aire en señal de júbilo. Todos se abrazan, se despiden y penetran la oscuridad rumbo a sus casas.
Han concluido las celebraciones comunitarias del año nuevo de los seri o comcá'ac, que se realizaron el jueves 30 de junio y el viernes 1º de julio. De manera tradicional, el año nuevo de esta nación indígena comienza con la llegada de la primera luna nueva del verano (icoozlajc izaaj).
La fiesta se llevó a cabo en las dos únicas comunidades de los comcá'ac: Punta Chueca o Socáaix y El Desemboque o Haxöl Iihom, sedes de su territorio actual, que va de sur a norte, entre el desierto y el mar, frente a la enorme isla del Tiburón, también parte de sus dominios, en las costas de Sonora, en pleno Golfo de California o Mar de Cortés.
Por la noche del viernes ya había regresado a El Desemboque el gobernador de todos los seris, Efraín Perales, quien reside aquí pero como el jueves presidió las fiestas locales, al día siguiente viajó a Punta Chueca para estar algunas horas en la festividad de allá.
Ambas son celebraciones sin agenda aparente en las que las cosas suceden sin prisa, en una atmósfera comunitaria de alegría y laxitud, como si el fin principal fuera, simplemente, estar en el mundo.
Un mundo de danza y juego
Antes del final, las mujeres jóvenes y maduras, muchas con sus delicados diseños tradicionales en el rostro, habían bailado en filas y círculos el hant cötin coila, plenas de algarabía. También repartieron el icoozlajc, algo parecido al bolo de los bautizos pero en el que se avientan obsequios como listones, collares y pulseras de conchas y caracoles.
Desde un atardecer que aceraba el mar y llenaba de violeta el horizonte, por turnos y ante miembros del Consejo de Ancianos, con sus trajes tradicionales y sonoros tenabaris en las pantorrillas, los varones jóvenes habían bailado el pascola sobre una pequeña tarima de madera enterrada en la arena.
Sentados en sillas, con sonajas y micrófono en mano, los viejos se turnaban para interpretar las ancestrales canciones de la tribu. Muchos de ellos también utilizan los diseños faciales seris, de líneas delgadas y puntos.
Bajo un techo de láminas de cartón, durante el día y hasta el anochecer, los hombres se habían entretenido el jueves y el viernes con el juego del xapiij canlam, en el que sacan carrizos marcados de una caja con arena y cubierta por una tela.
Desde el jueves por la tarde, al comenzar los festejos, las mujeres jugaron el amoiij con rodajas de pitahaya puestas en círculo en la arena. Los niños y niñas, varios con los rostros pintados, también participaron en diversos juegos tradicionales y contemporáneos.
El viernes y el jueves se comió tortuga guisada, frita y hervida, pollo con ensalada y un pan local de harina. Hay veda del quelonio, pero los seris cuentan con una autorización especial para cazarla con fines rituales.
Se bebieron refrescos y agua en grandes cantidades para evitar la deshidratación por las temperaturas de alrededor de 45 grados centígrados. Al atardecer, preparada en el hueco de una biznaga, se sirvió un ligerísimo licor de pitahaya.
Los asistentes habían gozado, además, las danzas y la música con raspadores, sonajas y tambores de agua de un grupo de "hermanos mayos", quienes compartieron su otredad a la vez cercana y ajena con bailes de pascola, coyote y el famoso venado.
Los mayos, por voz de uno de ellos y parados ante Efraín Estrella, jefe del Consejo de Ancianos de El Desemboque, dieron las gracias a los "hermanos seris" por la invitación a participar en sus celebraciones y les pidieron corresponder la visita.
Más de 200 diseños faciales
Es la media noche y el año nuevo seri ya ha comenzado. No son tiempos de floración o de renovación de ciclos vitales. Incluso, por el calentamiento de las aguas del mar en verano disminuye la presencia de peces. Son entonces momentos adecuados para desear y propiciar el arribo de abundancias.
Los festejantes se han ido a sus casas. En la playa sólo quedan los periodistas de La Jornada y los tres promotores de la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas (DGCPI), del CNCA: la etnomusicóloga Aurora Oliva, el promotor cultural triqui Marcos Sandoval y la trabajadora social Alejandrina Espinoza Reyna, quien reside en Hermosillo y lleva dos décadas de trabajo con los seris.
Espinoza ha recopilado información inédita sobre los diseños faciales tradicionales de los comcá'ac, de los cuales ha documentado más de 200 diferentes, que se usan según el sexo, la edad y la actividad cotidiana, festiva o ritual respectiva.
La investigadora, quien apoyó el resurgimiento de la celebración del año nuevo seri, publicó en 1997 La historia en el rostro, que incluye unos 60 diseños. Pero la documentación ha crecido y antes de que termine este año la DGCPI editará un nuevo libro.
El grupo duerme bajo una haco ahemza, pequeña enramada tradicional seri hecha con varas de ocotillo arqueadas y forrada de yerbas. El sábado muy temprano es el regreso a Punta Chueca, 60 kilómetros al sur.
La visita al territorio seri había comenzado el jueves por la tarde. En Punta Chueca fue recibido por don Antonio Robles, jefe del Consejo de Ancianos local. El dirigente habló de la amplitud de conocimientos de la cultura comcá'ac: rituales, herbolaria, diseños faciales, el mar, el desierto.
Una mujer convidó un exquisito guisado de tortuga en un plato de unicel. La cocina comunitaria se ubica, como en El Desemboque, debajo de un techo de láminas de cartón, donde suceden varios momentos de la fiesta.
En una pequeña playa-península casi circular, como una "punta chueca" que forma una laguna paradisiaca, acompañados de tres hermosas jovencitas seris, el cuarteto de rock comcá'ac Hamac Caziim (Fuego Divino) graba un videoclip que se incluirá en su primer disco compacto. Las tomas las realiza la reconocida videoasta yaqui Esperanza Molina.
Una realidad imbricada
Por la noche, en el patio de una escuela que aún no se utiliza como tal, ubicada al lado del techo de lámina, los jóvenes, entre ellos Israel Robles y El Indio, baterista y vocalista de Hamac Caziim, bailan pascola frente a don Antonio y otros ancianos.
Como en El Desemboque, los mayores de Punta Chueca interpretan las indescifrables canciones rituales, al parecer del seri antiguo. Son las mismas, junto con otras en seri moderno, que canta el grupo de rock, con el permiso del Consejo de Ancianos.
El viernes, en el patio de la escuela, en la sobremesa de un desayuno de atún enlatado, David Morales, encargado de un incipiente centro comunitario de culturas populares, habla sobre la importancia de fortalecer la identidad y la organización de los seris para enfrentar el asedio ideológico y económico de la globalización.
Un ejemplo es el proyecto turístico Escalera Náutica-Mar de Cortés, que incluye la construcción de una carretera que atraviese el territorio de los comcá'ac.
Por ahí llega El Indio, quien prefiere ser llamado sólo así, y habla de la necesidad de respetar la autonomía seri. El participa en las guardias que protegen por mar y tierra la isla del Tiburón, de uso exclusivo de los comcá'ac según un decreto presidencial.
Marcos Sandoval comenta a El Indio que también se debe comenzar por aspectos en apariencia más pequeños, como el manejo comunitario de la basura "moderna" y el desarrollo de sanitarios ecológicos que eviten drenajes que contaminarían el mar.
No a la campaña antiseri
Al medio día del viernes, el grupo sale a El Desemboque, donde pasará la noche. Al día siguiente, el ambiente del sábado temprano en Punta Chueca, al regreso de El Desemboque, luego del clímax de las celebraciones en ambas comunidades por el año nuevo seri, es algo parecido al del primero de enero occidental.
Pero la intensidad regresa con un recorrido en lancha por los manglares continentales y por un extremo de la isla del Tiburón. El guía es Israel Robles, el baterista, quien muestra unos mangles tan extensos que se pierden hacia las montañas unos cinco kilómetros.
Los pobladores y visitantes se reaniman por la tarde con la presentación de grupos de rock venidos de Hermosillo. Hamac Caziim es el plato fuerte. Las jovencitas comcá'ac gritan cuando aparecen en el patio de la escuela. Algunos chavos de fuera se animan con el slam.
En una pausa de sus cantos, El Indio dice que, ante la campaña de desprestigio de los medios de comunicación estatales contra los seris, los visitantes han encontrado una comunidad segura y unida. Es un buen epílogo porque todos los visitantes deberán regresar el domingo por la mañana a Occidente, es decir, a Hermosillo y la ciudad de México.